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EStado Penal Walfare


Enviado por   •  2 de Septiembre de 2013  •  2.034 Palabras (9 Páginas)  •  508 Visitas

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El libro consta de 462 páginas. Dividido en ocho capítulos, un prefacio y otro prefacio a la edición en español. Los títulos de los capítulos son: I.- Una historia del presente. II.- La justicia penal moderna y el estado penal-welfare. III.- La crisis del enfoque penal moderno. IV.- Cambio y orden social en la modernidad tardía. V.- El dilema político: adaptación, negación y acting out. VI.- El complejo del delito: la cultura de las sociedades con altas tasas de delitos. VII.- La nueva cultura de control del delito. VIII.- Control del delito y orden social. Finalmente el libro tiene un apéndice, notas, bibliografía y un índice onomástico y de materias.

David Garland es uno de los más importantes sociólogos sobre la cuestión criminal de habla inglesa y director del prestigioso British journal of criminology. La cultura del control es parte de una trilogía comenzada con Punishment and welfare (Castigo y bienestar 1985), seguida de Punishment and Modern Society (Castigo y sociedad moderna 1990). Esta producción lo elevó al plano internacional e impulsó al autor a recopilar, analizar y comparar los aportes mas importantes de la sociología de la pena y situarle como promotor de una teoría cultural del castigo. Y que completa ahora con esta obra, publicada originalmente en inglés en 2001 y cuya versión en castellano data de 2005.

La tesis principal que da título al libro es que con el paso de la modernidad a la modernidad tardía se ha cambiado de una cultura del cambio social, a una cultura de control. Garland dibuja y explica el control del delito y la justicia criminal actual. Pretende utilizar distintos niveles de análisis para dar una mirada de completitud panorámica a la vez de una visión precisa de lo que se ha vivido en el Reino Unido y los Estados Unidos.

El autor hace una historia del presente sobre el campo del control del delito y la justicia criminal; es como un retorno a la raíces con el propósito de comprender las rupturas acaecidas en estas tres décadas y la forma en que se estructura en la actualidad, un nuevo parámetro de mentalidades, intereses y sensibilidades que han alterado la forma de pensar y sentir los problemas penales. Hace así una investigación histórica, penológica y sociológica que alinea los antecedentes, y luego traza descriptivamente, un elaborado mapa de la realidad penal en nuestros días, que han hecho que desarrollos y alineamientos tomasen una determinada dirección y no otras.

En su análisis el autor encuentra una relación entre los sistemas económicos capitalistas y neoliberales y las políticas de control implantadas por estos y otros países, mientras plantea que el verdadero desafío es como poner coto a estas políticas y mecanismos de dominación y control que han probado su inefectividad para atender el complejo problema que han pretendido erradicar.

El autor demuestra que el método de cero tolerancia, que actualmente caracteriza las políticas públicas de seguridad no hace más que degenerar el desarrollo de la seguridad ciudadana, ayudado siempre desde la justicia penal. Nos plantea en su análisis que mientras que en los años 70 la reinserción del confinado a la sociedad luego de rehabilitarse durante su confinamiento era un elemento importante de la gestión correccional, hoy en día el control social ha desplazado el elemento rehabilitador.

Inspirado en muchos de los puntos abordados en Punishment and Welfare..., el autor bucea en los orígenes de la justicia criminal moderna, en el monopolio estatal del castigo que se produce en el curso del tardío siglo dieciocho y se prolonga durante todo el diecinueve, hasta alcanzar el climas de la modernidad penal con el correccionalismo. Resalta que el control del delito como una cuestión social más, debe ser una materia de especialistas y profesionales, libres de escrutinio de los legos, y orientada, antes que a la prevención, a la persecución ex-post de individuos infractores.

Sin embargo, (como ya anticipó en Punishment and Modern Society) advierte que al llegar a mediados de los años 70 el apoyo a este modelo penal moderno comienza a colapsar bajo variadas críticas que disparan no sólo contra el penal-welfarism, sino contra la forma moderna de justicia criminal estatal. Particularmente en el caso norteamericano, donde ha tenido más impacto, resalta la falta de la criminología en descubrir las causas del delito y orientar su prevención, el movimiento de un sistema de penas indeterminadas ligado al ideal resocializador a uno de penas fijas, amparado por teorías neo-retributivas como las del justo merecimiento (just desert), la caída de los programas de tratamiento penitenciarios, y el alejamiento de las ideologías correccionalistas y de bienestar que habían dominado en los años 60 y 70.

De forma más destacable, advierte la existencia de un poder que busca la credibilidad de las instituciones de control del delito e incluso de todo el sistema de justicia criminal. De tal modo, básicamente, esta época representa para el autor la idea de punto cero en el diseño de nuevas formas de lidiar con la cuestión criminal.

Analiza el desarrollo de fuerzas históricas que cambiaron la vida social y económica, en la segunda parte del siglo veinte. Considera que “el primer juego de fuerzas –la llegada de la modernidad tardía– transformó algunas de las condiciones políticas y sociales sobre las que descansaba el campo moderno de control del delito. También situa nuevos problemas de delito e inseguridad, cambió la legitimidad y efectividad de las instituciones de bienestar, y pone nuevos límites sobre los poderes del estado-nación.

Como punto destacable ante la política de post-bienestar, produce un nuevo juego de relaciones de clase y raza y un bloque político dominante que se define en oposición al viejo estilo de “bienestar” y los ideales sociales y culturales sobre los que estaba basado”.

Los cambios en la estructura de la producción capitalista y el mercado, la familia y el hogar, la ecología social y la demografía, el impacto de los medios masivos, la democratización de la vida social y cultural junto a los movimientos por los derechos civiles de los años 60 impactan fuertemente en el delito y el control social, y en las instituciones del Estado de Bienestar.

Estas transformaciones que conforman la modernidad tardía, repercuten intensamente en la manera de ejercer el control del delito. Afirma que los proyectos radicales que

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