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El Alquimista


Enviado por   •  4 de Abril de 2013  •  10.527 Palabras (43 Páginas)  •  262 Visitas

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PRIMERA PARTE - CAPITULO 1

Cuando empezaba a anochecer Santiago llego con su rebaño de ovejas a una iglesia abandonada. El techo se había derrumbado hace mucho tiempo y un gran sicomoro había crecido en el lugar de la sacristía. Pasó la noche ahí e hizo que todas sus ovejas entraran por la puerta en ruinas y después puso tablas de madera para que no escaparan porque aunque no había lobos en ese lugar una vez una de ella se le había escapado y había perdido todo el día buscándola.

Puso su chaqueta en el suelo para acostarse y uso como almohada el libro que acababa de leer y recordó que tenía que empezar a leer libros más gruesos pues se tardaría mas en terminarlos y serian almohadas más confortables.

Se despertó cuando aún estaba oscuro y miro hacia arriba y vio que las estrellas brillaban.

Pensó que quería dormir un poco más. Había tenido el mismo sueño de la semana pasada y otra vez se había despertado antes del final.

Se levantó y tomo un trago de vino. Después empezó a despertar a las ovejas que aun dormían. Se dio cuenta que cuando el se despertaba la mayoría de las ovejas también se despertaban, pensó que habían convivido tanto que ellas se habían acostumbrado a sus horarios pero después volvió a reflexionar y pensó que puede ser al revés y el es que se acostumbró al horario de ellas.

Había unas que se tardaban un pocomas en despertar y el las levantaba una por una llamándolas por su nombre pues el pensaba que ellas eran capaces de entender lo que le les decía, por eso el acostumbraba leerles las partes de los libros que el leía que le habían impresionado o platicarles acerca de la alegría y tristeza de un pastor o comentarles las últimas novedades que veía en las ciudades que el visitaba.

En los últimos días su tema había sido uno solo: la niña hija del comerciante que vivía en la ciudad a la que llegaría en cuatro días pero el ya había ido a ese lugar un año antes. El comerciante era dueño de una tienda de tejidos.

CAPITULO 2

“Necesito vender lana”. Le dijo al comerciante. Como la tienda estaba llena el comerciante le pidió que esperar hasta el atardecer y el pastor se sentó en la acera de enfrente y saco un libro. Una voz femenina le dijo de repente-no sabía que los pastores fueran capaces de leer libro-.

Era una joven típica de la región de Andalucía, con sus cabellos negros lisos y ojos que recordaban a los antiguos conquistadores moros. El muchacho le respondió que es porque las ovejas enseñan más que los libros y después conversaron durante más de dos horas y el a le dijo que era hija del comerciante y le hablo acerca de la vida en la aldea y que cada día era igual al otro y el muchacho le platico sobre los campos de Andalucía y las novedades que había vistos en las ciudades que había visitado y que estaba contento por no tener que conversar siempre con las ovejas. Después la chica le pregunto que como había aprendido a leer. Y él le respondió que como todo el mundo: en la escuela. El muchacho pidió disculpas y no contesto por que el estaba seguro de que ella no lo entendería y siguió contando las aventuras de sus viajes y a medida que pasaba el tiempo el muchacho deseaba que ese día nunca terminara y se dio cuenta de que estaba sintiendo algo que él nunca había sentido: las ganas de quedarse viviendo en una ciudad para siempre. Con la niña de cabellos negros, los días nunca serian iguales. Pero el comerciante por fin llego y lo mando a esquilar cuatro ovejas. Después le pago lo acordado y le dijo que volviera el próximo año.

CAPITULO 3

Ya solo le faltaba 4 días para llegar nuevamente a la misma aldea. Estaba emocionado pero inseguro a la vez pues pensaba que tal vez la chica ya lo hubiera olvidado pues por allí pasaban muchos pastores para vender lana. Le dijo a sus ovejas que no importaba que el también conocía otras chicas en otras ciudades, pero en el fondo de su corazón el sabía que si imputaba y que tanto como los pastores como los marinos y los viajantes de comercio siempre conocían a alguien que fuera capaz de hacerlos olvidar la alegría de viajar libres por el mundo.

CAPITULO 4

El día comenzaba y el pastor pensó: “ellas nunca necesitan tomar una decisión- quizás por eso permanezcan siempre con migo”. El chico pensaba que las ovejas estaban con él porque él conocía los mejores lugares para que comieran las ovejas y a cambio ellas ofrecían generosamente su lana y de vez en cuando su carne. El pastor empezó a extrañarse por los pensamientos que llegaban a su mente y creyó que tal vez aquella iglesia con un sicómoro creciendo adentro estaba embrujada e hizo que tuviera un sueño por segunda vez y que le llegaran pensamientos de rabia contra sus compañeras. El sabia que en pocas horas con el sol en lo alto el calor seria tan fuerte que no podría conducir a sus ovejas por el campo y el calor se prolongaba hasta la noche y el tenia que cargar su chaqueta pero cuando él pensaba en quejarse recordaba que gracias a ella el no había sentido frió en las mañanas. Pensó que siempre tenía que estar preparado para las sorpresas del tiempo y agradeció el tamaño de su chaqueta. La chaqueta tenía una finalidad y el chico también. En dos años de recorrido el ya conocía de memoria las planicies y ciudades de la región y esta es la gran razón de su vida: viajar. Estaba pensando en que ahora a la chica le platicaría por que un simple pastor puede leer: el pastor había estado hasta los dieciséis en un seminario y sus papas querían que él fuera un cura que era motivo de orgullo para un familia campesina y estudio latín español y teología pero el siempre soñó con conocer el mundo y esto era mas importante que conocer a DIOS y los pecados del hombre. Un día al visitar a su familia tomo valor y le dijo a su padre que no quería ser cura y quería viajar

CAPITULO 5

El padre del muchacho intento convencerlo de que ser viajero no era nada fuera de lo normal y que seguiría siendo la misma persona este donde este y que los pastores son los que viajan y el muchacho le respondió que entonces el seria pastor. Al día siguiente el padre del muchacho le dio un bolsa llena de monedas antiguas españolas, dijo que las encontró un día en el campo y que iban a ser su dote para la iglesia y se las dio para que comprara su rebaño y comenzara su viaje para que comprendiera que su castillo era el más grande y sus mujeres las más bellas. Y lo bendijo

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