El Alquimista

Resumen “El Alquimista” Paulo Cohelo

Primera parte

El Alquimista es un libro simbólico, según el cual existen tres tipos de alquimistas: aquellos que son imprecisos porque no saben de lo que están hablando, aquellos que lo son porque saben de lo que están hablando, pero que también saben que el lenguaje de la alquimia es un lenguaje dirigido al corazón y no a la razón. Y el tercer tipo: aquellos que jamás oyeron hablar de la alquimia pero que consiguieron, a través de sus vidas, descubrir la piedra filosofal, alcanzar la gran obra no es tarea de unos pocos, sino de todos los seres humanos de la faz de la tierra.

La historia empieza cuando un muchacho llamado Santiago, llegó con su rebaño frente a una vieja iglesia abandonada y decidió pasar ahí la noche. Cuando despertó, aún estaba oscuro. Miró hacia arriba y vio que las estrellas brillaban, le habría gustado dormir un poco más.

Había tenido el mismo sueño que la semana pasada y otra vez se había despertado antes del final. Se levantó y tomó un trago de vino, se había dado cuenta de que, cuando él se despertaba, la mayor parte de los animales también lo hacían.

En los últimos días, pensaba algo preocupado en la hija del comerciante que vivía en la ciudad adonde llegaría dentro de cuatro días. Sólo había estado allí una vez, el año anterior. La muchacha era hija del comerciante a donde llevaba a esquilar a sus ovejas, pasaron el día platicando y el muchacho se dio cuenta de que estaba sintiendo algo que nunca antes había sentido: las ganas de quedarse a vivir en una ciudad para siempre.

Después de un rato llegó el comerciante e interrumpió la plática, esquilaron cuatro ovejas, le pagó y le pidió que volviera al año siguiente. Estaba pensando en explicar a la chica por qué un simple pastor sabe leer: había estado en un seminario. Sus padres querían que él fuese cura, estudió latín, español y teología. Pero él quería viajar. El padre no dijo nada más. Al día siguiente le dio una bolsa con tres antiguas monedas de oro españolas y le dijo compra tu rebaño y recorre el mundo. Recordó con alegría esa conversación. Miró al cielo y calculó que llegaría a Tarifa antes de la hora del almuerzo.

“Es justamente la posibilidad de realizar un sueño lo que hace que la vida sea interesante”, reflexionó al acordarse de que en Tarifa vivía una adivina capaz de interpretar los sueños.

Cuando llego con la adivina, le explicó el sueño y que lo había tenido dos veces seguidas -soñé que estaba en un prado con mis ovejas cuando aparecía un niño y empezaba a jugar con los animales.-

-El niño me tomaba de la mano y me llevaba hasta las Pirámides de Egipto, y me decía: Si vienes hasta aquí encontrarás un tesoro escondido. Cuando iba a mostrarme el lugar exacto, me desperté. Las dos veces.-

La vieja se quedó en silencio, después tomó las manos del muchacho y le dijo que no le cobraría nada pero que si encontraba el tesoro le debía dar la décima parte. Le explicó que había tenido un sueño del lenguaje del mundo -tienes que ir hasta las Pirámides de Egipto. Allí encontrarás un tesoro que te hará rico.- Salió de ahí calculando que en tres días vería a la hija del comerciante.

Empezó a leer el libro que había conseguido en Tarifa al principio no lo encontró muy interesante pero cuando empezaba a concentrarse un poco en la lectura, un anciano se sentó a su lado buscando conversación.

Le preguntó qué libro estaba leyendo. Él le enseño el libro al viejo por dos razones: la primera, porque no sabía pronunciar el título y la segunda, porque si el viejo no sabía leer, sería él quien se sentiría humillado y se iría. Y el viejo dijo, -es un libro importante, pero muy aburrido. -

El muchacho se sorprendió pero el anciano siguió hablando, -es un libro que habla de la incapacidad que las personas tienen para escoger su propio destino. Hace que todas las personas

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