GENOMA HUMANO
J523619 de Octubre de 2012
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Simbiosis y evolución celular
Lynn Margulis
Universidad de Amherst, EEUU
Existen muchas maneras, no siempre armoniosas y coherentes, de clasificar a
los seres vivos. Sin embargo, yo estoy convencida que la división mas
importante en la biosfera es la brecha que separa a los procariontes, es decir
los organismos cuyo DNA no está encerrado dentro de una membrana nuclear,
de los llamados eucariontes, que son aquellos cuyas células poseen al menos
una membrana nuclear. Las células, ya sean procariontes o eucariontes, son
las unidades básicas de la vida. Todos los organismos macroscópicos (y muchos
que solo podemos observar con ayuda de los microscopios) están formados por
células nucleadas, que surgieron de la unión de distintas células bacterianas
debido a un proceso de simbiosis o, para usar un término que data del siglo
XIX, como simbiogénesis.
Simbiosis es un término que acuñó el botánico alemán Antón de Bary en 1873
para referirse, en forma literal, la “vida en comunidad de dos organismos de
nombres diferentes”, un eufemismo para designar especies distintas. La
cohabitación por un tiempo prolongado puede producir simbiogénesis, es
decir, la aparición de nuevos cuerpos, nuevos tejidos, nuevos órganos, nuevas
especies. Estoy convencida que la mayoría de la innovaciones evolutivas
fueron y son producto de la simbiogénesis, un término y un concepto
propuesto por el biólogo ruso Konstantin Merezhkhosvky (1855-1921). Mi
teoría sobre el origen de las células eucariontes se basa en cuatro postulados,
que involucran el surgimiento previo de diversos tipos de procariontes,
seguido de simbiogénesis, e incorporación fusión de distintos tipos de células.
Me parece que la evidencia metabólica, genética y ecológica indica que hubo
fusiones ancestrales de distintos procariontes, representados por las llamadas
arqueobacterias y las bacterias mismas, y que seguido de la incorporación a la
comunidad así formada por espiroquetas. Estas son bacterias heterótrofas
dotadas de enorme movilidad, que según yo dieron origen a los cilios y
estructuras similares, así como a los componentes del aparato molecular que
permite la movilidad intracelular de cromosomas durante la mitosis y la
meiosis. Una vez surgidos estos eucariontes ancestrales, fueron invadidos por
los ancestros bacterianos de mitocondrias y, en algunos linajes que dieron
origen a algas unicelulares, por cianobacterias que andando el tiempo se
convirtieron en cloroplastos.
Mi primera propuesta sobre la llamada “teoría de la endosimbiosis en serie”,
como la llamó eventualmente F. J. R. Taylor, de la University of British
Columbia, se publicó después de que el manuscrito en donde la describía fue
perdido o rechazado por 15 revistas distintas. El artículo, titulado “Origin of
mitosing cells”, fue finalmente aceptado por James Danielli, un hombre
desprejuiciado y de amplios horizontes intelectuales que dirigía entonces el
Journal of Theoretical Biology. Pasaron muchos años, pero eventualmente
tuve la oportunidad de publicar mi teoría en un libro en Yale University Press,
desarrollando con mucho mayor detalle los pasos que llevaron,
probablemente a mediados de la Era Precámbrica, al origen de los
eucariontes a partir de comunidades bacterianas. Es esencial subrayar que
durante esas remotas épocas geológicas también se dio un cambio mayúsculo
en la composición química de nuestra atmósfera. Cuando apareció la vida en
la Tierra la atmósfera primitiva era reductora (es decir, carecía de oxígeno
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