LA CAPA DE OZONO
kamnets20 de Marzo de 2014
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La capa de ozono
Molina fue el descubridor del agujero de la capa de ozono y el peligro de los clorofluorocarbonos (CFC), empleados en aerosoles, tanto industriales como domésticos. Su hallazgo fue emocionante pero a la vez sombrío: se daba cuenta que había descubierto un problema global que amenazaba el futuro de la humanidad.
Así pues, depositario de una gran responsabilidad, se vio en la obligación de divulgar lo antes posible su descubrimiento. El 28 de junio de 1974, publicó sus descubrimientos sobre esta materia en la revista Nature y asesoró a empresas públicas y privadas.
Ahora todos podemos imaginar el efecto que produce una lupa que amplifica la luz del sol sobre una pequeña hormiga para entender la amenaza a la que nos enfrentamos: las indefensas hormigas somos nosotros, y el agujero de la capa de ozono es la enorme lupa que pretende achicharrarnos.
El clorofluorocarbono. Parece una palabra muy complicada que, sin embargo, designa algo muy cotidiano. Es un gas que se emplea para fabricar toda clase de productos, como los envases que usan los restaurantes de fast food. También se usa como gas impulsor para los sprays de aerosol, como la laca para el pelo o el desodorante. En los aparatos de aire acondicionado y en los frigoríficos. O en disolventes para limpiar equipos electrónicos.
El gas es tan estable que, una vez liberado, es arrastrado lentamente hasta la atmósfera. Hasta aquí, el gas no es peligroso. Sin embargo, al ser bombardeado por los rayos ultravioleta del sol, el gas se descompone y libera cloro, que es el componente que realmente venenoso, el responsable de la destrucción de las moléculas de ozono, saltando de unas a otras como si fuera un serial killer atmosférico. Y es que una simple molécula de cloro puede viajar durante un siglo por la atmósfera, eliminando una a una hasta 100.000 moléculas de ozono.
El daño ya ha sido tan elevado, que si ahora mismo dejáramos de emitir CFC a la atmósfera, el agujero detectado en la Antártida no desaparecería hasta el año 2100.
Según un informe de Greenpeace que analiza los niveles de producción de CFC en nuestro planeta, la comunidad europea ostenta el primer puesto: suyo es el 39,9 % de todo el gas que se libera. El segundo lugar es para Estados Unidos, que libera un 37,7 %. Luego viene China con un 7,2 %. Las 5 empresas que más CFC producen en el mundo son: La Dupont, de los Estados Unidos, la ICI, de Inglaterra, Hoeschst, de Alemania, la Atochem, de Francia y la italiana Montefluos.
Gracias a esta aplicación de la NASA, podréis conocer en tiempo real cómo cambian los índices de masa de hielo en el mar, el dióxido de carbono, nivel del mar, temperatura global y el tamaño del agujero de ozono.
Si la capa de ozono desapareciera de nuestro planeta, ¿realmente qué ocurriría con la humanidad? Por de pronto, aumentaría la frecuencia y la severidad de enfermedades como el sarampión, el herpes, la lepra, la malaria, la varicela y, por supuesto, el cáncer de piel. Los potentes rayos ultravioleta causarían daños en los ojos de mucha gente, como casos de cataratas que derivarían en ceguera.
Los alimentos escasearán debido a que se verá afectada la capacidad de absorber la luz solar de las plantas que los producen.
Aumentarían las temperaturas y subiría en nivel del mar al derretirse los glaciares. Además, el cambio climático tendría como efecto secundario la creación de potentes huracanes, ciclones, tifones y olas de frío.
Quizá para entenderlo mejor haya que viajar a un sitio donde ya están viviendo algunos de los efectos del agujero de ozono. Es el caso de Punta Arenas (Chile), situada en el extremo sur del continente americano.
Al estar más próxima a la Antártida, existen diversos solmáforos que alertan sobre el peligro del sol. Durante unos días entre septiembre y octubre, el agujero se desplaza hasta aquí
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