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LA OBSTETRICIA EN MÉXICO


Enviado por   •  12 de Mayo de 2019  •  Ensayos  •  676 Palabras (3 Páginas)  •  91 Visitas

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LA OBSTETRICIA EN MÉXICO

Cuales hayan sido las practicas obstetriciales y las costumbres de los pueblos de México precolombino, desde el momento que un nuevo ser daba señales de vida, en el vientre de la madre, hasta que este era expulsado de su primitivo asilo entraba en el régimen común de los de su especie, es asunto lleno de interés científico; pero desgraciadamente poco o nada tratado por los historiadores y cronistas primitivos, como extranjeros, que de la etnografía mexicana se ocuparon.

Las supervivencias de estas costumbres son las pocas que aún se conservan entre los indios, casi en su originalidad primitiva; y si bien es cierto que el imponerse a fondo de ellas es empresa rayaría en lo imposible, por la natural desconfianza que el llamado de razón inspira al indio en los actos de su vida íntima, no lo es menos que tenaces y diligentes observadores, han logrado descorrer en algo ese tupido velo que cubre aun las costumbres de los pobladores del México prehispánico.  

De las naciones mejor conocidas y estudiadas del México antiguo, son las lamadas mexicana o nahua y maya, de la primera se sabe que apenas la mujer se sentía embarazada y lo hacía saber a su familia, se le rodeaba de especiales cuidados y se practican con ella ciertas ceremonias religiosas, después que ya la recién casada se siente preñada, hacerlo saber a sus padres, y estos luego aparejan comida, bebida, flores olorosas y cañas de humo. Luego convivían y juntan a los padres y madres del casado y de la casada con los principales del pueblo y todos reunidos comen y bebe. Después de haberlo hecho así, se ponían en medio de todos un viejo de parte del casado, sentado en cunclillas el cual repetia una frase, la cual era respondida por la madre.

Algunas consultan a un facultativo sobre el estado de su embarazo y conducta que deben seguir, más bien para satisfacer su vanidad, porque además de ocultarle algunos padecimientos que pueden dañar al producto en el momento del nacimiento o antes, como chancros, blenorragias u otros escurrimientos, siguen teniendo por norma de su conducta sus caprichos o preocupaciones. Las mujeres de la clase proletaria, ven su embarazo con la mayor indiferencia. Siguen entregadas a sus penosas tareas; moliendo, lavando, alzando objetos pesados; para proveer a sus necesidades. Consultan a las comadres y parteras quienes después de mil prácticas y consejos empíricos (bebidas, oraciones, venda) aun en conjuros suelen ministrarles el zihuattyatl, la ruda y aun el cuernecillo de centeno, (a dosis pequeñas para preparar el parto generalmente con la mayor buena fe, pero siempre con el mayor mal posible. Todo esto por supuesto, sin que las conjes y condiciones higiénicas sean mejoradas.

En media se observa un término medio también entre las otras dos de que acabamos de hablar; pues no obstante que es la clase mártir de la sociedad tienen las ventajas de una vida más tranquila y ordenada y menos fatigosa y miserable, aunque no es raro ver a las madres aumentar sus trabajos en costura, ya a mano, ya con máquina de pedal, y menguar el presupuesto de la cocina para hacer una hermosa canastilla al futuro hijo Por lo demás, esta clase, como las otras, sigue abusando del acto la clase matrimonial con gran detrimento propio y de su engendro. Lo dicho se entiende de mujeres que han concebido en unión lícita, porque en las otras hay además que tomar en cuenta algunas veces las tentativas para hacerse abortar; los medios empleados para ocultar su deshonra y los sufrimientos morales que ésta les ocasiona siempre.

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