La Bióetica
tencachi15 de Febrero de 2015
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La bioética (clonación y genoma humano)
Reproducir seres humanos es algo muy distinto que procrearlos. La lógica de la producción está muy bien cuando se trata de incrementar los bienes y recursos necesarios para la vida de los humanos, pero es inadecuada cuando se aplica al propio ser humano en su generación y desarrollo.
Hoy es posible producir seres humanos a través de diferentes métodos en este caso el trabajado es la posible clonación. Sin embargo una reflexión cuidadosa sobre lo que eso es y sobre las consecuencias que comporta nos aconseja renunciar a esta posibilidad por el bien de la Humanidad y de los seres humanos concretos. Sin renuncia no hay inteligencia. Quien lo quiere todo, acaba por no ser dueño de nada, ni de su propia vida.
Renunciar a reproducir seres humanos no es oponerse a la ciencia y al progreso. Es una decisión inteligente que pone a la ciencia y al progreso al servicio del hombre y de su felicidad verdadera. Renunciar a fabricar hombres es negarse a admitir que el ser humano pueda ser reducido a objeto de poderes humanos; es afirmar que el ser humano ha de ser respetado como sujeto de la ciencia y del progreso, porque sólo él es la persona.
Procrear es un acto personal, no sólo de las personas, como lo es el producir. Procrear es acción y responsabilidad vital de esposos y padres, no función y oficio de profesionales, técnicos o políticos. La procreación es una acción conyugal y matrimonial, no política ni empresarial.
El intento de obtener seres vivos viables a partir de células somáticas lleva bastante tiempo en la mente de los científicos. Sin embargo, los experimentos llevados a cabo nunca habían dado resultados satisfactorios. Como máximo, se habían conseguido renacuajos insertando núcleos de células embrionarias de anfibios en sustitución del núcleo original del óvulo o del huevo, pero no se había logrado que se llegara a desarrollar un ejemplar adulto.
La interpretación habitual de estos fracasos se achacaba a la pérdida de la totípotencia de las células embrionarias muy pronto en el curso del desarrollo. Durante éste, se supone que se van activando y reprimiendo partes del genoma, de modo que el estado del ADN del núcleo de una célula en un adulto es muy distinta al del óvulo recién fecundado; el del adulto resulta incapaz de expresar adecuadamente toda la secuencia de órdenes necesarias para el desarrollo y morfogénesis.
La necesidad de respetar al ser humano, tanto en cuanto persona como por su pertenencia a la especie humana. Nótese que se acentúa no sólo la perspectiva individualista tradicional de los derechos humanos, sino sobre todo como novedad, la adscripción del ser humano a su grupo biológico natural, la especie, que potencialmente puede verse afectada por los avances en el conocimiento genético y en la intervención sobre el genoma humano.
La preocupación por la especie humana no descansa en una mera visión estática de la misma, en relación con unos eventuales titulares de derechos más o menos identificables, sin perjuicio de la dificultad que en ocasiones presenta esta tarea. En efecto, la comprobación cada vez más evidente de que algunas acciones humanas se proyectan hacia el futuro de forma irreversible, sobre todo las vinculaciones con los desarrollos tecnológicos y científicos y, en nuestro caso, en particular con la biología molecular y la medicina reproductiva, plantea un nuevo dilema ético - filosófico, de extraordinaria dificultad para su anclaje jurídico, pero no irresoluble: la responsabilidad de las actuales generaciones para con las futuras y, yendo más allá, los posibles derechos de las generaciones futuras. Lo cierto es que es ésta una perspectiva sobre la que se ha adquirido conciencia y que ya no puede arrinconarse, desde luego, puede ser también relevante para la valoración de la clonación reproductiva humana.
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