La Globalizacion

Desde el Siglo XIX han oscilado las políticas de los estados entre el nacionalismo y la apertura comercial, dependiendo de si los intereses domésticos ganan o pierden frente a la competencia internacional.

Numerosos economistas sostienen que el comercio libre aumenta la riqueza en el largo plazo, gracias al funcionamiento de las ventajas comparativas o especialización de los países. Pero admiten estos mismos que en el corto plazo sufren en forma muy severa algunas industrias y regiones, debido a la competencia de empresas más eficientes y, sobre todo, de monedas más devaluadas. Grecia, por ejemplo, poco se ha beneficiado de su participación en la Unión Europea. Esto también puede sucederle a Colombia por culpa de su incompetente Estado.

El surgimiento inevitable de los perdedores y los vencedores en estas contiendas comerciales les abre a los primeros la posibilidad de buscar la protección estatal para permitirles tanto sobrevivir como convertirse, en el futuro, en competidores efectivos. Utilizar al Estado para buscar proteger intereses económicos es algo normal en las economías avanzadas. No hay que pensar que esto es tarea de la izquierda o de los opositores populistas.

Estados Unidos, el principal propulsor durante años de la liberalización de las economías, ha tenido recientemente que comenzar a ajustarse al nacionalismo creciente de su opinión pública. Como manifestaciones verdaderamente significativas de esta tendencia figuran el proteccionismo estadounidense para sus azucareros, hecho deplorado hasta por el propio The New York Times. El primero de agosto pasado rechazó del Congreso del Tío Sam una oferta de la petrolera china Cnooc para apoderarse de la estadounidense Uncal. En este rechazo coincidieron tanto los congresistas republicanos como los demócratas.

Por los mismos días, Tokio, actuando dentro de las reglas de la Organización Mundial del Comercio, les impuso tarifas retaliatorias a algunos productos de E.U. porque Washington se había hecho el sordo para levantarle sus aranceles al acero japonés.

Autorizados analistas consideran que el idilio comercial entre China y E.U. podría llegar pronto a su fin. Se refieren a que China les exporta en la actualidad y a continuación les reinvierte parte del dinero que le pagan en bonos para financiar los cuantiosos déficit de su socio y comprador.

Los intereses que por tales inversiones les pagarían E.U. a China y a Japón podrían elevarse tanto que se verían avocados a controlar sus importaciones. Harto difícil pagar e importar a la par. Esta situación les justificaría un retorno al nacionalismo. Opinan algunos que el vigor de las importaciones estadounidenses es fiel reflejo de una economía en expansión. Pero intuyen otros una debilidad, porque ellos se han dedicado a diseñar para que otros les produzcan y por esa vía bien podrían terminar sin diseñar

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