ClubEnsayos.com - Ensayos de Calidad, Tareas y Monografias
Buscar

La Uapa


Enviado por   •  13 de Mayo de 2015  •  Tesis  •  5.404 Palabras (22 Páginas)  •  180 Visitas

Página 1 de 22

1- El punto de vista narrativo

2- El escenario donde se desarrolla la obra

3- Los personajes que la integran

4- La intriga

5- El tema y los subtemas

6- El estilo de la obra

7- El lenguaje utilizado

8- La estructura de la obra

9- El tono empleado

Análisis de un cuento

Todo cuento está constituido por varios elementos literarios que, en el momento de realizar un análisis, debemos distinguir:

1. Título

o Significación y función del título. /¿Es literal (sentido exacto y propio) o simbólico (guarda una relación) ? /¿Refleja el contenido del cuento?

2. Asunto

((Fábula o la historia)

o ¿De qué trata el cuento? / ¿El asunto o argumento tiene fuerza expresiva (manifiesta con gran viveza lo que se siente o se piensa) o contenido dramático?(capaz de conmovernos) ¿Por qué?

3. Tema

o ¿Cuál es la idea central del cuento? / ¿Cuáles son las ideas secundarias? /Hacer una relación del tema central con las ideas secundarias.

4. Personajes

o ¿Cómo caracteriza el autor a los personajes?, ¿directa o indirectamente?/ ¿La caracterización es profunda o superficial? /¿Actúan los personajes de acuerdo a su índole y propósito, o a expensas del autor?/ ¿Son reales, simbólicos o tipos? /¿Hay personajes que conjuguen algún tipo de valor ético, estético, ideológico u otro?/ ¿Existe alguna relación entre los personajes y el ambiente? /¿Hay relación entre los personajes y la acción?

5. Ambiente

o ¿En qué tipo de escenario se desarrolla el hilo de la acción? /¿En qué época? /La atmósfera es ¿sórdida o diáfana?, ¿de misterio o de amor?, ¿de angustia o de paz?

6. Acción

o ¿Cuánto tiempo dura la acción? /La acción del cuento es ¿complicada o sencilla?, ¿lenta o rápida? /¿La acción es externa o interna? ¿Existe algún tipo de conflicto entre los personajes que determine la acción? ¿Entre un personaje y alguna fuerza natural? ¿Un personaje consigo

Juan Bosch

(República Dominicana, 1909-2001)

LUIS PIE

A ESO DE las siete la fiebre aturdía al haitia--no Luis Pie. Además de que sentía la pierna endurecida, golpes internos le sacudían la ingle. Medio ciego por el dolor de cabeza y la debilidad, Luis Pie se sentó en el suelo, sobre las secas hojas de la caña, rayó un fósforo y trató de ver la herida. Allí estaba, en el dedo grueso de su pie derecho. Se trataba de una herida que no alcanzaba la pulgada, pero estaba llena de lodo. Se había cortado el dedo la tarde anterior, al pisar un pedazo de hierro viejo mientras tumbaba caña en la colonia Josefita.

Un golpe de aire apagó el fósforo, y el haitiano encendió otro. Quería estar seguro de que el mal le había entrado por la herida y no que se debía a obra de algún desconocido que deseaba hacerle daño. Escudriñó la pequeña cortada, con sus ojos cargados por la fiebre, y no supo qué responderse; después quiso levantarse y andar, pero el dolor había aumentado a tal grado que no podía mover la pierna.

Esto ocurría el sábado, al iniciarse la noche. Luis Pie pegó la frente al suelo, buscando el fresco de la tierra, y cuando la alzó de nuevo le pareció que había transcurrido mucho tiempo. Hubiera querido quedarse allí descansando; más de pronto el instinto le hizo salir ja cabeza. —Ah... Pití Mishe ta eperan a mué —dijo con amargura

Necesariamente debía salir al camino, donde tal vez alguien le ayudaría a seguir hacia el batey; podría pasar una carreta o un peón montado que fuera a la fiesta de esa noche.

Arrastrándose a duras penas, a veces pegando el pecho a la tierra, Luis Pie emprendió el camino. Pero de pronto alzó la cabeza: hacia su espalda sonaba algo como un auto. El haitiano meditó un minuto. Su rostro brillante y sus ojos inteligentes se mostraban angustiados. ¿Habría perdido el rumbo debido al dolor o la oscuridad lo confundía? Temía no llegar al camino en toda la noche, y en ese caso los tres hijitos le esperarían junto a la hoguera que Miguel, el mayor, encendía de noche para que el padre pudiera prepararles con rapidez harina de maíz o les salcochara plátanos, a su retorno del trabajo. Si él se perdía, los niños le esperarían hasta que el sueño los aturdiera y se quedarían dormidos allí, junto a la hoguera consumida.

Luis Pie sentía a menudo un miedo terrible de que sus hijos no comieran o de que Miguel, que era enfermizo, se le muriera un día, como se le murió la mujer. Para que no les faltara comida Luis Pie cargó con ellos desde Haití, caminando sin cesar, primero a través de las lomas, en el cruce de la frontera dominicana, luego a lo largo de todo el Cibao, después recorriendo las soleadas carreteras del Este, hasta verse en la región de los centrales de azúcar.

—¡Bonyé! —gimió Luis Pie con la frente sobre el brazo y la pierna sacudida por temblores—, pití Mishé va a ta eperán to la noche a son per.

Y entonces sintó ganas de llorar, a lo que se negó porque temía entregarse a la debilidad. Lo que debía hacer era buscar el rumbo y avanzar. Cuando volvió a levantar la cabeza ya no se oía el ruido del motor.

—No, no ta sien palla; ta sien paca —afirmó resuelto. Y siguió arrastrándose, andando a veces a gatas. Pero sí había pasado a distancia un motor.

Luis Pie llegó de su tierra meses antes y se puso a trabajar, primero en la Colonia Carolina, después en la Josefita; e ignoraba que detrás estaba otra colonia, la Gloria, con su trocha medio kilómetro más lejos, y que don Valentín Quintero, el dueño de la Gloria, tenía un viejo Ford en el cual iba al batey a emborracharse y a pegarles a las mujeres que llegaban hasta allí, por la zafra, en busca de unos pesos. Don Valentín acababa de pasar por aquella trocha en su estrepitoso Ford; y como iba muy alegre, pensando en la fiesta de esa noche, no tomó en cuenta, cuando encendió el tabaco, que el auto pasaba junto al cañaveral. Golpeando

...

Descargar como (para miembros actualizados)  txt (28.5 Kb)  
Leer 21 páginas más »
Disponible sólo en Clubensayos.com