La inminencia de una catástrofe climática
SofiaDiaz15Ensayo14 de Octubre de 2014
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La inminencia de una catástrofe climática por el calentamiento de la Tierra y por el exceso de CO2 en la atmósfera constituye una grave amenaza para la humanidad. El casquete del Polo del Norte se ha derretido considerablemente. Mantener o elevar el consumo mundial de hidrocarburos y las emisiones de CO2, seguramente, agravarán la crisis climática global. Al ritmo actual, para 2040 la concentración de CO2 del aire rebasaría el umbral de 550 partes por millón y la humanidad enfrentaría muy graves perturbaciones climáticas y ecológicas.
Los combustibles fósiles están viviendo sus últimos días. Por décadas, en todo el mundo, la localización de nuevas reservas petroleras ha mantenido una tendencia decreciente y la demanda de energéticos ha subido tanto que los especialistas ya analizan escenarios de 200 dólares o más por barril de petróleo en los próximos años. La recuperación mejorada de pozos petroleros existentes y la explotación en aguas profundas podrían dar un respiro de una o dos décadas, pero no más.
Adicionalmente, no tenemos consensos para crecer en energía nuclear ni un acuerdo sobre construir nuevas presas hidroeléctricas porque inundarían poblaciones, cultivos o santuarios ecológicos. Tampoco se ha decidido si queremos unidades eólicas en nuestro entorno. Muchas poblaciones aledañas objetan las unidades eólicas por el ruido o invasión del paisaje. Quedan pocas opciones energéticas reales.
Afortunadamente hay una solución que ha estado a la luz del día millones de años. La naturaleza diseñó la fotosíntesis para que las plantas aprovecharan la energía lumínica del Sol como origen de la cadena energética y alimenticia que mueve al mundo. La fotosíntesis activa la formación de la gran variedad de moléculas que componen los organismos vivos y provee la energía para moverlos. La fotosíntesis convierte la radiación solar en enlaces químicos y moleculares que involucran principalmente al hidrógeno, al oxígeno y al carbón, así como a las moléculas de agua y a los hidrocarburos.
Los avances recientes de la nanotecnología, de la energía solar y de la fotosíntesis han producido soluciones de muy alto potencial para generar energéticos alternativos y evitar una crisis climática global. Las intensas y continuas investigaciones en fotosíntesis, que han merecido diez premios Nobel desde 1917, han alcanzado la madurez suficiente para visualizar y configurar una solución energética altamente sustentable llamada Fotosíntesis Artificial. La Fotosíntesis Artificial es una tecnología que suma el conocimiento aprendido de la fisiología de las hojas vegetales y el dominio de la estructura de los materiales en nano-escala para reproducir, de manera artificial, la forma que las plantas producen hidrógeno y otros energéticos.
La Fotosíntesis Artificial tiene una eficiencia de 10 a 15 veces superior a las plantas para absorber el CO2 del aire y producir combustibles tan potentes como el hidrógeno y otras sustancias. La combustión del hidrógeno con el oxígeno produce varias veces más energía por kilogramo que las gasolinas, el diesel o el gas natural pero sin contaminar, ya que esta reacción química solamente produce emisiones de vapor de agua.
Sorprendentemente, la Fotosíntesis Artificial no es una idea nueva. En 1912 Giacomo Ciamician, italiano nominado nueve veces al premio Nobel y que de haberlo obtenido sería el onceavo en fotosíntesis, propuso desarrollar la Fotosíntesis Artificial para producir energía. En sus palabras: “…en un futuro distante cuando las reservas de carbón se hayan agotado completamente, la civilización no se detendrá porque la vida y la civilización prevalecerán mientras la luz del Sol brille”. Escribió además que: “…sobre las tierras áridas habrá colonias industriales que, sin humo y chimeneas, albergarán tubos de
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