La leyenda del juego de ajedrez. La reproducción celular en un embrión

Ejemplos: La leyenda del juego de ajedrez. La reproducción celular en un embrión

"La vida es como un juego de ajedrez,

tienes que pensar antes de seguir jugando"

Juan Fernando Pizarro Sotelo

En la escuela de Luis, una vez que terminó el tema de funciones trigonométricas, su profesor les indicó que tendrían ahora que construir modelos con funciones exponenciales y les dejó una serie de lecturas en las que encontrarían situaciones para representarlas a través de este tipo de funciones. En esta unidad, como te comentamos en la presentación, nosotros también modelaremos algunos fenómenos con las funciones exponenciales, pero… ¿recuerdas qué es una función exponencial?, ¿por qué se les llama de esa manera?, ¿sabes qué es lo que caracteriza a este tipo de variación?, ¿cuáles son sus parámetros? En la asignatura de Matemáticas y Economía, tuviste un primer acercamiento con este tipo de funciones para trabajar algunas situaciones referentes a la economía. Sin embargo, en esta unidad las estudiaremos con mayor profundidad para poder construir modelos con ellas.

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¿Te parece que hagamos un repaso e iniciemos con la función exponencial más sencilla, de modo que posteriormente podamos comprender lo que hizo Luis? ¿Te gustan las leyendas? ¿Conoces alguna sobre los inicios del ajedrez, éste apasionante deporte intelectual?

Aunque existen variantes de la leyenda e incluso hay controversia tanto sobre la fecha como el lugar de origen del ajedrez, se cuenta que surgió en la India y fue ofrecido a un rey, quien sumamente emocionado con todas las posibilidades que podía disfrutar con este juego, decidió dar una excelente recompensa a su creador. Así que lo mandó llamar y le ofreció joyas y riquezas. Sin embargo éste no quiso aceptarlas. Al insistir el soberano en que debía tener una recompensa por su ingenio, el aludido sorprendió al rey al solicitarle un grano de trigo por la primera casilla del tablero, el doble (o sea dos granos) por la segunda, el doble de esta cantidad (es decir cuatro granos de trigo) por la tercera y así sucesivamente duplicando siempre la cantidad hasta llegar a la última casilla del tablero que, como seguramente sabes, son 64. El monarca, un tanto molesto por lo poco que valoraba su intención de otorgarle una buena recompensa, accedió a la petición,

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