Oceano De Aire

Vivimos en el fondo de un océano de aire

Tan lejos estamos de acercarnos a la superficie del globo, que todo él, mar y tierra juntos, se encuentran en realidad, cubiertos por un inmenso océano de aire. Nosotros vivimos en el fondo de este océano, y así como los pájaros desde el primer momento han encontrado el medio de nadar en este océano en todas direcciones, nosotros nos hemos roto inútilmente la cabeza pensando cómo podríamos hacerlo propio.

Sabemos que en el transcurso de las edades se operaron grandes transformaciones en el globo de gas ígneo a que nos hemos referido. Es indudable que entonces daba luz y calor, como un sol pequeño; pero, al hacerlo, debió irse enfriando. Por ejemplo si calentamos un hierro hasta enrojecerlo, y lo sacamos entonces del fuego, por lo decir a luz y calor por algunos minutos, y después dará solamente calor, pero no luz; es decir, que aunque esté caliente, habrá dejado de ser luminoso; y, por último, se enfriara.

Ya no podrá producir luz ni calor, por estar frío del todo. El caso fue el mismo por lo que se refiere a la tierra, y en el transcurso del tiempo ha ido enfriándose gradualmente. Por último, al enfriarse la parte de la materia que la compone, y que antes era gas, se ha ido convirtiendo en líquido, que ahora es el agua. Este es un hecho por demás sencillo, que hemos visto cientos de veces al mirar hacia afuera cuando vamos en un tren, por ejemplo, al respirar arrojamos cierta cantidad de agua por la boca y la nariz. Esta agua procede del interior del cuerpo, que está caliente, y lo está tanto, el agua sale en forma gaseosa; pero al ponerse en contacto este gas caliente con cristal frío de una ventana, se enfría de tal manera que se convierte en líquido y resbala en forma de gotas. Si enfriamos suficientemente cualquier gas, este tiene forzosamente que transformarse en líquido.

Ahora bien, la parte de la tierra que se enfrió más rápidamente, no debió ser la parte caliente interior-la que se supone que actualmente consiste en gases-sino que sería la más próxima a la superficie. Toda materia apta para convertirse en líquido, sufriría esta transformación, y por razón de su propio peso, sería atraída hacia el centro del globo; mientras que la clase de materia semejante al aire de hoy día, el cual no es tan apto para adecuarse, quedaría donde estaba.

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