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Palabras Cognotativas


Enviado por   •  7 de Noviembre de 2012  •  350 Palabras (2 Páginas)  •  524 Visitas

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Algunas palabras cumplen la función de un olor. Seduce un aroma que relaciona los sentidos con el lugar odorífero más primitivo, el nuevo olor llega así al cerebro sensible y activa la herencia que tiene adherida desde la vida en las cavernas; y le hace identificar esa percepción y su significado más profundo, más antiguo, con aquellos indicios que permitían al ser humano conocer su entorno mediante las sensaciones que hacían sentirse seguro al cazador porque los olores gratos anunciaban la ausencia de peligros; es decir, la inexistencia de olores peligrosos. La seducción de las palabras, su olor, el aroma que logran despertar aquellas percepciones prehistóricas, reside en los afectos, no en las razones. Ante determinadas palabras (especialmente si son antiguas), los mecanismos internos del ser humano se ponen en marcha con estímulos físicos que desatan el sentimiento de aprecio o rechazo, independientemente de los teoremas falsos o verdaderos. No repara la seducción en abstracciones, en nebulosas generalizantes, sino en lo concreto: es lo singular frente a lo general.

* Pierre Giraud, La semiología, México, Siglo XXI Editores, 1972.

La historia del concepto “seducir” da a este vocablo un cierto sentido peyorativo, condenado desde su propio registro oficial. El diccionario de 1739 lo definía sólo con estas frases: “Engañar con arte y maña, persuadir suavemente al mal”.

Por tanto, la seducción no se ha entendido históricamente como algo positivo: se ocultaba en la palabra el temor religioso por tantas veces como se habrá retratado la seducción de un hombre a una doncella, la seducción de una doncella a un hombre, la seducción del demonio al hombre y a la doncella… Pero no se reflejaba en el aserto del diccionario la seducción que puede ejercer un paisaje, o la seducción de un vendedor ambulante que proclamaba la eficacia de sus remedios.

La seducción y la fascinación (la primera precede a la segunda), pueden servir, pues, tanto para fines positivos como negativos, y así las entendemos ahora. Pero, en cualquier caso, se producen dulcemente, sin fuerza ni obligación, de modo que el receptor no advierta que está siendo convencido o manipulado, para que no oponga resistencia.

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