Sentidos
jorjuela90Informe30 de Julio de 2013
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el olfato:
el olfato es el sentido encargado de detectar y procesar los olores. Es un quimiorreceptor en el que actúan como estimulante las partículas aromáticas u odoríferas desprendidas de los cuerpos volátiles, que ingresan por el epitelio olfatorio ubicado en la nariz, y son procesadas por el sistema olfativo.
La nariz es el órgano por el cual penetran todos los olores que sentimos desde el exterior. Es un cuerpo saliente del rostro, ubicado entre la boca y la frente, por debajo de la cavidad craneana. El olfato está relegado al fondo y a lo alto de la nariz, cuyo interior está constituido por dos cavidades, las fosas nasales, separadas por un tabique. Cada fosa se divide en dos partes: la anterior o vestíbulo, cubierta por una membrana mucosa llamada epitelio olfativo, y la posterior, recubierta por la mucosa nasal, que es donde se encuentran los receptores olfativos que nos permiten captar los distintos olores. Cada célula receptora termina en pequeños pelitos, desde seis a 20, llamados cilios. Estos están conectados a columnas de células que sirven de soporte a los receptores del olfato.
La parte interna de la nariz está formada por dos paredes: la pituitaria amarilla y la pituitaria roja o rosada. En la amarilla u olfatoria se encuentran los receptores del olfato, que envían toda la información al bulbo olfatorio, que es donde se recibe el estímulo, transformándolo en impulso nervioso.
La pituitaria roja o respiratoria, llena de vasos sanguíneos, ayuda a regular la temperatura del aire que entra y sale de los pulmones, entibiándolo.
Es importante saber que para que un cuerpo tenga olor es necesario que sea volátil; es decir, que emita pequeñas partículas químicas que se disuelvan en la mucosidad de la pituitaria. La intensidad de los olores depende de la mayor o menor cantidad de partículas volátiles emitidas. Los cuerpos provistos de olor se llaman odoríferos, y los que no lo tienen, inodoros.
El tacto:
El tacto es el encargado de la percepción de los estímulos que incluyen el contacto y presión, los de temperatura y los de dolor. Su órgano sensorial es la piel, que, además, tiene el mérito de ser el órgano más grande del cuerpo. La percepción de estos estímulos externos se realiza a través de las células receptoras específicas que tiene cada una de estas señales en la piel. Se estima que en la piel humana existen alrededor de cuatro millones de receptores para la sensación de dolor, 500 mil para la presión, 150 mil para el frío y 16 mil para el calor.
La piel es el órgano del tacto y tiene como función protegernos contra las agresiones físicas y químicas, ya que es la primera barrera que tenemos para resguardarnos contra las fricciones y golpes, y porque brinda protección contra las infecciones y los rayos ultravioleta. También sintetiza la vitamina D, que es esencial para el crecimiento y la calcificación de los huesos. Gracias a los vasos sanguíneos que la irrigan y a la secreción de sudor, la temperatura de nuestro cuerpo se mantiene constante.
En sí, la piel es una membrana ligera, resistente y flexible que reviste nuestro cuerpo. Su superficie, en un adulto, fluctúa entre 1,5 y 2 metros cuadrados; su peso puede superar los 4 kilos. Sus zonas más sensibles están en la punta de la lengua, en los labios, en la palma de las manos y la planta de los pies.
La piel está compuesta por tres capas de tejido, que, de afuera hacia adentro, son: la epidermis, la dermis y la hipodermis.
La epidermis es la capa externa y visible de la piel; en su parte superior presenta una capa denominada capa córnea, llena de células muertas que contienen una proteína llamada queratina. Esta otorga a la piel su naturaleza protectora, que junto al aceite segregado por las glándulas sebáceas la hace impermeable. En la epidermis se encuentran, también, la melanina, que es el pigmento responsable del color de la piel y el que impide el paso de los rayos ultravioleta.
La dermis es la capa media, responsable de la resistencia y flexibilidad de la piel. En la dermis se encuentran vasos sanguíneos, terminales nerviosas, glándulas sudoríparas y fibras de colágeno que otorgan elasticidad a la piel.
La capa más profunda de la piel, la hipodermis, forma el denominado tejido celular subcutáneo, un manto de tejido adiposo cuya función es ser importante reserva energética, aislante térmico y amortiguador de golpes.
El gusto:
El gusto consiste en registrar el sabor e identificar determinadas sustancias solubles en la saliva por medio de algunas de sus cualidades químicas. Aunque constituye el más débil de los sentidos, está unido al olfato, que completa su función. Esto, porque el olor de los alimentos que ingerimos asciende por la bifurcación Aero digestiva hacia la mucosa olfativa, y así se da el extraño fenómeno, que consiste en que probamos los alimentos primero por la nariz.
La lengua es el órgano principal del gusto, La lengua es un cuerpo carnoso de gran movilidad, ubicado al interior de la cavidad bucal. Su superficie está cubierta por pequeñas papilas, que son de tres tipos. Las caliciformes y las foliadas o fungiformes tienen papilas gustativas, mientras que las filiformes son papilas táctiles y registran la temperatura. Las papilas gustativas son las más importantes, ya que son estas las que nos permiten tener el sentido del gusto, Las papilas gustativas son pequeños grupos de células conectadas a fibras nerviosas.Los diferentes sabores que podemos captar por medio de las papilas gustativas son: amargo, dulce, salado, acido.
La vista:
El sentido de la vista es el que nos permite percibir sensaciones luminosas y captar el tamaño, la forma y el color de los objetos, así como la distancia a la que se encuentran. Estas sensaciones llegan a través de los ojos, órganos encargados de la visión. Dentro del mismo se encuentran células receptoras que se encargan de armar las imágenes de los objetos y trasmitirlas al cerebro. El ojo es un órgano muy delicado. Su parte posterior está protegida por los huesos del cráneo y la cara. Su parte delantera es protegida del polvo y otros cuerpos extraños por las cejas, las pestañas, los párpados y las glándulas lagrimales.
El sentido de la vista está asegurado por un órgano receptor, el ojo; este se conforma por: una membrana, la retina, estos reciben las impresiones luminosas y las transmite al cerebro por las vías ópticas. El ojo es un órgano par situado en la cavidad orbitaria. Está protegido por los parpados y por la secreción de la glándula lagrimal. Es movilizado por un grupo de músculos extrínsecos comandados por los nervios motores del ojo.
Las ondas de luz no solo tienen que pasar a través de los humores y el cristalino, después penetrar la red de los vasos sanguíneos y fibras nerviosas antes de que lleguen las células sensibles los bastones y los conos de la retina donde la luz se convierte en impulsos nerviosos.
La audición:
La audición, junto con la vista, son los sentidos más útiles que poseemos, porque conforman nuestro sistema de alerta primario frente a situaciones del entorno potencialmente peligrosas. Además, ambos sentidos se apoyan mutuamente, de modo que cuando uno de ellos baja su rendimiento, el otro se agudiza como forma de compensación.
El oído es el órgano de la audición, y es responsable de generar las percepciones auditivas. También es esencial para el equilibrio u orientación espacial. Se divide en tres partes: el oído externo, el oído medio y el oído interno.
El oído externo tiene como función trasmitir las ondas de sonido al oído medio y proteger todas las estructuras. Está constituido por el pabellón de la oreja o aurícula y el conducto auditivo externo. El primero es la parte visible del oído. Tiene la forma de un repliegue de tejido cartilaginoso recubierto de piel, y está inserto en la base del cráneo. El conducto auditivo externo es un tubo de unos 2,5 centímetros que termina en el tímpano; por dentro, el conducto está recubierto de piel y contiene pelos y glándulas que secretan cerumen, sustancia que impide el paso de partículas extrañas al interior.
El oído medio, o caja timpánica, es un cavidad llena de aire que está entre el tímpano y el oído interno, y cuya función es transferir las ondas sonoras al interior. La caja timpánica alberga tres huesecillos móviles: el martillo, el yunque y el estribo, llamados así en razón de su forma. Estos huesecillos auditivos actúan unidos, amplificando las vibraciones desde el tímpano al oído interno. De la parte inferior del oído medio emerge un conducto llamado Trompa de Eustaquio, que se conecta con la faringe y permite la entrada y salida de aire del oído medio, realizando una función ecualizadora; es decir, equilibra las diferencias de presión entre este y el exterior.
El oído interno está compuesto por un complejo sistema de cavidades membranosas y óseas, ubicadas en la parte más interna del hueso temporal. Contiene el centro auditivo, emplazado en el caracol o cóclea, y el control del equilibrio, que depende de estructuras ubicadas en el vestíbulo y en los canales semicirculares. El interior del caracol está dividido (en sentido longitudinal) por la membrana basilar y la membrana de Reissner, las cuales forman tres cámaras o escalas: la escala vestibular, la timpánica y la media. La escala vestibular y la timpánica contienen un líquido llamado perilinfa. Por
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