Termometros

Termómetros de líquido en vidrio. Son los más simples elementos de medición de la temperatura, y tienen diversas aplicaciones industriales. El principio de funcionamiento es con base a la expansión volumétrica, en el cual el líquido se eleva en el tubo proporcional a la temperatura aplicada.

Termómetros de líquido en metal. Pueden contener mercurio o líquidos orgánicos. Este funciona con base en un principio de presión, entonces el volumen queda más o menos fijo; la presión varía en función de la temperatura. Cuando la temperatura aumenta, el aumento de presión hace que el tubo se mueva en proporción al aumento de presión, indicando la temperatura en ese momento.

Termómetros activados por vapor. En un sistema de vapor, se utiliza un líquido volátil como medio de llenado y se presenta una condición de equilibrio a cualquier temperatura; esto se hace posible porque están presentes el estado de vapor y el líquido. Cuando la temperatura aumenta, la mayor parte del líquido se transforma en vapor y ejerce presión en el tubo produciendo una deflexión. Cuando la temperatura desciende, el vapor se condensa al estado líquido, disminuyendo la presión al contraerse el tubo. Esta operación no es muy apropiada cuando la temperatura ambiente es muy parecida a la que se va a medir.

Termómetros activados por gas. Funcionan de acuerdo a la ley de Charles, que establece: “Un gas ideal con un peso dado y un volumen constante produce una presión absoluta que es directamente proporcional a la temperatura absoluta del gas”.

Termómetros bimetálicos. Se construyen a partir de dos tiras delgadas de metales diferentes que se unen a lo largo. El principio de funcionamiento de estos, se basa en que los metales tienen diferentes coeficientes de expansión y al aumentar la temperatura se expanden con velocidades y magnitudes diferentes.

Termómetros de resistencia. Depende de un circuito eléctrico. El elemento sensible al calor es un resistor de alambre, platino, níquel o cobre enrollado alrededor de un tubo aislante.

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