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Triptofanito El Viaje Continua


Enviado por   •  19 de Septiembre de 2012  •  489 Palabras (2 Páginas)  •  745 Visitas

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Hace 250 años un holandés llamado Antón Van Leeuwenhoek fue el primero en asomarse a un mundo poblado de especies de seres pequeñísimos y desconocidos; época en la cual Europa se sacudía de las supersticiones obscuras.

Antón Van Leeuweenhoek nació en Delf, Holanda. A la edad de 21 años fue nombrado conserje de la casa Consistorial de Delft, se le despertó una extraña afición a tallar lentes; había oído decir que fabricando lentes de un trozo de cristal transparente se podían ver las cosas de mucho mayor tamaño. Visitó tiendas de óptica y aprendió las rudimentarias técnicas para tallar lentes; frecuentó el taller de alquimistas y boticarios, curioseó sus métodos secretos para obtener metales de los minerales, y se inició en el arte de los orfebres. Montó lentes en cuadriláteros de oro, plata o cobre, que el mismo había extraído de los minerales.

Leeuwenhoek examinó con sus lentes diversos objetos, tales como fibras musculares de ballena y las escamas de su propia piel, lana de oveja, pelos de castor de y liebre; así como también disecó la cabeza de una mosca.

Pasados los años Leeuwenhoek provocaba la burla de los habitantes de Delft; sin embargo, había en Delf un hombre que no se burlaba de Leeuwenhoek, llamado Regnier de Graaf, a quien una sociedad de intelectuales de la época, llamada “La Real Sociedad”; había llamado miembro correspondiente por haberle dado cuenta de sus estudios sobre el ovario humano.

Graaf se maravilló de las lentes de Leeuwenhoek y escribió una carta a la Real Sociedad donde les decía que se le rogara a Leeuwenhoek que le escribiera la carta relatándoles sus descubrimientos. Leeuwenhoek hizo llegar a este grupo una carta titulada “Exposición de algunas observaciones hechas con un microscopio ideado por Mr. Leeuwenhoek, referentes a las suciedades que se encuentran en la piel, en la carne, etc.;el aguijón de una abeja, etc.”; carta que dejo maravillada a los miembros de la Real Sociedad.

El descubrimiento más grande llevado a cabo por Leeuwenhoek se dio cuando manipulaba un tubo de cristal e intentaba darle la forma de un cabello; lo calentaba en rojo y los estiraba, lo rompe en pedacitos, sale al jardín y se inclina sobre una vasija de barro con una cantidad de lluvia caída; vuelve al laboratorio, enfila el tubito de cristal en la aguja del microscopio...

Leeuwenhoek quedó maravillado de lo que se mostró frente a el, bichos pequeños, pequeñísimos, mil veces más pequeños que los bichos que vemos a simple vista.

Volvió a observarlos y distinguió distintos tipos de especies, una más grande y ágil que la otra.

Leeuwenhoek creía en Dios con un inmenso fervor, lo parecía absurdo que esos animalillos cayeran de la lluvia del cielo. Leeuwenhoek realizó otra observación, esta vez lavó cuidadosamente

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