Un complemento reconstituyente
manuelhomeroInforme8 de Mayo de 2015
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Un complemento reconstituyente
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Una variada lista de enzimas, que forman las proteínas, el material básico de todas las células, que regulan y activan los procesos vitales del organismo, están presentes en esta joya de la naturaleza: diastasa, amilasa, catalasa, diaforasa, dihidrogenasa láctica, pectasa, fosfatasa y sacarosa entre otras.
Por otro lado contiene vitaminas A, D, E, B1, C, K, colina y rutina, así como otras que no se han identificado todavía. Y también una completa lista de minerales y oligoelementos: sodio, potasio, magnesio, calcio, aluminio, hierro, cobre, cinc, manganeso, plomo, sílice, fósforo, cloro y azufre. La combinación de todos ellos juntos, que no se encuentra en ningún otro alimento natural o suplemento preparado, hacen de él una fórmula óptima para reconstruir toda clase de tejidos, debido a su alto valor nutritivo.
Más que un alimento
El polen es mucho más que un concentrado de vitaminas y minerales. Además de nutrir y aumentar la actividad enzimática, esencial para el buen funcionamiento del metabolismo, equilibra el ph de la sangre y aumenta la hemoglobina, por lo que es un buen regenerador sanguíneo.
Pero todavía hay algo más importante: el conjunto de sus elementos interfiere y facilita procesos fisiológicos relacionados con una acción antimicrobiana. Según algunas experiencias clínicas se sabe que junto a otros productos de las abejas como son el própolis y la jalea, actúa contra las bacterias, levaduras y hongos. Se ha tratado de aislar estos principios activos, pero se ha visto con claridad que actúan como inhibidores cuando están todos juntos. Resulta pues ser preventivo y adecuado contra numerosas infecciones.
De muy fácil asimilación
El polen está compuesto de unos glucósidos que apenas necesitan digestión, sino que pasan directamente del estómago a la corriente sanguínea, mediante el fenómeno de la persorción: se puede observar su presencia en la sangre y en la orina solamente dos horas después de ingerirlo. Por esta razón se recomienda tomarlo fuera de las comidas y especialmente en ayunas, para obtener un eficaz y rápido reparto de nutrientes.
¿Para qué casos está indicado?
Las “curas” de polen durante cierto tiempo son muy adecuadas para recuperar fuerzas después de estados convalecientes, en casos de fatiga o cansancio crónicos o semicrónicos, astenias primaverales u otoñales, debilitamientos en general, apatías y anemias, ya que aumenta la producción de hemoglobina, en pocas palabras, renueva la sangre.
Es un buen ayudante para el hígado: sus glucósidos predigeridos aumentan y facilitan la formación del glucógeno que se almacena especialmente en este órgano, de ahí su ayuda para cansancio o la anemia antes mencionados. Por otro lado se ha observado un efecto corrector en altos niveles de colesterol.
Asimismo da buenos resultados en problemas de la menstruación o trastornos de la menopausia asociados a inflamaciones de estos tejidos, así como de la próstata o incluso de las vías respiratorias. Aquí incluiríamos al cerebro, y con él, un aumento de la concentración y la memoria y la motivación en general, siendo especialmente apropiado para los ancianos.
Tomado con regularidad, es un complemento excelente para casos de depresión y ansiedad, irritabilidad y neurastenia. Aporta energía rápidamente, y es un regenerador de primera calidad. Incluso se habla de que es capaz de restablecer algunas proteínas que se rompen debido a frecuentes exposiciones a radiaciones.
Desde la caída del cabello (el polen contiene cistina, de la que hay un 17% en el cabello), hasta el reumatismo y la artritis, y prevenir la gripe, actuando como barrera inhibidora de ciertos gérmenes, podemos decir de él que es un remedio bastante universal, eso sí, tomado con constancia. No se trata
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