Texto analítico de sus prácticas evaluativas y planteamiento a futuro

TEXTO ANALÍTICO DE SUS PRÁCTICAS EVALUATIVAS Y PLANTEAMIENTO A FUTURO

La evaluación antes, era sin duda una copia de lo tradicional, de lo cotidiano que venían enseñándonos en escuelas, en talleres y sobre todo en la experiencia de vida que nos formó como ciudadanos y ahora como docentes.

Esa enseñanza y experiencia nos hizo siempre buscar la excelencia cuando se trataba de evaluarnos, pasando de generación en generación, de abuelos a padres, de padres a hijos, siempre buscando el número 10 en calificación máxima. Era sin duda una lucha de rivalidades entre hermanos, primos y amigos por lograr en cada evaluación aparecer en el cuadro de honor, pertenecer a la escolta, ser los consentidos de la clase y de la escuela. Sin darnos cuenta que nos formaban con un egoísmo, con envidia ante aquellos que no lograban ese anhelado 10, lejos de ser lo mejor, muchas veces se apartaban los alumnos que se les daba el sobrenombre de mataditos o cerebritos.

Desafortunadamente hasta hace algunos años, la forma de evaluar seguía siendo la misma a pesar de varias transformaciones que se le vino haciendo al tema educativo. En la actualidad se ha buscado entreverar en el tema evaluación “tanto para acreditar y emitir juicios de valor como para diagnosticar, retroalimentar, reflexionar, regular y mejorar los aprendizajes” (Anijovich & González, 2011, p. 10).

La transformación se ha ido dando de forma gradual, seguimos utilizando la evaluación para conservar un estado de control entre docente-alumno, realizando cuantitativamente los logros alcanzados, generalmente continuamos obteniendo calificaciones a través de pruebas estandarizadas, con la suma de trabajos en clase y tareas que simplemente se vuelven evidencias de que el alumno hizo algo.

En la actualidad, con la implementación de la Nueva Escuela Mexicana (NEM) a través de su Plan de Estudios 2022 “señala que es fundamental hacer un replanteamiento de la evaluación que favorezca el avance de las y los estudiantes considerando sus propias condiciones y ritmos de aprendizaje para alejarse de una evaluación tradicional que se centra únicamente en el producto o resultado y deja de lado lo que sucede durante el proceso formativo” (SEP, 2022).

Ahora bien, si llevamos esto a la práctica como docentes, debemos empezar aplicándola en la evaluación diagnóstica, es donde comenzaremos la transformación de “la evaluación tradicional que buscaba la reproducción de los saberes, la memorización de contenidos y la repetición” (Demuth 2020) a una evaluación alternativa, autentica y formativa. En donde conozcamos a los alumnos en sus conocimientos básicos, sus ritmos y estilos de aprendizaje, sus valores, emociones, carencias físicas, sociales; una radiografía que nos permita profundizar más en cada uno de los niños y niñas que estarán bajo nuestro aprendizaje. Para ello es necesario apoyarnos de todo el personal que labora en las instituciones, asignando pequeñas pero significativas tareas de acuerdo a las especialidades de cada uno de ellos.

Esta labor no se puede tomar a la ligera y mucho menos realizarla en un par de días, debemos darnos nuestro tiempo para obtener resultados que nos abran un panorama significativo, dejando fuera las calificaciones numéricas que solo nos da un falso resultado de como en verdad recibimos a los alumnos y alumnas. Es necesario llevar a cabo un análisis de lo que cada alumno requiere, solo así nosotros como docentes reflexionaremos y adecuaremos nuestras enseñanzas para un grupo, pero que a su vez ayude directa y personal a cada alumno y alumna a nuestro cargo.

Este proceso es muy ambicioso para una sola persona, claro es que necesitaremos el apoyo de todos y todas incluyendo padres de familia, para la continuidad y seguimiento de la evaluación diagnóstica, porque este proceso no simplemente recae en al inicio del ciclo, tendrá que retomarse

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