Actividad integradora 5 La pesadilla (el relato)
reginaximEnsayo1 de Marzo de 2019
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ACTIVIDAD INTEGRADORA: El relato
FECHA: 08 de noviembre del 2018
NOMBRE: Lizbeth palmillas castellanos
FACILITADORA: Leonor Hernández
GRUPO: M2C3G17-160
Tema | ¿Sobre qué quieres escribir? Sobre un confuso y hecho fantástico |
Titulo | ¿Cómo nombras tu relato? La pesadilla |
Narrador | ¿En qué persona se realizará la narración? Segunda persona |
Inicio | ¿con que frase iniciaras tu relato? Me apure |
LA PESADILLA (EL RELATO)
Me apure a arreglarme, sentí que debía ser tarde, así que me apure a salir a la calle y saque la motocicleta del rincón donde la guardaba. En la joyería en la esquina vi que eran las nueve llegaría justo a tiempo a donde iba, había un hermoso y me monte en la moto ansiosa por el paseo. La moto ronroneaba por mis piernas y un viento fresco me chicoteaba los pantalones.[a]
Deje pasar los ministerios y la serie de comercios con brillante vitrinas de la calle central Haora entraba en la parte más agradable del trayecto: el verdadero paseo, una calle larga bordeaba de árboles, poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras. Quizá algo distraída, pero corriendo de la derecha como correspondía, me dejaba llevar por la tersura, crispación de ese dia comenzando. Cuando de repente vi que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era muy tarde para soluciones fáciles. Tratare de frenar con el pie y la mano desviándome a la izquierda, oí el grito de la mujer y junto con el perdí la visión. Fue como dormiré de golpe.[b]
Volví bruscamente del desmayo, cuatro o cinco hombres me estaban sacando de debajo de la moto, me dolía mucho la rodilla y cuando me alzaron grite, no podía soportar la visión del brazo derecho. Mi único alivio fue que estaba en todo su derecho. Al cruzar la esquina. Pregunté a la mujer tratando de no vomitar con la presión de mi garganta, mientras me llevaban boca arriba, supe la causante del accidente no tenía que nomás unos rasguños en las piernas.
La ambulancia llego a los cinco minutos y me subieron a una camilla donde pude tenderme a gusto. El brazo casi no me dolía, de una cortadura en la ceja me goteaba sangre por toda la cara la cual me lamí una o dos veces para beberla. Me tuvieron un largo rato en un cuarto de con olor a hospital, quitándome la ropa y poniéndome una camisa dura. Me movía cuidadosamente el brazo y las enfermeras bromeaban todo el tiempo.
Pase a la sala de operaciones, alguien blanco alto y delgado se me acerco y me puso a mirar la radiografía, sentí que me pasaban de una camilla a otra, el hombre de blanco se me acerco otra vez sonriendo con algo que le brillaba en la mano derecha.
Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y yo nunca soñaba olores, primero un olor a pantano y los tembladerales de los que no volvía. Nadie, pero el olor ceso y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que me movía huyendo de los aztecas, que andaban a caza de hombres y mi única posibilidad era esconderme en lo más denso de la selva.[c]
Lo que más me torturaba era el olor como si aun en lo absoluta aceptación del sueño algo se revelara, contra eso que no era habitual. Un sonido inesperado me hizo agacharme y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en mis sueños abundaba el miedo.
Se va a caer de la cama dijo el enfermero, abrí los ojos y era de tarde con el sol ya bajo los ventanales de la larga sala. Vino una taza del maravilloso caldo de oro oliendo a puerro a apio y perejil, y un trocito de pan más precioso que todo un banquete.
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