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Mapa conceptual sobre las Barreras de la comunicación

Sebastian LealSíntesis13 de Septiembre de 2021

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Esta es la pregunta que se trata de responder en el presente capítulo: descubrir o reconocer los obstáculos más comunes que impiden

a las personas y a los grupos humanos comunicarse y relacionarse de

manera apropiada. Vamos a esclarecer cuáles son las principales fallas de comunicación, ilustrando lo anterior con anécdotas, cuentos o

tiras cómicas, á fin de que dichos errores sean más explícitos y

puedan corregirse. Es decir, lo deseable es que al identificarse con

algunas o varias de dichas barreras, el lector pueda ampliar su visión

de las relaciones humanas y experimentarlas más intensamente

(como lo hace el profesor Keating en la película La sociedad de los poetas

muertos, quien sube a los estudiantes sobre los escritorios a fin de

tener mayor perspectiva de las situaciones humanas).

Los obstáculos más comunes para la comunicación y las relaciones

humanas son, pues, los siguientes:

2. No escuchar.

2. El poder, la ideología, el estatus.

3. El prejuzgar, adivinar, suponer.

4. Las actitudes negativas, la subjetividad .

5. La superficialidad.

6. La rutina de vivir.

7. El engaño, la mentira.

8. El lenguaje.

9. El miedo.

10. La crítica destructiva.

11. Las lenguas y la cultura.

22. El creer que sólo existe una realidad (la nuestra, por supuesto).

23. La prisa, la impaciencia.

24. El modo de comunicarnos.

25. El no empatizar.

A continuación, se explican cada uno de estos obstáculos:

1. No escuchar. Es tal vez la barrera más importante para la comunicación. Se dice que la base de las relaciones humanas es la capacidad de comunicarse y para hacerlo es preciso saber escuchar; para

aprender a escuchar... hay que aprender a callar, a estar en silencio.

En realidad pocas veces escuchamos: al dialogar, ya estamos

preparando la respuesta, listos para el combate verbal. O

escuchamos una parte, la que más nos conviene o la adaptamos a

los propios intereses: un profesor explica en la clase de historia la

Revolución francesa y algunos de los episodios de ésta en París;

un estudiante alza la mano y comenta que estuvo en el verano

pasado de vacaciones en París.

Sin duda, nuestras relaciones humanas se enriquecerían si,

ante todo, habláramos menos y escucháramos más, como se

muestra en el siguiente caso:

El presidente Theodore Roosevelt sentía una verdadera pasión por la caza

mayor y cuando supo que un famoso cazador inglés estaba en los Estados

Unidos, le invitó a la Casa Blanca con la esperanza de que le revelara algunos

de sus secretos cinegéticos. Tras permanecer reunidos ellos dos solos durante

dos horas, sin que nadie les molestara, el inglés salió un tanto aturdido.

"¿Qué le ha dicho usted al Presidente?", le preguntó un periodista. "Le he

dicho mi nombre", respondió el visitante, completamente exhausto.34

Se ha dicho con acierto que la naturaleza nos proveyó de dos orejas y una sola boca, lo cual significa que debemos escuchar el doble

de lo que hablamos. ¡Cuántas situaciones, momentos o relaciones

hemos dañado por el defecto de no escuchar! Una pareja ve la televisión antes de dormir; la esposa le dice lo siguiente al marido, mientras éste lee el periódico: "Mañana es el último día para pagar

el teléfono; no se te olvide pagarlo". El resultado es fácil de imaginar: el corte del servicio telefónico. En este caso, ni el marido

escuchó ni la esposa tuvo la preocupación de asegurarse de que el

otro la escuchara.

El escuchar implica no necesariamente captar las palabras, sino

el comprender situaciones, señales, el lenguaje no

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