Andrés Caicedo
mole12319 de Mayo de 2015
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1. SOBRE LA NARRATIVA DE ANDRÉS CAICEDO
"El artista se busca a sí mismo, se construye
a sí mismo a través de su obra"
Andrei Tarkovski.
Andrés Caicedo concede a la historia literaria, teatral y cinematográfica de nuestro país, una obra que si bien no es extensa dada la rapidez de su partida, e inacabada frente a las posibilidades estilísticas y temáticas que la madurez de los años le hubiera aportado a su carrera, representa un aporte de gran importancia en cuanto a la innovación en las formas, la implantación de nuevos referentes artísticos y su visión particular para explorar lo sombrío de la condición humana.
Desde temprana edad, Andrés establece un fuerte vínculo con la literatura, relación que le permite convertirse en un escritor precoz; además, fue crítico, guionista y director de cine, por vocación; hombre de teatro (actor, director y dramaturgo), gracias a esa relación con el arte que solo las personas de talento como él logran establecer; poeta en los pocos instantes en que los versos eclipsaron su prosa fragmentada y creativa; caricaturista y melómano, por afición. Un creador incansable consumido por sus propios fantasmas.
Su obra para la literatura está influenciada por el trabajo de los escritores del "boom" de la narrativa latinoamericana, aspecto que se hace evidente en el lenguaje urbano de sus relatos, el predominio de personajes adolescentes, la incorporación del punto de vista y narración fragmentada en algunos de sus cuentos. Sin embargo, la influencia más importante la recibe de los escritos de terror y suspenso de Howard Phillips Lovecraft y Edgar Allan Poe, a quienes leyó desde su infancia. Así es como lo macabro y lo grotesco se hace presente en la mayoría de sus historias, razón por la cual los personajes sucumben ante el horror, el crimen, el encierro y la fatalidad que les envuelve en un descenso progresivo hacia la perdición.
El centro del universo literario creado por Andrés Caicedo lo compone el cine y la ciudad. La ciudad de Cali como un ambiente marcado por la perversión, criminalidad y angustia que rodea a sus personajes en su mayoría adolescentes, quienes terminan atrapados por la droga, la locura, el canibalismo, la lucidez extrema que los envuelve en la desesperanza y la belleza femenina como símbolo de maldad. El cine, en la mayoría de los casos, surge como refugio frente a la soledad y el desarraigo producto de la exclusión al que los condena la sociedad, para otros es el mecanismo que los enfrenta con sus propios fantasmas. "Cuando yo iba a cine salía con un infierno adentro".
El trabajo narrativo de Andrés Caicedo ha sido clasificado por Sandro Romero y Luis Ospina, a quienes nombró en su testamento como albaceas de su obra, en tres momentos: el primero, su producción entre 1966 y 1968, donde se encuentran sus escritos de adolescencia publicados en los diarios El espectador y Occidente de Cali; a esta etapa pertenece el cuento: "Infección", relato de un joven atormentado por la soledad, quien con una profunda lucidez refleja la incomunicación y la agonía de vivir en la ciudad. "Sí, odio a Cali, una ciudad con unos habitantes que caminan y caminan…y piensan en todo y no saben sin son felices, porque no pueden asegurarlo".
La segunda etapa de su obra la componen los escritos realizados durante 1969, entre los que se incluyen las piezas para teatro: Las curiosas conciencias, El fin de las vacaciones, Recibiendo al nuevo alumno, El mar, Los imbéciles también son testigos y La piel de otro héroe. Los cuentos: Por eso yo regreso a mi ciudad, Vacío, Besacalles, De arriba abajo de izquierda a derecha, El espectador, Felices amistades y ¿Lulita que no quiere abrir la puerta? De este período analizaremos más adelante el cuento "El espectador", texto que da origen a nuestro trabajo de adaptación. Es importante anotar que en ese momento Andrés tenía tan solo dieciocho años de edad y una gran pasión por el arte, pues no solo escribía para el teatro y la literatura, sino que también incursionaba en la crítica cinematográfica, con sus primeras reseñas para la revistas Hablemos de cine de Perú.
El tercer momento en la carrera literaria de Caicedo incluye todos los relatos que se relacionan con la saga de Angélita y Miguel Ángel hasta la publicación de su obra más importante, la novela ¡Que viva la música! En esta etapa inaugura el cineclub de Cali, se afianza como crítico de cine, viaja a Estados Unidos con la intención de vender los guiones que ha escrito y consolida su trabajo narrativo. Lastimosamente, también es la etapa en donde la angustia y la sensación de fracaso comienzan a inundarle: Andrés no se repone de la fallida venta de sus guiones en Hollywood. "Es la conciencia del fracaso la que no me deja en paz. Digo, ¿Considero un fracaso haber venido acá y no haber vendido nada? Considero un fracaso no poder regresar ya, ahora…". Además, su tormentosa relación con Patricia Restrepo le va apagando el deseo de continuar.
Lo que he sentido hoy al menos por tres horas me hace pensar que tengo adentro un río de arena hirviendo que poco a poco se agota en un hoyo profundo y negro, y no tengo tiempo para probar en verdad el placer de la compañía, eso que intuyo, el placer de la celebración, del amor, de la música.
De este tercer momento en la vida literaria de Andrés Caicedo hablaremos de la trilogía de Angélita y Miguel Ángel editada bajo el nombre de Angelitos empantanados o historias para jovencitos, escrita entre 1971 y 1972. En estos relatos se describe el mundo de los adolescentes del segundo A del Colegio San Juan Berchmans - allí Andrés estudió algunos años de su bachillerato. En estos relatos se incluyen personajes como: Solano Patiño, Danielito Bang y Héctor Piedrahíta Lovecraft, quienes reaparecen en otros cuentos como personajes centrales. De esta manera, Andrés configura un mismo universo narrativo regido por el miedo, el encuentro con el horror, la derrota adolescente ante la vida, la marginalidad y fatalidad. Esto impulsa a los personajes a refugiarse en el encierro o la muerte como única alternativa frente a la angustia que les envuelve. "Y experimenté entonces una atormentadora angustia, una angustia sin fin a la que no le encuentro nombre, cada vez que hablo, cada vez que hablo, sabía, esa noche, una vez más, que todo lo que dijera serviría sólo para perderme".
Como señalamos previamente, el estilo narrativo de Andrés Caicedo no había alcanzado aún su madurez total, sin embargo, es posible reconocer ciertos rasgos particulares heredados de las lecturas que lo influenciaron. Entre ellos:
a) La discontinuidad entre tiempo interior y narración: el lector experimenta la sensación que los sucesos no avanzan, pues mientras el narrador presenta los eventos entra en divagaciones que desbordan el relato inicial. Esta característica es notoria en la primera parte de Angelitos empantanados o historias para jovencitos.
b) La permanente muda de narrador: generalmente se alterna entre un narrador en tercera persona omnisciente y primera persona protagónica. Como es el caso del cuento El espectador:
Entonces Ricardo González fue golpeado. Sintió aquello que se estrelló contra su nuca cuando todavía estaba descifrando la respuesta del gordo. Un golpe allí y después ese puño del gordo y su cara más atrás, algo que choca contra su espalda y los gritos alegres de esos niños, y si me pegan otra vez allí se me va a reventar todo pero no saldrá sangre, se reventará, dijo que no le había gustado pero no fue él, yo he venido para que hablemos de la película…
c) Presencia de un lenguaje ligado a la oralidad caleña: el lenguaje víncula las historias de Andrés dentro de una sociedad y tiempo específico y refleja las manifestaciones culturales caleñas, las cuales usa como referente para crear su universo narrativo. El cuento El Espectador vuelve a servirnos de referencia para ejemplificar esta característica, aunque las variantes lingüísticas propias de la ciudad de la época del autor se aprecian lo largo de su obra. "Buenas tardes- dijo Ricardo. Comencé mal. En esta ciudad se saludan diciendo hola o quiubo"
d) La creación de universos inconscientes: Los protagonistas de sus relatos, en su mayoría, son seres atormentados, así que la narración por momentos se presenta de manera discontinua entrecruzándose la realidad con deseos o pesadillas de los personajes.
Para cerrar este apartado dedicado al trabajo literario de Andrés Caicedo, es suficiente con reafirmar la vigencia de su obra dentro de la literatura nacional y señalar que aún la crítica no termina de explorar en profundidad las historias de este jovencito que con su partida nos negó la posibilidad de conocer la madurez de su carrera, la cual habría sido muy fructífera para el arte de nuestro país.
1.1. CONSTRUCCIÓN DE MUNDO: CIUDAD Y VÉRTIGO VITAL
"Anda en busca de una ciudad que se llama Cali,
que todavía debe existir porque cuando
se acabe Cali se acaba el mundo entero".
Andrés Caicedo.
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1.1.1. A propósito de literatura y ciudad.
Cali es el escenario único de las historias creadas por Andrés Caicedo para la literatura. Sus cuentos y novelas surgen y se desarrollan en su ciudad, a la que convierte en protagonista de su obra al imprimirle su visión particular y presentarla como centro de las relaciones sociales y culturales de sus personajes.
De acuerdo con lo anterior, surge la necesidad de pensar la obra de Andrés Caicedo desde una perspectiva de literatura urbana. Para ello, es importante precisar cuál es nuestro concepto de literatura de ciudad
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