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Andrés Caicedo


Enviado por   •  19 de Mayo de 2015  •  12.224 Palabras (49 Páginas)  •  262 Visitas

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1. SOBRE LA NARRATIVA DE ANDRÉS CAICEDO

"El artista se busca a sí mismo, se construye

a sí mismo a través de su obra"

Andrei Tarkovski.

Andrés Caicedo concede a la historia literaria, teatral y cinematográfica de nuestro país, una obra que si bien no es extensa dada la rapidez de su partida, e inacabada frente a las posibilidades estilísticas y temáticas que la madurez de los años le hubiera aportado a su carrera, representa un aporte de gran importancia en cuanto a la innovación en las formas, la implantación de nuevos referentes artísticos y su visión particular para explorar lo sombrío de la condición humana.

Desde temprana edad, Andrés establece un fuerte vínculo con la literatura, relación que le permite convertirse en un escritor precoz; además, fue crítico, guionista y director de cine, por vocación; hombre de teatro (actor, director y dramaturgo), gracias a esa relación con el arte que solo las personas de talento como él logran establecer; poeta en los pocos instantes en que los versos eclipsaron su prosa fragmentada y creativa; caricaturista y melómano, por afición. Un creador incansable consumido por sus propios fantasmas.

Su obra para la literatura está influenciada por el trabajo de los escritores del "boom" de la narrativa latinoamericana, aspecto que se hace evidente en el lenguaje urbano de sus relatos, el predominio de personajes adolescentes, la incorporación del punto de vista y narración fragmentada en algunos de sus cuentos. Sin embargo, la influencia más importante la recibe de los escritos de terror y suspenso de Howard Phillips Lovecraft y Edgar Allan Poe, a quienes leyó desde su infancia. Así es como lo macabro y lo grotesco se hace presente en la mayoría de sus historias, razón por la cual los personajes sucumben ante el horror, el crimen, el encierro y la fatalidad que les envuelve en un descenso progresivo hacia la perdición.

El centro del universo literario creado por Andrés Caicedo lo compone el cine y la ciudad. La ciudad de Cali como un ambiente marcado por la perversión, criminalidad y angustia que rodea a sus personajes en su mayoría adolescentes, quienes terminan atrapados por la droga, la locura, el canibalismo, la lucidez extrema que los envuelve en la desesperanza y la belleza femenina como símbolo de maldad. El cine, en la mayoría de los casos, surge como refugio frente a la soledad y el desarraigo producto de la exclusión al que los condena la sociedad, para otros es el mecanismo que los enfrenta con sus propios fantasmas. "Cuando yo iba a cine salía con un infierno adentro".

El trabajo narrativo de Andrés Caicedo ha sido clasificado por Sandro Romero y Luis Ospina, a quienes nombró en su testamento como albaceas de su obra, en tres momentos: el primero, su producción entre 1966 y 1968, donde se encuentran sus escritos de adolescencia publicados en los diarios El espectador y Occidente de Cali; a esta etapa pertenece el cuento: "Infección", relato de un joven atormentado por la soledad, quien con una profunda lucidez refleja la incomunicación y la agonía de vivir en la ciudad. "Sí, odio a Cali, una ciudad con unos habitantes que caminan y caminan…y piensan en todo y no saben sin son felices, porque no pueden asegurarlo".

La segunda etapa de su obra la componen los escritos realizados durante 1969, entre los que se incluyen las piezas para teatro: Las curiosas conciencias, El fin de las vacaciones, Recibiendo al nuevo alumno, El mar, Los imbéciles también son testigos y La piel de otro héroe. Los cuentos: Por eso yo regreso a mi ciudad, Vacío, Besacalles, De arriba abajo de izquierda a derecha, El espectador, Felices amistades y ¿Lulita que no quiere abrir la puerta? De este período analizaremos más adelante el cuento "El espectador", texto que da origen a nuestro trabajo de adaptación. Es importante anotar que en ese momento Andrés tenía tan solo dieciocho años de edad y una gran pasión por el arte, pues no solo escribía para el teatro y la literatura, sino que también incursionaba en la crítica cinematográfica, con sus primeras reseñas para la revistas Hablemos de cine de Perú.

El tercer momento en la carrera literaria de Caicedo incluye todos los relatos que se relacionan con la saga de Angélita y Miguel Ángel hasta la publicación de su obra más importante, la novela ¡Que viva la música! En esta etapa inaugura el cineclub de Cali, se afianza como crítico de cine, viaja a Estados Unidos con la intención de vender los guiones que ha escrito y consolida su trabajo narrativo. Lastimosamente, también es la etapa en donde la angustia y la sensación de fracaso comienzan a inundarle: Andrés no se repone de la fallida venta de sus guiones en Hollywood. "Es la conciencia del fracaso la que no me deja en paz. Digo, ¿Considero un fracaso haber venido acá y no haber vendido nada? Considero un fracaso no poder regresar ya, ahora…". Además, su tormentosa relación con Patricia Restrepo le va apagando el deseo de continuar.

Lo que he sentido hoy al menos por tres horas me hace pensar que tengo adentro un río de arena hirviendo que poco a poco se agota en un hoyo profundo y negro, y no tengo tiempo para probar en verdad el placer de la compañía, eso que intuyo, el placer de la celebración, del amor, de la música.

De este tercer momento en la vida literaria de Andrés Caicedo hablaremos de la trilogía de Angélita y Miguel Ángel editada bajo el nombre de Angelitos empantanados o historias para jovencitos, escrita entre 1971 y 1972. En estos relatos se describe el mundo de los adolescentes del segundo A del Colegio San Juan Berchmans - allí Andrés estudió algunos años de su bachillerato. En estos relatos se incluyen personajes como: Solano Patiño, Danielito Bang y Héctor Piedrahíta Lovecraft, quienes reaparecen en otros cuentos como personajes centrales. De esta manera, Andrés configura un mismo universo narrativo regido por el miedo, el encuentro con el horror, la derrota adolescente ante la vida, la marginalidad y fatalidad. Esto impulsa a los personajes a refugiarse en el encierro o la muerte como única alternativa frente a la angustia que les envuelve. "Y experimenté entonces una atormentadora angustia, una angustia sin fin a la que no le encuentro nombre, cada vez que hablo, cada vez que hablo, sabía, esa noche, una vez más, que todo lo que dijera serviría sólo para perderme".

Como señalamos previamente, el estilo narrativo de Andrés Caicedo no había alcanzado aún su madurez total, sin embargo, es posible reconocer ciertos rasgos particulares heredados de las lecturas que lo influenciaron. Entre ellos:

a) La discontinuidad entre

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