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Influencia que tuvieron los años 60 y 70 en la obra de Andrés Caicedo


Enviado por   •  31 de Octubre de 2017  •  Informes  •  1.589 Palabras (7 Páginas)  •  208 Visitas

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El objetivo del presente trabajo es evidenciar cómo el contexto cultural de Colombia en los años 60 y 70 influenciaron no sólo gran parte de la literatura  sino especialmente en la obra de Andrés Caicedo, escritor Colombiano nacido en Cali en el año 1951 y, por decisión propia, muerto en la misma ciudad en el año 1977 con la edad de 25 años. A pesar de ello, Andrés Caicedo dejó un legado en la literatura Colombiana, pues su escritura caracterizada por hacer parte de género urbano mostró cuáles eran las problemáticas ciudadanas en la época y sobre todo las relaciones sociales entre jóvenes y la manera en que estos convivían en la sociedad. Los críticos lo han visto como un desarraigado, desadaptado y un ser trágico, pero más allá de estas miradas superficiales, estaba el artista afanado por vivir intensamente. Todo ello puede evidenciarse en su obra tal vez más conocida ¡Que viva la música! publicada el mismo día en que Caicedo decide terminar con su vida. Lo cierto es que esta obra muestra una cruda y devastadora realidad de lo que fue la juventud en los años 60 y 70.

En Colombia, los años 60 y 70 marcaron significativamente la historia del país en gran parte por la aparición de movimientos culturales que divulgaron en su producción literaria las realidades de su tiempo, jóvenes que se oponían al autoritarismo y a la represión por parte de la sociedad, dando cabida el pesimismo que mostraba las escasas perspectivas de éxito en la lucha contra la enajenación que era provocada por la sociedad tecnológica. Se proclamó como axioma el hecho de que no había cambio posible en la sociedad. (Bermudez, 2012).

¡Que viva la música! es una obra cuya protagonista: María del Carmen Huerta, decide dar un cambio a su vida, cansada de la rutina del Norte de Cali inicia un viaje por toda la ciudad, en una búsqueda constante de cambio y un deseo de alejarse de todo aquello que la sujeta y reprime. En su búsqueda se adentra en el mundo de la rumba, la música y las drogas, dejando a un lado los prejuicios que imponen la sociedad y los sistemas u órdenes establecidos por una comunidad decadente y alienante.

Esta novela a simple vista puede verse como la historia de una muchacha que conoce la música y ésta cambia su rumbo de vida, pero más allá de lo evidente es una búsqueda hacia sí misma. La protagonista elige por voluntad propia llevar su vida hasta últimos extremos y la música es el puente que la lleva desde la vida en el norte hacía la vida en el sur.

“Música que se alimenta de la carne viva, música que no dejas sino llagas, música recién estrenada, me tiro sobre ti, a ti sola me dedico, acaba con mis fuerzas si sos capaz, confunde mis valores, húndeme de frente, abandóname en la criminalidad porque yo no sé nada y de nada puedo estar segura, ya no distingo un instrumento sino una efusión de pesares y requiebros y llantos a grito herido.” (Caicedo, 1982, pág. 115)

El aumento de las tendencias destructivas y totalitarias en los individuos era consecuencia de la enajenación provocada por la sociedad moderna, la generación joven del país no podía continuar con los ojos vendados ante la serie de problemas sociales, económicos y culturales que agobiaban y reprimían a la mayoría del pueblo colombiano. “El nuevo orden instaurado por los jóvenes rebeldes, constituyó una revolución cultural, un rechazo a todo aquello que en la sociedad representaba los valores de la clase media” (Bermudez, 2012)

Fue tanto el impacto que tuvo la gran cantidad de manifestaciones culturales que crecían a gran escala en los años 60 y 70 que contribuyó cambiando las ideologías de los jóvenes, tanto así que la liberación personal y social iban de la mano y las formas más evidentes de romper las ataduras del poder, las leyes y las normas del estado, de los padres y de los vecinos eran el sexo y las drogas.

Los organizadores de la fiesta lo intentaban despertar con toda cortesía, y él abría los ojos insultando al mundo y pensaría como los viejos: "La vida no vale nada", y caminaba tres pasos contradictorios, alcanzaba a proclamarse superior a todo eso antes de caer al lado de un poste pensando: "Le dedicaré mi vida al ajetreo, y el desorden será mi amo. Ahora durmamos". (Caicedo, 1982, pág. 115)

 En ¡Que viva la música! se refleja el estado de cosas de esa realidad, los tipos de cultura, las relaciones entre las clases sociales, el modo de vida,  la actitud ante la historia y el progreso. Andrés Caicedo hace de la escritura, la memoria misma, puesto que se empeña en mostrar la marginalidad de los personajes, la vida del sur,  la decadencia ética del norte, el mundo de la música y los alucinógenos, la pérdida de esperanza en los jóvenes.

“Y miraba yo los diversos estados de la rumba: el agotamiento, el despropósito de la patanería, los jovencitos que arruinaban su futuro en una noche de excesos. Y en el momento de perder todo valor ante los ojos de la amada, exclamaban el himno de los pepos: ¡Vale güevo!, para caer a la media hora en cualquier rincón, presa del arrepentimiento contra el que nadie puede pero se regodean en buscarlo, en sentirlo sin saber que eso es lo que produce el cansancio mayor”. (Caicedo, 1982, pág. 115)

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