La Narrativa

Relato:

Soy Silvia Pelozo, alumna del 2º año del profesorado de educación inicial; en el transcurso del mismo tuve la oportunidad de vivir una experiencia literalmente fructífera para mi formación profesional, le atribuyo dicha caracterización a la pasantía iniciada el 29 de agosto en el jardín maternal “Mamá Perla”, Institución perteneciente a la organización Sur-Sum en Goya (Ctes). La tarea que realice fue coordinada por las profesoras que dictan las cátedras: Didáctica de la Educación Inicial y Práctica II, el objetivo incluyó la toma de contacto con la realidad, llevar la teoría a la práctica, planificando actividades dirigidas a los niños. Fuimos distribuidas en parejas pedagógicas en los diferentes sectores: sala de bebés, deambuladores, sala de 2 y sala de 3 años; mi compañera Laura Bace y yo elegimos el sector de los bebés.

El primer día, cuando llegué al lugar, mis sensaciones conformaban una combinación de nervios, ansiedad, inseguridad y alegría porque me encantan los/as niños/as más pequeñitos/as. Habiendo ingresado en la sala propiamente dicha, después de observar a los 3 bebés que se encontraban en sus cunas, llorando al unísono, mis impresiones se transformaron en una necesidad interna de asistirlos, ternura e impotencia porque deseaba calmarlos y no podía con todos. Unos minutos más tarde me encontré ante mi primer desafío, la señora encargada del sector, me entrega a Pedro, pidiéndome que le cambie los pañales, una tarea sencilla pero que muy pocas veces había hecho en mi vida; a partir de aquel instante me conecté con el bebé y con parte de mi función en aquel sitio, de tal manera que los nervios se fueron disipando.

Durante los días de observación, la relación con los bebés se afianzó, más aún en los momentos de asistencia básicos (alimentación e higiene). En este período pudimos determinar las características generales de los pequeños, el primer obstáculo a enfrentar fue la situación de confusión que tenía lugar en la Institución con respecto a los nombres de algunos pequeños; según mi criterio, dicha circunstancia resultaba negativa para ellos/as, además, la identidad era uno de los aspectos a trabajar en nuestras propuestas.

Habiéndose resuelto la cuestión de los nombres, el desafío planteado fue lograr que Gabriela respondiera al suyo, me dedique a realizar las actividades dirigidas al conocimiento del campo social con ella (incluían trabajar la adquisición del nombre propio), reiterando en varias oportunidades la primer propuesta del itinerario de trabajo, cuyo principal objetivo fue la enunciación repetida del nombre de la bebé dentro del diálogo lúdico que establecí con ella.

En primera instancia, no pude determinar una respuesta de la niña; la pequeña se veía interesada en los materiales que eran parte del juego, pero su percepción aún no captaba mi llamado.

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