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Juegos olímpicos de Belmopá


Enviado por   •  20 de Febrero de 2013  •  1.322 Palabras (6 Páginas)  •  503 Visitas

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Repasaba por enésima vez, cuando rebasé al irlandés y al chino y me quedé con la medalla de oro en los juegos olímpicos de Belmopán. Soñaba como sería mi vida de ahora en adelante que era medallista olímpico, y una sombra se cruzó de la puerta de mi cuarto a la puerta que da a la calle, era un ladrón que llevaba mi medalla. Se subió a un taxi y salió en dirección a la calle del tambo, no podría llegar muy lejos porque para ir al otro lado de la ciudad hay que cruzar por el puente McColins que de once de la mañana a tres de la tarde se pone con un tráfico insoportable, así que le pedí a don Casildo que me llevara en su mustang´78. Me dijo que él sabía a donde se dirigía porque los caminos de la ciudad son pocos y que los conocía como la palma de su mano. El Mustang de Casildo iba trastabillando por las calles y estábamos persiguiendo algo que ni podíamos ver. “Como está mano conozco yo estas calles” decía “no se preocupe cipote que ya vamos a recuperar su medalla” calló porque vio que en la calle de retorno iba el taxi del ladrón, le vi la cara, era inconfundible, la sombra que vi debía pertenecer a ese hombre. “malditos árboles, por qué ponen árboles en las medianas, no se ponen a pensar en que puede haber un hombre humilde y un medallista olímpico persiguiendo a un ladrón, que va en un taxi en la vía contraría” dejé hablando solo a Casildo.

Corrí hasta alcanzar a Juliana Paz en su motocicleta turquí, una de las actrices de la compañía teatral de mi hermana, con ella seguimos por media ciudad al ladón que según nuestra conjeturas bajando del taxi, no pudo hacer tomado otro camino que no fuera la peatonal Carlos V Juliana dejo de correr porque le dolían las piernas, yo seguí corriendo, la peatonal en ocasiones parece interminable, el camino se bifurcaba, estaba la calle Rochestein al Este y la Calle Tsa Nang al oeste, es la misma calle pero por caprichos políticos cambia de nombre en esa avenida. Dude un momento, pero siempre he sabido que los ladrones de medallas siempre toman los caminos hacia el oeste. La calle Tsa Nang, está atiborrada de afro-descendientes que comercian allí sus artesanías multicolores que vienen siempre premiadas con unos cazabes y pescado frito. El ladrón no podría avanzar demasiado rápido porque la calle se llena mucho, pero yo tampoco. Llegué al final de la calle.

Entré a la alcaldía, uno de los policías quiso arrestarme, pero yo le explique que era medallista olímpico, me respondió que justamente por eso, que si acaso no leía ,que había una nueva ley que dictaba que portar oro era un delito, porque desestabilizaba a la sociedad y alborotaba a los ladrones. Aun así, no me arrestó. Mejor seguí mi persecución, la policía no me quiso ayudar.

Caminé unos minutos y me encontré en el centro de la ciudad, bajo la estatua de Jaques Belé me sentía muy seguro de encontrar a mi prófugo porque desde ese lugar de la ciudad todo es simétrico. Uno de los lustrabotas se me acercó para darme una chaineada, accedí porque esete hecho abonaba la causa de mi medalla, los lustrabotas siempre saben dónde están los ladrones de medallas. Le pagué al niño que me lustro los tenis, para que me pudiera decir al menos a que distancia se encontraba el ladrón de medallas. Al final desembuchó que se encontraba a quince minutos pie, pero no me dio ningún señalamiento más. Conjeturé: al norte quince minutos, se encuentra el restaurante Somalino, al sur lo que está es una calle llamada “Homo erectus” donde se hay un montón de pintores no académicos, el ladrón no podría encontrarse

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