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Can Simon


Enviado por   •  13 de Diciembre de 2013  •  692 Palabras (3 Páginas)  •  194 Visitas

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Josep Calerons era ejecutivo de marketing en una importante empresa farmacéutica multinacional en Barcelona. A sus 45 años, se podía decir que todo le iba bien, personal y profesionalmente, aunque él estaba un poco cansado de la rutina del trabajo que llevaba años desempeñando. Quería hacer algo distinto, y demostrarse que también podía tener éxito como empresario.

Jordi y su familia (estaba casado y tenían 3 hijos) pasaban la mayoría de fines de semana en un pequeño pueblo del Baix Ampurdà en el cual tenían un apartamento con vistas al mar. En sus cortos desplazamientos por la comarca, había descubierto un lugar en el interior, no muy lejos de la costa, todavía no afectado por la urbanización masiva de la zona. Consistía en un terreno con diversas edificaciones, destacando el pequeño castillo del siglo XIX, con unos alrededores magníficos, y conocido localmente como Can Simó. Sin embargo, durante los últimos años había sido descuidado, no siendo visible ninguna actividad en el lugar, y degradándose visiblemente. Había averiguado que la propiedad era de una familia de Madrid que nunca aparecían por allí, y que cumplían sus obligaciones tributarias y administrativas a través de un abogado en Figueres.

Josep pensaba en como aprovechar la belleza tanto del castillo como del entorno, y a menudo se sorprendía, en Barcelona, pensando en distintas alternativas. Además a menudo, cuando estaba allí, se desplazaba para dar un paseo y seguir dándole vueltas al asunto.

Le costó encontrar la dirección del abogado de Figueres, pero al final concertó una entrevista en la finca. Efectivamente, finca era de una familia de Madrid que, además, pensaban desprenderse de ella ya que, según le dijo el abogado, fue un “capricho” del abuelo, ya fallecido. El precio era de un millón y medio de euros, con todos los gastos de la transacción a cargo del comprador. La familia valoraba el terreno, de 15.000 m2 aproximadamente, en un millón de euros y el resto los 2.835 m2 edificados, básicamente el pequeño castillo.

Josep había llegado a la conclusión de que podría convertir el lugar en un establecimiento hotelero, que brindase una calidad y servicio único en la zona y para el cual, estaba convencido, existía la demanda suficiente. Desgraciadamente, sus previsiones al visitar el castillo se habían confirmado: sería necesario rehacer completamente el interior, así como sus instalaciones. Pensó que esto le permitiría adaptarlo a sus intenciones y decorarlo, tanto interior como exteriormente, de forma adecuada a lo que se proponía a hacer. El establecimiento debería funcionar todo el año y su público objetivo no eran los turistas extranjeros, aunque también fuesen bienvenidos.

Calculó que podría construir 19 habitaciones de dos camas y adecuar un restaurante de veinte mesas (aunque este extremo era fácilmente ampliable)

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