Carta De Una Enamorada

Carta de una enamorada.

Amor mío:

No pregunto cómo estas, porque prefiero que esa sea una de mis excusas para verte. Así que quisiera ir directo al grano. Tú sabes que yo soy una persona directa, que no se anda con rodeos. Por eso mismo quiero abrirte mi corazón en estas simples hojas de papel, que serán más que eso cuando te haya expresado el inmenso amor que siento por ti.

Quisiera empezar por describir lo que sentí cuando te vi por primera vez. Aunque a veces es difícil de creer, lo primero que vi en ti no fueron tus ojos, llenos de una cristalinidad sincera y profunda, ni tu cabello, que aunque corto, siempre me ha parecido hermoso en contraste con tu piel, tampoco fueron tus mejillas, con un rubor natural y característico de ti. Fue esa sonrisa, esa que no se encuentra en todos lados, una sonrisa sincera. Que viene directo del corazón, de esas que te hacen pensar todos los días que existen razones para ser feliz. De las que se contagian y enamoran con verlas una sola vez. Acercarme a ti me pareció más sencillo de lo que creí. Una simple charla y ya podías presumir que te habías robado toda mi atención.

Los días pasaban y sin darme cuenta de en cuanto tiempo sucedió. Me enamoré de ti. Y tal como yo pensaba, me demostraste ser una persona maravillosa, con sentimientos hermosos y actitudes que ahora parecen extrañas por el simple hecho de estar llenas de bondad.

El lazo de la amistad creció en nuestra relación, todo parecía perfecto cuando estaba a tu lado, todo era más divertido, el día parecía tener un brillo especial, me encantaba cuando tomabas mi mano aunque sabía que era en gesto de amistad.

Pero a pesar de ese cariño aun te guardaba un secreto, el secreto de mi amor. La tarde que te invite a salir… ¿La recuerdas? Ese día estaba dispuesta a decirte lo que sentía sin importarme nada, salimos a tomar un café a esa cafetería frente al parque quemas nos gustaba. Te veías tan bien ese día, la luz se reflejaba perfectamente en tus ojos pardos, esos que me fascinaba mirar a diario. Entonces lo decidí y de mis labios salieron esas palabras que yo solo pensaba a diario

–Te amo-

Reíste, y dijiste –Yo también-

Pero tú no lo entendías, tú te referías al amor que se da entre dos personas que son amigas. Entonces repetí:

-No, de verdad, te amo. Te amo como se aman todas las parejas de novios que pasean por aquel parque-

Me miraste, la confusión se reflejaba en tu rostro.

-¿Desde cuándo?- Preguntas

-Desde que te conocí a profundidad, desde que supe como eras. Desde que te dije “te quiero” por primera vez. Me has gustado desde que te mostraste transparente

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