Claves Para Hacer Un Adulto Excelso
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Hacia nuestra emancipación personal
Tlacatzin Stivalet Corral lunes 23 de enero de 2006
La palabra "CLAVE" se utiliza en castellano para referirse a la 'información sintética que nos permite reconocer la interconexión de factores que esclarece la esencia de un asunto'. Esta palabra es la castellanización del sustantivo femenino clavis 'llave, clave'. Ya en latín se usaba con este significado, tomando en cuenta que la locución clavis agnitionis significa en castellano: 'clave para el reconocimiento [de un asunto]', 'clave para la comprensión [de algo]', 'clave para el entendimiento [de alguna cosa]'.
Este uso de la palabra clavis 'clave' en latín es equivalente al sutantivo griego sêma, sêmatos 'signo, señal', que generó el verbo semáino '[yo] significo', de donde se deriva el adjetivo griego semantikós 'que significa, significativo' y el sustantivo semasía 'significado'. Desde hace unos 200 años, los europeos empezaron a utilizar estas palabras griegas, principalmente para expresar conceptos relacionados con la comunicación de los seres humanos, especialmente con la palabra.
Al castellano llegaron con retardo las innovaciones de los estudiosos europeos. En el año europeo 1525 aparece en castellano la palabra "SEMÁNTICA", como se llama al 'estudio del significado de las palabras', tomada del francés semantique en donde apareció en el año 1897 de la cuenta europea del tiempo, en ese mismo año aparece en castellano un sinónimo, la palabra "SEMASIOLOGÍA", con el significado de 'estudio del significado de las palabras', aparecida en Alemania en el año europeo 1839.
En el año europeo 1890 aparece en Francia la palabra sémeiologie, tomada del griego semeion 'signo' y de logos 'discurso', para referirse a la 'parte de la medicina que se ocupa de los signos clínicos, o sintomas, de las enfermedades', también en su forma de sémiologie 'semiología', esta palabra también con el significado lingüístico de 'teoría general de los signos'. Es importante esta "clave" para los hablantes de castellano, como es el caso de los mexicanos, para entender la "esencia" de ambas palabras.
En el año europeo 1938 apareció la palabra "SEMIÓTICA", del griego semeiotikós 'observante de signos', derivado del verbo someiosthai '[yo] interpreto signos', con el signifcado de 'teoría filosófica de los signos y los símbolos que trata especialmente con su función; en ambos casos, los lenguajes artificales y los naturales, y que comprende la sintaxis, la semántica y la pragmática'. Cabe decir que "PRAGMÁTICA" se refiere a la 'relación entre los signos lingüísticos y sus usuarios'.
Aquí hay que evocar la palabra etymología 'sentido verdadero de una palabra', también griega, tomada de etymos, etymon 'verdadero, real' y logos 'palabra, discurso'. En el año europeo 1910 los lingüistas acordaron usar la palabra "ETIMO" para significar 'palabra de la cual se origina otra'. Los mexicanos actuales, al hablar una lengua degradada, el latín vulgar usado en Castilla hace más de 1000 años, necesitamos utilizar los "etimos" para comprender el singificado de las palabras que usamos.
Acostumbrados como estamos los mexicanos al manejo cantinflesco del castellano, necesariamente, los párrafos anteriores tienen que resultar difíciles de comprender: extremadamente difíciles. Estamos acostumbrados a no entender lo que ocurre en nuestra patria. Escuchamos los discursos de los políticos sin endender una sola palabra. Nos da lo mismo "Chana que Juana". Esto permite el manejo demagógico de la política. Al no enteder las "claves", no distinguimos entre verdad y mentira.
LAS CLAVES PARA UNO MISMO HACERSE ADULTO EXCELSO Tlacatzin Stivalet
Casi resulta innecesario afirmar que los actuales mexicanos, tanto niños cuanto "adultos", desconocemos las "claves" que nos permiten asumirnos como "adultos plenos", como "ciudadanos excelsos". Esto es verdad para todos los mexicanos, en todo el territorio nacional. Esta ignorancia supina de las "claves" de nuestra realidad personal es lo que explica, mejor que otra cosa, todos los desbarajustes nacionales: en lo social, en lo político, en lo económico, en lo familiar y en lo educativo.
La "clave de acceso" hacia el "estado adulto" pleno se puede nombrar "programa genómico de maduración instintiva". El conocimiento de todas las "claves" de este programa es fundamental para "descubrir" todo lo que nos ocurre a los humanos entre el momento de nuestra concepción y los treinta años de edad. En el sistema educativo mexicano, tanto en el oficial cuanto en el privado, los maestros ignoran estas "claves" que deberían conocer: dañando por omisión a sus alumnos.
Los más dañados por esta "ignorancia supina" de sus maestros son los jóvenes de entre quince y treinta años de edad. Ellos son quienes están "emancipándose" de la tutela paterna y materna para hacerse "adultos plenos", al desconocer supinamente las "claves de acceso" al estado adulto toman decisiones erróneas que los llevan al fracaso de su "proyecto de vida". La actual confusión nacional es consecuencia del fracaso del "proyecto de vida" de las generaciones con más de 30 años de edad
A quienes tienen entre 15 y 30 años de edad sí les puede resultar benéfico conocer las "claves de acceso" al estado adulto pleno, a fin de que puedan asumir cabalmente su responsabilidad de hacerse "adultos plenos" y así predicar con el ejemplo a las nuevas generaciones. Para empezar, conviene saber que cada uno de nuestros cinco "arquetipos genéticos" es la consecuencia de dos elementos generadores: uno proveniente de nuestro "yo individuo" y otro proveniente de nuestro "yo especie".
Todos empezamos a vivir en el momento en que un espermatozoide de nuestro padre se unió a un óvulo de nuestra madre para, así, hacernos un "zigoto" independiente. Este hecho tan simple tiene muchas implicaciones y muchas consecuencias. Lo primero que tenemos que afirmar es que la primera célula de lo que termina siendo nuestro cuerpo adulto es 50 por ciento femenina y 50 por ciento masculina: todos somos irrenunciablemente duales. Lo masculino y lo femenino no pueden separarse.
De nuestra madre heredamos 23 cromosomas, con un total de entre 15,000 y 20,000 genes, y de nuestro padre también heredamos 23 cromosomas, con sus correspondientes entre 15,000 y 20,000 genes. El cromosoma 21 que heredamos de nuestra madre, tanto los hombres cuanto las mujeres, tiene identidad "X", en tanto que el cromosoma 21 que heredamos de nuestro padre tiene identidad "Y" en los varones y "X" en las mujeres. Esto equivale al 2 por ciento de diferencia entre hombre y mujer.
Es aquí donde se genera nuestra identidad dual. De nuestra madre heredamos identidad con la especie, tanto hombres cuanto mujeres, de nuestro padre heredamos identidad sexual: masculina o femenina. Esta identidad dual la asumimos impulsados por dos fuerzas instintivas complementarias: "afectividad" y "erotidad". Nuestra "afectividad" nos hace "buscadores de pertenencia" a nuestra especie, nuestra "erotidad" nos hace "buscadores de placer" individual.
A fin de entender mejor de qué se trata, conviene conceptualizar ambas fuerzas. La "AFECTIVIDAD" puede ser entendida como un 'impulso instintivo a establecer nexos permanentes con individuos de la misma especie', la "EROTIDAD" viene a ser nuestro 'impulso instintivo a disfrutar sensorialmente', es decir, a obtener placer a través de nuestros cinco sentidos: la vista, el oído, el olfato, el gusto y la epidermis. Esto hace que necesitemos activar ambas para hacernos "adultos plenos"
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LAS CLAVES PARA UNO MISMO HACERSE ADULTO EXCELSO Tlacatzin Stivalet
En ambas fuerzas instintivas está la "clave de acceso" para alcanzar cada uno de nosotros el "estado adulto". Cuando crecemos en un ambiente de armonía permanente, como es el caso de un hogar en el cual todos se expresen en nahuatlahtolli 'hablar armonizante', estas fuerzas instintivas nos van uniendo a nuestra género, al "genoma humano", al mismo tiempo que nos van individualizando eróticamente, para madurar sexualmente: como corresponde a nuestra esencia dual.
Estas fuerzas están presentes de manera autónoma mientras no hemos alcanzado el "estado adulto" pleno, es decir, que se manifiestan de manera independiente desde el momento de nuestra concepción hasta que cumplimos treinta años de edad. Cuando ya hemos alcanzado el estado adulto, ambas fuerzas se manifiestan integradas a través de una tercera, generada por la interacción activa de las dos, fuerza ésta que puede ser llamada "emotividad".
Así, la "EMOTIVIDAD" viene a ser esa 'fuerza instintiva que nos impulsa a reciprocar de manera armonizante aquello que nuestro corazón percibe de nuestro entorno, en nuestro aquí y nuestro ahora, en concordancia con nuestro instinto de pervivencia y con nuestro instinto de placer'. Si los primeros treinta años los hemos
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