Cuento Don Oso, el oso mentiroso.

Cuento:

Don Oso era un oso muy grande, tan grande que podía tocar la punta de los árboles, su pelaje era casi tan suave como el algodón, su color era el mismo al de una barra de chocolate, sus ojos eran negros como una aceituna, sus garras eran las más fuertes de todo el bosque y su hocico era muy peculiar, ya que no tenía los dientes como los demás osos, pues él decía que de tanto cazar y comer estrellas sus dientes habían quedado sin sus puntas en forma de triángulos.  

A Don Oso le gustaba viajar por el mundo. Un día se cansó de tanto viajar y decidió volver a su amado bosque. Cuando Don Oso llegó parecía que todo iba bien, pero muy pronto notó que sus amigos habían cambiado. Agustina la Jirafa a penas lo vio se alejó, Tomás el Hipopótamo ni siquiera lo miró, Don Oso pensaba que sólo era una broma de muy mal gusto y les pidió explicaciones a sus amigos, pero nadie le respondió. En ese momento Don Oso pensó que quizás sus amigos estaban celosos de él, pero muy pronto se dio cuenta de que ellos ya sabían de todas las mentiras que él les contaba acerca de sus viajes.

Sus amigos estaban muy tristes y Don Oso decidió no darse por vencido hasta remediar lo malo que había hecho. Le preguntó a Agustina la Jirafa como podía volver a ser su amiga y ella sólo lo ignoró, al ver que ella no le prestó atención fue donde Tomás el Hipopótamo y le hizo la misma pregunta, pero nuevamente fue ignorado, muy triste se fue llorando a su casa. Agustina y Tomás al ver llorar desconsoladamente a Don Oso decidieron perdonarlo, se acercaron a él, le dieron un gran abrazo, le dijeron que no mintiera más y así ellos iban a poder ser amigos por siempre, Don Oso muy feliz les prometió que nunca más les iba a mentir.

Pasaron los días, pero Don Oso no había aprendido la lección, seguía mintiendo y cada vez sus mentiras se volvían más y más grandes, Agustina y Tomás nuevamente lo dejaron a un lado, ya que se habían cansado de que Don Oso les mintiera sin cesar.

Una mañana Don Oso se levantó de su cama, tomó desayuno y fue en búsqueda de sus amigos pues esta vez nuevamente les pediría disculpas por las mentiras que él les decía, los llamó durante toda la mañana y ya ni siquiera estaban los pajaritos cantando como cada día, camino y camino por todo el bosque una y otra vez gritando el nombre de la señora Jirafa y el señor Hipopótamo, pero nadie respondía, hasta que al llegar a una roca encuentra escrito en una hoja;

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