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El Alquimista


Enviado por   •  28 de Marzo de 2014  •  1.573 Palabras (7 Páginas)  •  167 Visitas

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l alquimista relata la historia de un joven pastor, cuyos padres querían que fuera sacerdote pero él, buscando su historia personal decide recorrer los campos de Andalucía con su grupo de ovejas. A pesar de su profesión, era muy culto pues tenía un gusto especial por la lectura, aunque el esteriotipo con el que cargaban los pastores indicaba lo contrario. Su vida se resumía a viajar conociendo lugares y personas y eso era finalmente lo que lo apasionaba.

Un día vencido por el cansancio, encontró una iglesia abandonada y mientras dormía junto a sus ovejas tuvo por segunda vez un sueño en el que un niño jugaba con ellas y luego lo conducía a las pirámides de Egipto, naturalmente sentía celos porque a pesar de ser animales y carecer aparentemente de razón y sentimientos, el estar tan tiempo junto a ellas le generaba cierto apego.

Al día siguiente fue donde una adivina, con figura de gitana para interpretar su sueño que le dijo que no le cobraría nada, con la condición de que cuando encontrara el tesoro le diera una décima parte. Logicamente, el joven, que entre otras cosas se llamaba Santiago salio escéptico pero inquieto de su casa, aunque no puso reparo en cumplir con los caprichos de la vieja, igual ni siquiera creía en el invisible tesoro. Santiago siguió su camino y se sentó en el parque a leer su libro, pero poco después algo capturo su atención. Un viejo estaba sentado a su lado y lo miraba sin dejar de preguntar e interrumpir la concentración del joven. El anciano decía ser Rey de Salem y a Santiago le pareció una historia tan poco creíble que ni siquiera se preocupo por indagar más, concepto que cambió después de unos minutos cuando el viejo, que se llamaba Melquisedec le habló sobre cosas que solo él sabia y asimismo de su sueño y de ir en busca de su historia personal y le entrego a Santiago 2 piedras que sacó de una armadura de oro que estaba en su pecho y que en su momento, responderían a preguntas concretas y objetivas, una era negra y la otra blanca. Después de eso debía partir a Egipto, a encontrar las pirámides. Vendió sus ovejas, aunque con mucha tristeza de dejarlas y con cierta envidia de que su única necesidad fuera beber agua y dormir, él cambio tenía que ir en busca de su historia personal.

Llego al norte de África y conoció a un joven en un bar que hablaba su mismo idioma. Este muy amablemente le ofreció ayudarle a ir hasta las pirámides, pero cuando iban a salir, el dueño trató de impedirlo, sin embargo el nuevo amigo de Santiago lo convenció de que solo quería robarse su dinero. Después de estar un rato juntos y en medio de la confusión, el joven desapareció con el dinero de Santiago y es ahí cuando comprende que el dueño del bar solo quería advertirlo, finalmente eran precisamente esas señales las que le mostrarían cual era el camino hacia el tesoro. Quedó muy decepcionado y solo quería regresar con las ovejas, pero conoció un vendedor de vidrios y trabajó en su cristalería durante un año, tiempo en el que reunió el dinero suficiente para retomar su vida como pastor, pero no valía la pena tanto esfuerzo y desistir tan fácil. Cuando tomó conciencia nuevamente de la importancia de sus sueños, se embarca en una caravana en la que conoce un ingles que buscaba el secreto de la alquimia. Se hicieron muy amigos, al fin y al cabo ambos buscaban algo.

Mientras viajaban por el desierto varios sucesos tuvieron lugar. Un día, mientras Santiago estaba en un pozo, conoce a una mujer de la que se enamora profundamente, inclusive por su mente se cruzó la tentadora oferta de dejar de luchar por sus sueños a cambio de quedarse con ella, con lo que la mujer no estuvo de acuerdo.

Otro día, mientras una guerra que se desencadenaba, Santiago estaba caminando y de repente vio 2 pájaros peleando y luego un ejercito. El lo interpretó como una señal, recordando que estas le ayudarían a encontrar el tesoro y se lo comentó al jefe de la caravana. Luego los asaltan, pero bajo la advertencia de Santiago pudieron obtener la victoria, por lo que recibe algunas monedas de oro.

Otro día se encuentra en el desierto un hombre, que realmente era alquimista y este le comenta a Santiago que a través de su capacidad de interpretar señales había consagrado su profesión. Santiago no quería dejar a la mujer, pero como decía el alquimista, su felicidad seria momentánea y luego por más que quisiera olvidar su historia personal sentiría necesidad de buscarla nuevamente. Después de viajar por el desierto unos guerreros los detuvieron, y los llevaron ante su jefe. El comandante preguntó al alquimista quien era el amigo, y

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