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El Miedo A Los Telegramas


Enviado por   •  5 de Octubre de 2014  •  470 Palabras (2 Páginas)  •  481 Visitas

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Mamá había llorado mucho la víspera del domingo. Mis hermanas parecían conocer la razón, peroyo no; y la verdad es que no tenían por qué comunicármela. En ese entonces, con mis seis años deedad, yo no contaba para las confidencias. Sin embargo, sospeché que las lágrimas de mamátenían que ver con el telegrama que le había traído el cartero en la mañana. Cuando lo leyó, se fuecorriendo al dormitorio con el papel apretado contra el pecho. Mis hermanas, que se encontrabanhaciendo sus tareas, se fueron tras ella. Pero yo no. Yo me quedé sentado, comiendo un par dehuevos fritos con un enorme pan lleno de mantequilla y queso. No quería que se me enfriaran loshuevos ni el humeante café con leche.Además, tenía miedo de saber lo que decía el telegrama.Un rato después, entré al dormitorio. Ahí estaba mamá llorando, y mis hermanas diciéndolemuchas cosas para tratar de calmada. Papá estaba muy enfermo y lo traían en avión deGuanacaste. Mamá parecía inconsolable y yo no me atreví a pedirle permiso para irme con Luisilloa jugar chumicos en el Parque Central. Tuve que resignarme a mi habitual entretenimiento: verla calle desde el portal.Estaba triste porque mamá estaba triste. Y más triste de no haber podido acudir a la cita conLuisillo. El mundo me pareció muy feo desde el portal.A mí me gustaba mucho hablar con don Paco, el policía que vigilaba el barrio desde la esquina demi casa. Por eso, cuando lo vi llegar me olvidé de la tristeza y me fui a su lado. Don Paco me contóuna de esas historias de ladrones que metían miedo; y me habría quedado con él quién sabecuántas horas si mi hermana Rosa, la mayor, no hubiera venido por mí para que la acompañara ahacer las compras en la pulpería de Chico.En la tarde, tampoco me dieron permiso para ir al Moderno a ver el siguiente capítulo de FlashGordon contra Mango, a pesar de que grité, revolcándome en el mosaico del zaguán como undesesperado. Mi hermana Gina me dio unas buenas cachetadas y yo fui a rumiar mi descontentoen el techo de la cocina, junto a Pelusa, la gata vieja.Cuando fui a acostarme, vi que mamá había salido de su cuarto y ya no lloraba. Entonces, me sentí muy feliz y corrí a abrazada. Ella me arropó y me dijo cosas bonitas. Me dormí muy contento,pensando que mañana sería domingo e iríamos a La Sabana a esperar a papá.Yo estaba ansioso de verlo. Mi mono tití se había zafado del encierro que le tenía en el patio, y yohabía llorado mucho, porque me hacía falta. Tenía la esperanza de que papá me trajera otro eneste viaje. También papá me hacía mucha falta. Desde que él había comprado la finca enGuanacaste, lo veíamos muy poco en casa. Papá era quien me llevaba al laguito. Mamá nunca

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