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El Rótulo


Enviado por   •  20 de Octubre de 2012  •  Ensayos  •  1.757 Palabras (8 Páginas)  •  269 Visitas

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EL RÓTULO

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—Señor Sardena- dijo el joven al propietario de una pescadería, -me llamo –Arenque. Soy pintor de rótulos y veo que Ud. no tiene letrero como los otros tenderos. Mire Ud., por favor, el rótulo de su vecino, el sastre: ―Sastrería. Confeccionamos vestidos a medida‖. O el zapatero: ―Zapatería. Remendamos zapatos mientras que Ud. está esperando‖. O el del carnicero: ―Carnicería. Nuestra carne está refrigerada‖. Y el del empresario de pompas fúnebres: ―Funeraria. Nuestros clientes nunca se quejan‖. Permítame, señor, hacerle también uno de estos rótulos magníficos: ―Pescadería. Aquí se vende pescado fresco.‖ —No necesito letrero, señor Arenque. Sobre todo no necesito el rótulo que Ud. sugiere.

Escúcheme con gran atención mientras explico lógicamente por qué es una pura pérdida de dinero. Consideremos la palabra ―aquí‖. Es claro que si vendo pescado, lo vendo aquí. Por eso no necesito la palabra. Consideremos ahora la palabra ―fresco‖. Si el pescado no es fresco, no será posible venderlo. Por eso no necesito la palabra ―fresco‖. ―Pescadería‖ ¿Dónde se vende pescado? ¿En una panadería? La palabra ―pescadería‖ no es necesaria. ―Se vende‖: ¡Por supuesto que se vende! ¿Cómo voy yo a ganar la vida si regalo el pescado? Todo el mundo comprende que se vende el pescado. Queda ahora solamente una palabra, ―pescado‖. ¡Cierre los ojos, señor, por favor, y respire! ¡Dígame! ¿Necesita Ud. un rótulo para saber que aquí en esta tienda se vende pescado?

NIÑOS SABIOS

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Los domingos se reúnen los campesinos en la cantina para tomar algo y charlar con sus amigos. Se divierten mucho de esta manera. A veces discuten asuntos serios, pero por lo general, prefieren contar experiencias cómicas para reírse. -Mi hija menor, Alicia- dice Sebastián a sus compañeros, -es una chica que comprende bien la aritmética y la lógica.

Ayer, por ejemplo, su hermana mayor, Flora, le preguntó cuántos años tiene y ella dijo: “Cinco años”. “¿Y el año pasado?” “Cuatro años”. “Como cuatro y cinco hacen nueve, tú tienes nueve años” dijo Flora.

-No es fácil engañar a Alicia. Inmediatamente ella preguntó a su hermana mayor: “¿Cuántas piernas tienes tú, Flora?” “Naturalmente tengo dos piernas como todo el mundo”. “¿Y el año pasado?” “Dos, también”. “Pues bien” dijo Alicia, “como dos y dos hacen cuatro, tú tienes cuatro piernas y eres un burro”.

Ahora es Fernando el que insiste en que su hijo Felipe es aun más inteligente. -Claro es que va a llegar a ser un gran científico. Hace una semana atrapó un saltamontes. Puso el insecto sobre la mesa y cuando gritó “¡Salta!” el animalito saltó. Entonces le arrancó al animalito las piernas. Le puso otra vez sobre la mesa y de nuevo gritó: “¡Salta!” Pero esta vez el saltamontes no saltó. “Esto prueba” me dijo Felipe, “que si le arrancamos las piernas, el saltamontes se pone sordo”. -Amigos- dice el viejo Álvarez, es verdad que sus hijos son sumamente inteligentes. Pero, a mi juicio, mi nieta, Adelita, criatura de doce semanas, es la nena más inteligente del mundo. Ya lee el periódico, y escucha la radio. Pasa todo el tiempo pensando en los problemas del mundo -la guerra, la contaminación del aire, el costo de la vida y los impuestos que van aumentándose. -Amigo Álvarez- dijeron los otros, -creemos lo que nos cuentas porque eres un hombre muy honrado, pero dinos, ¿cómo sabes lo que piensa la nena si no habla todavía? -No es necesario hablar con ella para saber que ella piensa en los problemas internacionales y domésticos. Si ella no está pensando en estos asuntos tan tristes, ¿por qué está llorando todo el tiempo?

EL NIÑO PEQUEÑO

Una vez un niño pequeño fue a la escuela. Era bastante pequeño y era una escuela bastante grande. Pero cuando el niño pequeño descubrió que podía entrar a su salón desde la puerta que daba al exterior, estuvo feliz y la escuela ya no parecía tan grande.

Una mañana, luego de haber estado un tiempo en la escuela, la maestra dijo: “Hoy vamos a hacer un dibujo”. ¡Qué bueno!, pensó el pequeño. Le gustaba hacer dibujos. Podía hacerlos de todas clases: leones y tiburones, pollos y vacas, trenes y barcos; y sacó su caja de crayones y empezó a dibujar.

Pero la maestra dijo: ¡Esperen!, aún no es tiempo de empezar y esperó a que todos estuvieran listos. Ahora, dijo la maestra, vamos a dibujar flores. ¡Qué bien!, pensó el pequeño, le gustaba hacer flores y empezó a hacer unas flores muy bellas con sus crayones rosados, naranjas y azules. Pero la maestra dijo: ¡Esperen!, yo les enseñaré cómo. Y era roja, con el tallo verde. Ahora, dijo la maestra, ya pueden empezar.

El pequeño miró la flor que había hecho la maestra, luego vio la que él había pintado, le gustaba más la suya, mas no lo dijo. Sólo volteó la hoja e hizo una flor como la de la maestra. Era roja, con tallo verde.

Otro día, cuando el pequeño

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