El Sacerdote Y Bagabundo

¿Que sería de nosotros sin la guía y el consuelo espiritual antes de llegar a la absolución final? Pues la respuesta a tal pregunta se encuentra en el tenso dialogo entre un hombre moribundo, y el retribuido sacerdote, que sin más, no encuentra motivo alguno a las afirmaciones dichas por el hobre que se encuentra en esta lectura

Débil y agónico, aquel hombre se negaba a arrepentirse de sus faltas terrenales, y conservar aquello cómo nobles recuerdos de su errante andar por éste mundo, más sin embargo su enojo se debía al no poder disfrutar aun más de lo que el placer le ofrecía infinitamente, los sentimientos de culpa inquiridos por la sociedad , eran motivo suficiente para escupir, por haberlo privado de acciones que había realizado el.

Suficientes razones para menospreciar la minusvalía de la iglesia ante la falsa moral que desenmascaraba en ese instante sin trabajo ni tapujo, aquel enfermizo a punto de dar su ultimo respiro, pero aun así el cura firme en su postura, persuadía al moribundo para que se entregara al juicio divino.

La mínima frase de aquel hombre postrado en su lecho,

eran diálogos imprescindibles y de una razón relevante , En medio de una tertulia invadida de perspectivas difusas, se disputa la cuestión de lo que es comprensible es digno de fé, y de aquello que es una total dificultad de interpretar pareciera que es motivo suficiente para dejar morir dicha fe; que sin más, el ciego no es aquel que no ve, sino aquel mismo que por su cuenta amortigua la luz con una venda para cubrir sus ojos.

Castigos y mártires, aquello se envolvía en un tenso ambiente, lo que en unos instantes fue un disputar sosiego se ha tornado en un enérgico conflicto de acusaciones a todo aquello, en que el ser humano lleno de fanatismo se obliga a creer, que sin más no da rienda a su razón y se rinde ante la omnipotencia de un ser inconsistente, dando rienda suelta a sus disparates, y demostrando que en el mundo individual de cada hombre, se crean los distintos sectarios, Y de un modo que , el moribundo, ¡oh fiel moribundo a los placeres carnales! En aquel entonces parecía doblegarse la razón totalmente ante el hombre

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