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El hechizo lanza palabras


Enviado por   •  24 de Noviembre de 2017  •  Monografías  •  788 Palabras (4 Páginas)  •  594 Visitas

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El hechizo lanza palabras

- Era una vez un gran hechicero que vivía en San Luis Potosí, que formuló un elixir con un hechizo que cuando la gente hablara podría lanzar palabras transformándolos en lo que él les deseara, por mucho tiempo este gran elixir permaneció intacto escondido, generación tras generación para no poder ser mal usado.

Joaquín, un niño muy travieso un día dio con la montaña donde estaba escondido el elixir, pensó que solo era una leyenda urbana ya que no creía en los poderes del antiguo mago, sin saber lo que le esperaba tomo el elixir para hacer sus maldades, hasta que uno de los ayudantes del mago se dio cuenta que lo había robado.

Luisito un ayudante del mago llego preocupado diciendo ¡Oh, Gran Mago! ¡Ha ocurrido una tragedia! El pequeño Joaquín ha robado el elixir con el hechizo Lanza palabras.

- ¿Joaquín? ¡Pero si ese niño es el más mas travieso de San Luis, que insulta a todo el mundo! Esto es terrible. ¡hay que detenerlo antes de que lo beba!

Pero ya era demasiado tarde Joaquín recorría San Luis en busca de escuelas insultado a todos solo para ver cómo sus palabras tomaban forma y sus letras se lanzaban contra la gente como fantasmas que, al tocarlos, los atravesaban y los transformaban en aquello que hubiera dicho Joaquín, siguiendo el rastro de tontos, feos, idiotas, gordos y viejos, el mago y sus ayudantes no tardaron en dar con él.

- ¡Deja de hacer eso, Joaquín! Estás molestando a todo el mundo. Por favor, bebe este otro elixir para deshacer el hechizo antes de que sea tarde.

- ¡No quiero! ¡Esto es muy divertido! Y soy el único que puede hacerlo ¡ja, ja, ja, ja! ¡Tontos! ¡Lelos! ¡Calvos! ¡Viejos! - gritó haciendo una metralleta de insultos.

- Tengo una idea, maestro - digo uno de los ayudantes mientras escapaban de las palabras de Joaquín podríamos dar el elixir a todo el mundo.

- ¿Estás loco? Eso sería terrible. Si estamos así y solo hay un niño insultando, ¡imagínate cómo sería si lo hiciera todo el mundo! Tengo que pensar algo.

En los siete días que el mago tardó en inventar algo, Joaquín llegó a convertirse en el dueño de las escuelas de la ciudad, donde todos le servían y obedecían por miedo. Por suerte, el mago pudo usar su magia para llegar hasta Joaquín durante la noche y darle unas gotas de la nueva poción mientras dormía.

Joaquín se despertó dispuesto a divertirse a costa de los demás. Pero un día durante el desayuno, cientos de letras volaron hacia Joaquín, formando una ráfaga de palabras de las que solo distinguió “caprichoso”, “abusivo” y “maleducado”. Al contacto con su piel, las letras se disolvieron, provocándole un ardor terrible.

El niño gritó, amenazó y usó terribles palabras, pero pronto comprendió que el mayordomo no había visto nada. Ni ninguno de los que surgieron nuevas ráfagas de letras ácidas dirigidas hacia él. En un solo día aquello de los hechizos de palabras pasó de ser lo más divertido a ser lo peor del mundo.

- Será culpa del mago mañana iré a verle para que me quite el hechizo.

Pero por más que lloró y pidió perdón, era demasiado tarde para el antídoto.

- Tendrás que aprender a vivir con tus dos hechizos: lanza palabras y recibe pensamientos. Bien usados podrían ser útiles.

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