El músico que fue a tocar al infierno
selmy3Informe4 de Mayo de 2014
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El músico que fue a tocar al infierno
Juan Rulfo:
Sayula, México, 1918 - Ciudad de México, 1986) Escritor mexicano Juan Rulfo creció en el pequeño pueblo de San Gabriel, en 1934 se trasladó a Ciudad de México, donde trabajó como agente de inmigración en la Secretaría de la Gobernación. En (1953), Juan Rulfo ofreció a la historia literaria el cuento El hombre que fue a tocar el infierno.
AMBIENTE físico:
Un pueblito pintoresco donde dependen del medio natural para sacar sus alimentos y si llueve abunda alimento y si hay sequia no tiene que comer. En la parte donde aparece el jinete es un ambiente tenebroso, tétrico, de noche, en medio de un camino de tierra lúgubre y silencioso, en la fiesta me imagino una atmosfera divertida, alegre y muy iluminado.
Ambiente sinológico:
Amoroso, imprudencia, nobleza, miedo o suspenso.
--Hace mucho tiempo, había un hombre nacido en Laguna Grande, Zacatecas. Este hombre era humilde, casado con una mujer de allí mismo, de Laguna Grande.
A poco de casados tuvieron una niña, y el pobre señor se vio en aprietos para mantener a la familia, pues se dedicaba a tocar el arpa. A veces, cuando no había fiestas, se iba a trabajar en las labores o con el ganado.
Un día vino una sequía como nunca: casi no llovió ese año, a las presas se les empezó a terminar el agua, los pastos se secaron y el ganado se moría de hambre. La gente tampoco hallaba qué comer y se empezó a saber que a fulanito lo habían matado para robarle, que a zutanito le faltaban no sé cuántas vacas, que a menganito lo asaltaron en su mera casa.
El pobre arpero se encontraba en una situación desesperada. Él no quería matar ni robar; no, él no quería llegar a esos extremos, pero un día le dijo a su esposa:
—Mira, vieja, si en este momento el mismo diablo me contratara para ir a tocar a los infiernos, allá iría yo con tal de conseguir dinero para comprar comida.
Ya estaba obscureciendo y las casas estaban a obscuras, cuando el señor vio que a lo lejos venía un jinete vestido de negro, montado en un caballote negro también. El jinete se acercaba, se acercaba, y cuando estuvieron a un paso uno del otro el jinete preguntó:
— ¿No sabe usted quién del pueblo sabe tocar el arpa? Porque esta noche voy a tener una fiesta y ando buscando quien vaya a tocar.
El señor, muy animado, le contestó:
—Yo sé tocar el arpa, y si usted gusta puedo ir a tocar a su fiesta.
—Bueno, pues a las doce de la noche voy a pasar por ti; te preparas y me esperas en la puerta de tu casa.
A las doce en punto de la noche el jinete llega y el hombre salía a la puerta y se monta a su caballo y en unos cuantos segundos ya estaban frente a una enorme puerta de acero muy bien hecha.
El jinete y el arpero se dirigieron a un salón lleno de gente muy elegante. Al parecer, sólo esperaban que llegara el jinete para comenzar la fiesta.
El arpero comenzó a tocar. Con esto se inició el baile y la gente no se cansaba de bailar, pero el arpero sí de tocar. Cuando se iba a tomar un ligero descanso, se le acercó una señora ya vieja, y se le hizo cara conocida, nada más que esa señora, según él, hacía tiempo había muerto y que en vida había sido muy mala. Todo eso lo hacía sentir un temblor por todo el cuerpo, pero él, muy macho, lo disimuló como pudo.
La viejita le dijo—no tengas miedo pero si te ofrecen vino, no lo tomes, porque es lumbre, y si te dan cigarros no los aceptes porque en vez de tener tabaco tienen veneno de serpientes. ¿Ves a tus compadres allá, detrás de esa mesa? Hace ya tiempo que están aquí con nosotros… Pero mira, por favor te pido que cuando vuelvas a la tierra les digas a mis familiares que estoy arrepentida de la vida que llevé, que por favor me perdonen y le dio un trozo de vestido pera que le creyeran.
Terminada la fiesta, el jinete
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