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El teatro a principios de siglo. Federico García Lorca y Ramón María de Valle-Inclán


Enviado por   •  15 de Noviembre de 2021  •  Resúmenes  •  2.685 Palabras (11 Páginas)  •  99 Visitas

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Tema 3. El teatro español a principios de siglo. Federico García Lorca y Ramón María del Valle-Inclán

TEMA 3. EL TEATRO ESPAÑOL A PRINCIPIOS DE SIGLO.                                                                   FEDERICO GARCÍA LORCA Y RAMÓN MARÍA DEL VALLE-INCLÁN

1. EL TEATRO ESPAÑOL HASTA LA GUERRA CIVIL

Se encuentra dominado por los gustos del público burgués, mayoritario, poco exigente, lo que provoca las concesiones de los empresarios y la pobreza y el inmovilismo del teatro. Al margen del teatro comercial, habrá autores inconformistas, pero sin éxito. Presenta dos tendencias enfrentadas:

A. El teatro comercial que triunfa, heredero del teatro de la 2ª mitad del XIX, que se adapta a los gustos inmovilistas del público burgués. Pese al intento de Galdós o Dicenta de renovar el teatro español, será la comedia benaventina la que domine, además de las obras del posromántico Echegaray (primer premio Nobel español). Dentro de este teatro se sitúan varias tendencias:

  • Alta comedia burguesa. Su figura fundamental es Jacinto Benavente (1866-1954), premio Nobel en 1922. Empezó con un tono crítico (El nido ajeno), pero el poco éxito le llevó a la comedia burguesa. Le caracterizan la riqueza verbal, la fluidez y la inteligencia de los diálogos, la precisión en las descripciones de ambientes y el sentido crítico hacia la sociedad burguesa. Sus mayores éxitos fueron Los intereses creados (1907), una graciosa y contundente crítica a la sociedad preocupada solo por el dinero; y La malquerida (1913), acerca de una devastadora pasión incestuosa. Seguidor suyo será Gregorio Martínez Sierra.
  • Teatro poético. Se caracteriza por el empleo de motivos propios del Posromanticismo, la ambientación histórica y exótica, la ideología tradicionalista, la exuberante puesta en escena y el uso de un esmerado lenguaje en verso de inspiración modernista. Autores de este tipo de teatro serán Francisco Villaespesa (Doña María de Padilla), Eduardo Marquina (Las hijas del Cid, En Flandes se ha puesto el sol) o los hermanos Machado (Juan de Mañara, La lola se va a los puertos).
  • Teatro cómico o comedia costumbrista. Mezcla aspectos de la zarzuela y de los géneros teatrales menores, en sainetes que reflejan un ambiente pintoresco español, con sus personajes tópicos, un lenguaje vulgar y humorístico y temas conservadores. Ejemplos de este teatro son Carlos Arniches, que se especializó en el sainete de costumbres madrileñas en el que recalca el habla castiza (El santo de la Isidra) y que destaca por sus “tragedias grotescas”, género en el que se funde lo risible y lo conmovedor, con una actitud crítica antes las injusticas: La señorita de Trevélez; los hermanos Serafín y Joaquín Álvarez Quintero, que llevan a escena una Andalucía tópica, como un cuadro de costumbres andaluzas (Malvaloca); o Pedro Muñoz Seca, creador del astracán, parodia vulgar con la que solo se busca arrancar la carcajada a costa de la deformación abultada de la realidad, el disparate absurdo y el equívoco permanente: La venganza de Don Mendo.

B. El teatro renovador y marginado (no triunfa), que busca tratar temas más hondos e innovar en las técnicas dramatúrgicas, pero con escasa acogida popular. Lo dividiremos en bloques cronológicos.

  • En España, a comienzos de siglo, la escena a la que llegan los del 98 era atrasada, dominada por el género menor, la alta comedia y el teatro histórico; se hacía caso a los gustos de las clases más conservadoras. Sin embargo, los autores de la Generación del 98 prestan atención a las corrientes europeas, como el Simbolismo y el Naturalismo teatrales. Su teatro presenta ciertos rasgos comunes: evolución desde el compromiso hasta las corrientes irracionalistas; preocupación por el tema de España; atracción por la renovación experimental y simbolista modernista; riqueza verbal; riqueza descriptiva de las acotaciones; gusto por la intensidad y densidad argumental. Fracasa este teatro por la falta de adecuación a las pautas de lo comercial. Hay un afán renovador y voluntad de transmitir un mensaje filosófico, ideológico, profundo y complejo. Autores:
  • Miguel de Unamuno (1864-1936). Obras: Fedra (1911), El otro (1926). Su teatro evidencia el destino trágico humano. Los temas son el conflicto entre el yo espiritual y el material, la soledad y el amor como única esperanza. Su teatro se ve lastrado por la dificultad de su representación y su excesiva preocupación por el mensaje filosófico.
  • José Martínez Ruiz, “Azorín” (1873-1967). Propugnó un teatro vanguardista, con elementos simbolistas, de poco conflicto y acción. Lo invisible (1927) será la obra más interesante.
  • El Novecentismo. Movimiento artístico relacionado con las vanguardias y el rechazo de lo tradicional. Apuesta por la modernidad, el esteticismo y el intelectualismo. Ramón Gómez de la Serna (1888-1963) estrenó algunas obras de extremo vanguardismo: El drama del palacio deshabitado Los medios seres (1929). Otro autor es Jacinto Grau (1877-1958), y su obra El señor de Pigmalión (1921), que plantea temas existenciales: la esencia de las criaturas y su relación con el creador.
  • El teatro de la Generación del 27 y las corrientes europeas: además de los movimientos anteriores, les influyen el teatro expresionista y el surrealista. Estos escritores cultivan un teatro de experimentación y enfrentamiento con el público. Debido a ello, sus obras raramente se estrenaron, salvo a través de proyectos como La Barraca, de Lorca y Ugarte, o Las Misiones Pedagógicas y El teatro del pueblo, de Casona. Son rasgos generales del teatro del 27: inquietud por la innovación y la vanguardia; aplicación de las enseñanzas del teatro clásico español y europeo; actitud abierta e híbrida, entre lo popular y lo vanguardista; gusto por el lirismo; depuración y riqueza retórica del lenguaje; compromiso social; estructuras argumentales trabadas y claras; diálogos polifónicos (popular y culto); sentimientos y conflictos universales, pero enraizados en lo español. Autores:
  • Rafael Alberti (1902-99), que escribió obras de alto contenido simbolista, durante la guerra: De un momento a otro (39). O, más tarde, Noche de guerra en el Museo del Prado (56), sobre la defensa de Madrid.
  • Alejandro Casona (1903-65): su obra se encuadra en el teatro poético, de tono social; los temas son sentimentales y emotivos, y los personajes simbólicos. Una de sus obras principales es La dama del alba. Mezcla realidad y fantasía, con un lenguaje afectado.
  • Max Aub (1903-72): autor muy comprometido políticamente. Obras suyas son San Juan (43) y No (49), ambas sobre la guerra. Se mezcla lo vanguardista y lo ético.
  • El teatro cómico. En los años 30, autores como Jardiel Poncela y Miguel Mihura comienzan su andadura, que será básica en el teatro de posguerra.

2. FEDERICO GARCÍA LORCA (1898-1936)

Su producción para el teatro raya a una altura pareja a la producción poética y es una de las cumbres de la dramaturgia española. García Lorca es, junto con Valle Inclán, el máximo exponente de la renovación teatral de principios del siglo XX en España, si bien su temprana muerte cortó una trayectoria ejemplar, que, además, sufrió la censura después de la guerra. Sin embargo, en el extranjero fue pronto considerado un clásico.

La visión del teatro que tenía Lorca era como obra social y didáctica. Por ello creó, junto a jóvenes universitarios, el grupo La Barraca con el que pretendía difundir el legado del teatro clásico por los pueblos de España.

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