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Estructura del ensayo


Enviado por   •  31 de Mayo de 2014  •  1.181 Palabras (5 Páginas)  •  235 Visitas

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Estructura del ensayo

El ensayo es un género literario escrito en prosa. Pertenece al llamado “género didáctico”, pues uno de sus propósitos es la enseñanza, la transmisión de un conocimiento. El ensayo maneja ideas, en vez de acciones y personajes como la narrativa, o imágenes y emociones como la poesía.

En el ensayo lo más importante es el punto de vista del autor y no la materia misma tratada. Se le llama ensayo porque no trata de transmitirnos ideas definitivas o probadas, sino probables, provisionales. Las ideas del ensayo sirven al lector para que las confronte con las suyas, para establecer un diálogo con ellas.

Información clave:

El ensayo comprende tres partes: introducción, cuerpo y conclusión.

a) Introducción. Se presenta una breve síntesis que explica el propósito del escritor sobre la temática principal a la cual hace referencia, se especifican las variables que se van a utilizar para desarrollar y organizar el contenido del escrito.

b) Cuerpo. Es el desarrollo del tema, agota las variables previamente identificadas, también puede emplearse los ejemplos, antecedentes o datos relacionados con el tema.

c) Conclusión. Se integran las ideas presentadas del cuerpo del escrito con respecto al problema inicial planteado.

Leamos en voz alta el siguiente ensayo con el propósito de apropiarnos de su contenido.

Civilización y armonía

Las comparaciones que me propongo desarrollar requieren una justificación. Si quiero examinar la situación actual de México, espontáneamente la comparo con nuestro pasado y pienso en los tiempos de Moctezuma, el Virrey Bucareli, el dictador Santa Anna o el Presidente Cárdenas; en el caso de los Estados Unidos, la comparación tiende a establecerse entre la realidad presente y alguna construcción utópica.

Como la mayoría de los países, México es el resultado de las circunstancias históricas más que de la voluntad de los ciudadanos. En esto, los Estados Unidos también son una excepción, el elemento voluntarista fue determinante en el nacimiento de esa nación. El poeta Luis Cernuda me decía “estoy condenado a ser español”. Y un personaje de “la región más transparente”, la novela de Carlos Fuentes, dice: “Aquí me tocó nacer, ¡qué remedio me queda!. Se dirá que hay norteamericanos para los que es una condenación serlo, sobre todo después de Vietnam. No importa: en su origen y durante todo el período de su formación, los Estados Unidos fueron una elección, no una fatalidad. Son los hijos de un proyecto de sociedad más que de una sociedad dada. La constitución norteamericana es un pacto destinado a fundar una nueva sociedad norteamericana y, en este sentido, se sitúa antes de la historia.

Antes de la historia y más allá de ella, la sociedad norteamericana sobrevalora el cambio y se concibe a sí misma como voluntad de anexión al futuro. De ahí que no sea absurdo comparar el estado actual de los Estados Unidos con otras realidades o ideas fuera de la historia. Por ejemplo, con las sociedades primitivas o con las imaginadas por el pensamiento utópico: Rousseau o Fourier, la aldea del neolítico o el falansterio. La primera está antes de la historia, como el pacto que fundó a los Estados Unidos; la segunda está más allá de ella, en el futuro, tierra de elección de los norteamericanos.

Las semejanzas entre la sociedad primitiva y la utópica no provienen únicamente de que ambas están fuera de la historia. La sociedad primitiva (o nuestra idea de ella) es, hasta cierto punto, una proyección de nuestros deseos y de nuestros sueños y así los utopistas en buena parte se inspiran en los rasgos reales o imaginarios de las sociedades arcaicas. Fourier dice que el mundo futuro de armonía estará más cerca de la simplicidad e inocencia de los bárbaros que de las costumbres corrompidas de los civilizados. Nuestras visiones de lo que fue (o pudo ser) y de lo que será (o podría ser) la sociedad humana, cumplen funciones semejantes: aparte de su mayor o menor realidad, son paradigmas, patrones.

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