Inventario Complice
macroherrajes20 de Febrero de 2014
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Para un inventario cómplice
En julio de 1996, al confirmarse la propuesta de la Escuela de Formación del Profesorado del nombramiento de Mario Benedetti como Doctor Honoris Causa por la Universidad de Alicante, un grupo de miembros de esta Universidad pensamos que la mejor manera de centrar el acontecimiento sería celebrar un Congreso sobre la obra del escritor, trazando, junto al espacio de reconocimiento, otro de reflexión. Se trataba de permitir un encuentro de especialistas sobre su obra y sobre la literatura latinoamericana que pudieran opinar y debatir sobre lo que Benedetti significa en nuestras letras y nuestra cultura.
Queremos comenzar manifestando nuestro agradecimiento a las personas que trabajaron para que este encuentro fuera posible y, por supuesto, agradecer también la participación de todos los que se dan cita en estas páginas: junto a lo mejor de la crítica sobre el autor (con alguna ausencia justificada e inevitable), el encuentro fue también una reunión de amigos de Mario Benedetti, por esa dinámica de relaciones que el escritor establece con sus numerosos lectores y una cierta complicidad afectiva que existe entre los mismos. Debemos advertir también que, a partir de un determinado momento, tuvimos que empezar a poner puertas contra nuestra voluntad a los que querían participar en el Congreso. Un número prudente de ponencias, que se pudiera resolver en tres días, era suficiente para este primer encuentro. El interés despertado, las comunicaciones recibidas en la secretaría de la Sociedad de relaciones internacionales de la Universidad de Alicante, los casi cuatrocientos participantes inscritos, fueron una agradable dificultad que nos hizo comprobar que tres días de Congreso eran insuficientes para realizar este primer encuentro. Pero no teníamos más.
Al revisar y seleccionar el comité científico las ponencias presentadas, un debate sobre el título que las podía unificar nos llevó a afirmar la propuesta de Mario Benedetti: inventario cómplice. Para cualquier lector del escritor uruguayo las dos palabras tienen fuertes resonancias y no hay que hacer un esfuerzo muy grande para encontrarse con los significados de inventario: desde sus recopilaciones poéticas al valor derivado de invenir; desde inventar a la realización de una escritura tantas veces cedida al lector «a beneficio de inventario», es decir para que tome «la cosa de que se trata solamente en lo que beneficia y despreocupándose de las obligaciones que implica» (como dice María Moliner, cuyo diccionario informatizado tanto apasiona a Mario).
Sobre el carácter cómplice de estas páginas tampoco son necesarias muchas precisiones. El autor explicó suficientemente en el «Prólogo» a Crítica cómplice los sentidos y límites de la misma: la idea de Cortázar del lector cómplice -quien «podría llegar a ser copartícipe y copadeciente de la experiencia por la que pasa el novelista»-, la diferencia rotunda entre la crítica cómplice y la «crítica de apoyo», puesto que la primera no tiene que ser elogiosa, aunque «si es desfavorable o señala carencias, debe partir de una comunicación entrañable con la obra». La afirmación en cualquier caso de la emotiva complicidad de lectores recorre las páginas que presentamos, para afirmar precisamente con Benedetti que «verdaderamente es una lástima (y tal vez una carencia) que los diccionarios sólo admitan la complicidad para el delito, como si todavía no hubiera llegado a las provincias académicas esa incanjeable complicidad que es el amor. ¿Y qué es la crítica (ya que descifra, comprende, vincula, disfruta, revela, participa y se duele) sino un complejo y vital acto de amor?»
Bastante entrada la primavera de 1997, Alicante se convirtió por fin en una ciudad benedettiana. La investidura del poeta uruguayo fue ocasión de un encuentro entre los días 13 y 17 de mayo, centrado en el Congreso
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