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LA SAYONA


Enviado por   •  26 de Abril de 2015  •  2.647 Palabras (11 Páginas)  •  802 Visitas

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Narrador: Alma Llanera, joropo de don Pedro Elías Gutiérrez y Rafael Bolívar Coronado, considerando como el segundo himno de Venezuela. Como el joropo es folklor y folklor es la esencia y sentir del pueblo mismo, con el que le brindamos a todos los estados de Venezuela y el exterior; La leyenda de la Sayona, hecho ocurrido en un pueblo llanero, y como el llanero es del tamaño del compromiso que se le presenta, no le importa noche oscura para echar una travesía, cruzando aguasales, montes, caños y ríos para llegar a un baile de arpa, donde retumbe un joropo, un poema, un corrío y un coplero que llega con la garganta clarita, sin temor a los espantos ni a visiones del camino; su ambición es la canta, las mujeres y la parranda.

Narrador: Así comienza la historia de la Sayona, espanto que persigue a los hombres parranderos y mujeriegos. Se dice, que fue una mujer que le dio muerte a su hijo y a su propia madre, pero la madre antes de morir la maldijo convirtiéndola en el azote más terrible de los hombres que andan en la oscuridad, en la sabana, en los montes, en los pueblos, caseríos y ciudades y por todos los caminos de Venezuela y Colombia. (Se oyen efectos de cantos de gallo) Despunta muy alegre y fresca la mañana de aquel sábado tan esperado por Severiano, ya que ese día, tendría la respuesta decisiva por Timotea. Severiano anhela convertirla en la sexta de su grupo de mujeres. Corren las horas del día y llega el atardecer, inspirado en aquellas dulces palabras del sábado anterior, comienza una copla.

SEVERIANO: Esta noche me hago ´e cuenta que soy libre y no tengo amo y me hago el desentendido delante de mis aisanos yo soy como el toro viejo que ya ni pito, ni bramo, pero si pego un pitío recojo todo el rebaño. Con la negra Timotea

es que yo vivo soñando si no se viene conmigo esta noche del parrando la seguiré donde vaya así me pasen cien años pero tiene que ser mía porque estoy enamorado.

Narrador: Casilda, que está llena de celos, de odio y de rabia, no pudo más que reventar.

Casilda: Claro, sí eso es lo tuyo; me tienes a mí, tienes a la perra esa de la esquina y tienes la india, esa cucarachera piojosa en la costa el caño y andas buscando más.

Narrador: Pero, Severiano, trata de tranquilizar a su mujer, para que calme los celos.

Severiano: Ya, ya, mujer, ya vas a comenzar con lo mismo de siempre, vas a tener que decirme quién es el lengua larga ése, que viene a meterte chisme, debe ser un desgraciao que está interesao en ti ¿Por qué más va a ser?

Casilda: Sí, chisme, chisme. Seguro que las dos viejas esas que tienes atravezá son embustes también, que quisiera volverme bruja bien mala pa´ agarrá por los pelos a todas esas viejas quitamachos, quien no te conozca que te compre, segurito que andas como perro entiempao, atrás de esa otra vieja.

Severiano: No, no, no, no vale, si me pongo a ponerte cuidao me vuelvo loco, búscame la ropa porque me voy es ya.

Narrador: Severiano le echa mano a su cuatro y emprende viaje con destino al baile de Paso Ancho. Contento y entusiasmado cantaba estas coplas en voz baja.

SEVERIANO: Yo no tengo hijo chiquito ni perrito que me lata ni me importa noche oscura pa´ robarme una muchacha porque al paso ´e mi caballo la puedo llevar en anca. La gente dice que soy como la jalea de parcha que el que la prueba una vez la idea nunca se le pasa y si no come bastante siempre vivirá con ansia.

Narrador: Severiano va feliz y se alegra aún más porque ya comienza a oír el arpa y los copleros del baile, pero en el rancho, Casilda, no sabe la desgracia que le espera. Había un fulano, a quien apodaban “Burro Tusero”, esperando que Severiano saliera para atacarle la mujer, valiéndose de los chismes, más infames, para ponerlos en mal vivir.

Burro Tusero: ¡Buenas noches, Casilda! ¿Qué estás haciendo?

Casilda: Pasa chico, que estoy acostada.

Narrador: Casilda, que tenía dos meses de haber dado a luz, estaba con fiebre y nerviosa, pero sin embargo lo hizo sentarse a su lado.

Burro Tusero: Se fue tu querido marido, ¿verdad?

Casilda: Sí, se fue, ese anda por Los Aguanales, ¿qué más?

Burro Tusero: Casilda, Casilda, ¿hasta cuándo, mi amor?, estoy cansado de decirte que te vayas conmigo. Yo te quiero, te amo, te adoro, pero tú ves el sol por él, bueno no importa, si supieras la última… pero no te la voy a contar.

Casilda: ¿Y cuál es la última?

Burro Tusero: No, no, no, no te digo nada, ¿ pa´ qué?, si tú no me pones cuidao, me voy más bien.

Narrador: Las horas de la noche avanzan lentamente y Casilda insiste en que el Burro le cuente.

Casilda: No, no, Burrito, dime, dime, yo te pongo cuidao, mi amorcito, pero me cuentas, ¿sí?

Narrador: Burro Tusero, seguro de no fallar en sus deseos, le dice que su propia mamá se acuesta con su esposo Severiano.

Burro Tusero: Bueno, es pa´ que te des cuenta que ese hombre no te quiere, mira, ayer pasé por casa de tu mamá y estaban los dos acostaos, abrazaítos.

Casilda: ¿Qué? ¿Con mi mamá?

Burro Tusero: Sí…

Casilda: ¿Mi mamá?

Burro Tusero: Sí, tu mamá. Lo vi con estos ojos y esos tienen tiempo viviendo, donde quiera los encuentro.

Narrador: Casilda se aterroriza al saber que su mamá vive con Severiano.

Casilda: No, Burro, mi mamá, no,no, no puedo permitir esto y a mi mamá mucho menos. Lo arreglaremos por la mañana.

Narrador: Burro Tusero no resiste el pánico y arranca a correr para su casa. Casilda decide esperar a su mamá en horas de la mañana. ¿Qué pasará cuando la mamá de Casilda venga a traerle la taza de café como siempre acostumbra? Mientras se desliza la lóbrega noche, Severiano discute verso a verso con otro coplero por el amor de Timotea.

Narrador: Mateu le riposta y le arranca la camisa con desesperación A SEVERIANO , Timotea interviene en favor de Mateu, y Severiano al ver la acción de Timotea se llena de ira, y de un solo pescozón la sacude contra el suelo, con tan mala suerte que al caer se raja la cabeza con una piedra y muere instantáneamente, pero interviene el Comisario y le da la voz de arresto.

NARRADOR: Y EL COMISARIO LE DICE

: ¡Estás preso, criminal! Mataste esa mujer, camina conmigo, te dije ya.

Narrador: Los efectos de la fiesta pararon en esto: Severiano a la cárcel, Timotea al cementerio, Mateu asustado y nervioso coge el monte a la fuga. Pero en la casa de Casilda las horas de la mañana eran aterradoras. Casilda al ver llegar a su progenitora enloquece furiosamente y le mete candela al rancho, teniendo a su hijo adentro (se oyen llantos de un recién nacido); mientras las llamas incontenibles

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