La Celestina
veromnica29 de Mayo de 2014
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NARRADOR- calixto y melibea se encuentran en un hueerto fuera de la iglesia.
CALIXTO- Oh, en esto veo Melibea la gracia y grandeza de Dios.
MELIBEA- ¿En qué, Calixto?
CALIXTO- En dar poder a la naturaleza de que te dotase de tan perfecta hermosura, y que a mi secreto dolor pudiese manifestarse.
MELIBEA- ¿Por gran premio tienes tú éste, Calixto?
CALIXTO- Tanto, que si Dios me diese un lugar en el cielo, no lo tomaría.
MELIBEA- Pues más galardón te daré yo si perseveras
CALIXTO- ¡Oh, mis aventurados oídos, lo que acaban de escuchar!
MELIBEA- ¡Vete, vete de aquí torpe, que mi paciencia no puede tolerar tus palabras!
CALIXTO- Iré como aquel contra quien la adversa Fortuna pone su estudio con odio cruel.
*
CALIXTO- ¡Sempronio, Sempronio! ¿Dónde estará este maldito?
SEMPRONIO- Aquí estoy, señor.
NARRADOR- Calixto explica a Sempronio el amor que siente por la dulce Melibea. Sempronio, viendo que puede sacar provecho en este asunto, le comenta a su amo que puede hablar con una tal Celestina, una vieja puta alcahueta, y le asegura que ésta puede conseguir que Melibea se enamore de Calixto.
Desesperado, Calixto le pregunta cómo lo haría.
SEMPRONIO- Yo te diré. Hace días que conozco en esta vecindad a una vieja barbuda que se hace llamar Celestina: hechicera, astuta; aunque también esconde una maldad, y es que son más de cinco mil virgos los que han pasado por ella en esta ciudad.
CALIXTO- ¿Y yo podría hablarle?
SEMPRONIO- ¡Claro! Yo te la traeré hasta tu casa y tú le contarás tus penas para que ella les sepa dar remedio.
CALIXTO- ¿Y tardarás?
SEMPRONIO- No, quede Dios contigo.
CALIXTO- ¡Y contigo vaya! Oh todopoderoso Dios, guía a Sempronio para que convierta mi pena y mi tristeza en gozo.
*
NARRADOR- En su andadura, Sempronio encuentra por casualidad a Celestina, a quien informa sobre los males de Calixto.
SEMPRONIO- ¡Oh madre mía! Estate atenta a lo que voy a contarte e imagina lo que voy a decirte, y no derroches tus pensamientos en muchas partes, que quien en muchos lugares lo pone en ninguno lo tiene.
CELESTINA- Abrevia y ve al hecho, que vanamente se dice por muchas palabras lo que por pocas se puede entender: ve al grano!
SEMPRONIO- Allá voy: mi amo Calixto arde en amores por Melibea; por eso nos necesita a ti y a mí, y por eso nos tenemos que aprovechar de él.
Le he dicho que hablaría contigo y que iríamos a su casa presto.
CELESTINA- Bien dices Sempronio, y me alegro de tus noticias. Vayamos, pues, a casa de tu amo.
CASA DE CALIXTO
NARRADOR- Una vez en casa de Calixto, Pármeno advierte a su amo quién es la vieja que espera en la puerta con Sempronio.
CALIXTO- ¿Cómo sabes tú quién es esa vieja alcoholada? ¿acaso la conoces, Pármeno?
PÁRMENO- Hace años, mi madre, mujer pobre, moraba en su vecindad, y me dio a Celestina por sirviente, aunque ella ya no me conoce, por lo poco que la serví.
Sin embargo, Celestina tiene sus oficios, los cuales debes saber, porque es una alcahueta y una hechicera, además de perfumera, lavandera; remedia amores para que se quieran bien.
Tanto es así, que venían a ella hombres y mujeres, y para conseguir sus hechizos les demandaba el pan por donde mordían, su ropa, sus cabellos… ¡todo burla y mentira!
CALIXTO- Bien está, Pármeno. Avisado estoy de ti, y téngotelo en gracia.
Pero que la envidia de Sempronio no me complique la vida, que si para él hubo promesa de recompensa, tampoco faltará para ti.
*
NARRADOR- Celestina y Sempronio entran en casa de Calixto y hablan con él de sus negocios.
Calixto alaba exageradamente a la alcahueta, y ésta no hace caso de sus lisonjeras palabras.
CALIXTO- ¡Oh vejez virtuosa! ¡oh virtud envejecida! ¡oh gloriosa esperanza de mi deseado fin! Deseo llegar a ti y besar esas manos llenas de remedio
CELESTINA- (dirigiéndose a Sempronio) - Sempronio, dile a tu amo que vaya cerrando la boca y vaya abriendo la bolsa.
CASA DE CELESTINA
NARRADOR- Después de ir Celestina a casa de Calixto, realiza un conjro para convencer a Melibea.
CELESTINA- Yo te conjuro, triste Plutón, señor de la profundidad infernal, emperador de la corte dañada, capitán soberbio de los condenados ángeles.
Yo, Celestina, te conjuro por la virtud y fuerza de estas bermejas letras, por la áspera ponzoña de las víboras con las que fue hecho este aceite y con el cual unto este hilado.
Te conjuro para que obedezcas a mi voluntad y hagas que Melibea lo compre para que se entregue al amor de Calixto.
NARRADOR- Así, con toda su confianza puesta en Plutón, Celestina se dirige a casa de Melibea para iniciar el curso de sus negocios.
CASA DE MELIBEA
(SE OYE CÓMO TOCAN A UNA PUERTA)
LUCRECIA- Celestina, madre, bienvenida seas, ¿qué te trae por estos barrios que no acostumbras pisar?
ALISA- ¿Con quién hablas, Lucrecia?
LUCRECIA- Con aquella vieja de la cuchillada, que solía vivir aquí en las tenerías a la cuesta del río.
ALISA- Dime su nombre si lo sabes…
LUCRECIA- Celestina es su nombre
ALISA- Algo me vendrá a pedir, dile que entre…
CELESTINA- Señora, que la gracia de Dios quede con vos y con vuestra noble hija.
ALISA- Melibea, quédate con esta mujer, que ya me parece tarde para visitar a mi hermana…
CELESTINA- (dirigiéndose a Alisa) - Señora, de Dios seas perdonada, que en buena compañía queda tu hija.
(dirigiéndose a Melibea)- Dios la deje gozar de su noble juventud y florida mocedad, que es donde más placeres y deleites se alcanzan; porque la vejez no es sino mesón de enfermedades, posada de pensamientos, congoja continua, pena de lo presente y vecina de la muerte.
NARRADOR- Después de esto, Celestina nombra a Calixto por casualidad y pide a Melibea ayuda para él. Melibea responde alterada, pero al final accede.
MELIBEA- ¡Ya, ya, ya, no me digas más! Desvergonzada barbuda. Quemada seas alcahueta falsa, hechicera, enemiga de la honestidad.
CELESTINA- (En hora mala vine acá si me falta mi conjuro)
MELIBEA- ¿Qué dices? Habla que te pueda oír. ¿Tienes alguna disculpa que pueda satisfacer mi enojo y excusar mi osadía?
CELESTINA- Una oración que le dijeron a Calixto que sabías para el dolor de muelas. Eso te vine a pedir.
MELIBEA- Y si querías eso, ¿por qué no lo dijiste antes con esas mismas palabras?
CELESTINA- Señora, porque mi limpio motivo me hizo suponer que no habrías de sospechar mal.
MELIBEA- Bueno, no hay tiempo para escribirte la oración, pues vendrá mi madre antes. Ven mañana por ella muy secretamente.
NARRADOR- Celestina se dirige a casa de Calixto; por el camino habla consigo misma, atribuyendo su éxito tanto al conjuro realizado como a su poder de oratoria.
Por el camino, se encuentra con Sempronio, y éste intenta convencerla para que no diga nada a Calixto, con el fin de aumentar así sus beneficios.
Entonces, Celestina deja entrever que quiere para ella todos los beneficios y que no piensa pagarles. Sempronio desconfía de ella.
*
CASA DE AREÚSA
NARRADOR- Celestina conversa con Pármeno e intenta convencerle para que éste se lleve bien con ella. De ello hablan.
Para ganar su confianza, Celestina le dice que puede hacer que conquiste a Areúsa.
Esa misma noche, Celestina y Pármeno se acercan a casa de Areúsa. Celestina sube mientras Pármeno aguarda.
CELESTINA- (dirigiéndose a Pármeno)- Esa es la ventana de Areúsa. Atiende y espera debajo de esta escalera. Yo subiré para ver qué podemos hacer con lo hablado.
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AREÚSA- ¿Quién anda ahí? ¿quién sube a tal hora a mi cama?
CELESTINA- Una enamorada tuya, aunque vieja
AREÚSA- Tía señora, ¿qué buena venida es ésta tan tarde? Ya me desnudaba para acostarme e irme a la cama.
CELESTINA- Éntrate en la cama, que desde allí hablaremos.
AREÚSA- Me siento muy mal todo el día; así que es necesidad más que vicio lo que me ha hecho acostarme en la cama.
CELESTINA- ¿qué dolor, mis amores? ¿te burlas de mí?
AREÚSA- No me burlo, sino que ha cuatro horas me muero de la madre, que la tengo subida en los pechos, que me quiere sacar del mundo. Que no soy tan viciosa como piensas.
NARRADOR- Tras comentarle a Celestina sus dolencias, la alcahueta habla a Areúsa sobre Pármeno.
CELESTINA- Ya sabes lo que de Pármeno te he dicho. Se me queja de que no quieres verle aún. No sé por qué, sino porque sabes que le quiero bien y que lo tengo por hijo.
AREÚSA- No vives, tía señora, engañada.
CELESTINA- No lo sé, a las obras creo; pero el amor nunca se paga sino con puro amor, y las obras con obras. Ya sabes que Pármeno y Sempronio sirven a Calixto, a quien tú conoces bien.
AREÚSA- ¡Amarga de mí, y si nos ha oído!
CELESTINA- No lo ha hecho. Voy a hacerle subir, y quiero que le conozcas y hables y muestres buena cara, y si te parece, que él goce de ti y tú de él, que aunque él gane mucho, tú no pierdes nada.
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CASA DE CELESTINA
NARRADOR- Sempronio y Areúsa comen en casa de Celestina. Allí mismo, en medio de la comida, Sempronio riñe con
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