La Clínica de muñecas, crónica por Sheyla Esparza

Sheyla Esparza

La triste historia de una muñeca de la II Guerra Mundial

Me encuentro atrapada, atrapada en este viejo cuerpo de cartón prensado, en este lugar olvidado, junto a otras muñecas… Recuerdo muy bien el día de mi creación, los padres de mi dueña de toda la vida se cercioraban que mi acabado sea bello porque en mi verían el reflejo intacto de su pequeña hija Brunhild de tan solo 5 años. El Sr. Y la Sra. Schultheiss buscaban perfección en mi y es lo que encontraron.

Mi cabeza fue hecha de loza fina traída desde el sur de China y mi bello rostro es una réplica de la imagen de mi dulce niña. Mi nombre es Margarethe y soy una muñeca de colección Armand Marseille 300, proveniente de la marca más importante de muñecas personalizadas que fueron hechas para las hijas de los alemanes más influyentes entre 1885 a 1950.

Empezaba la primavera alemana, fría como de costumbre, era 1939, se sentía el fuerte viento y de vez en cuando caía el nevado, pero eso no importaba porque el cumpleaños de Brunhild estaba muy cerca, ella iba a cumplir 5 años el 25 de marzo, su padre; el Sr. Eckard Schultheiss quería sorprender a su gran familia, pero sobre todo buscaba la felicidad de su pequeña amada, es por eso que en coordinación con la Sra. Mareike Hartel fueron en búsqueda de mi creador: Herr Ernst Heubach, proveniente de Rusia, quien tenía el alma de artista que había heredado de sus antepasados, él  ha sido el responsable de todas las muñecas de las niñas alemanas que vivieron alrededor de la I y II Guerra mundial.

¡Llegó el gran día! Mis ojitos celestes de cristal estaban como nuevos, mi delicada piel y mis rubios cabellos irradiaban de felicidad por conocer a mi dueña y gemela humana, pues yo era la imagen exacta de Brunhild. Desde hacía muchos años atrás, familias adineradas de esta parte del mundo mandaban a preparar muñecas con el rostro de sus hijas para mantenerlas intactas de por vida y así recordarlas como cuando eran niñas por siempre, como si se tratase de una fotografía, los años pasaban para ellas, pero no para las muñecas.

Aún recuerdo la expresión de sorpresa que puso mi niña cuando me vio por primera vez, en seguida del primer contacto que tuvo conmigo me nombró su mejor amiga por siempre. Éramos como hermanas, tan iguales, tan dulces, tan hermosas… Lo que sentía por esos días es difícil de explicar y hoy no es más que un triste recuerdo. Luego de vivir 5 años en Alemania junto a mi familia adoptiva, ocurrió un terrible suceso… El Holocausto empezó por parte de una Alemania Nazi intolerable hacia los judíos, para mala suerte la familia de Brunhild no estaba librada de este problema, pues si bien su padre era alemán, su madre era judía, por lo que, a inicios de 1944, en una Alemania caótica y dividida, la familia Schultheiss Hartel tuvo que dividirse.

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