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La Llorona


Enviado por   •  11 de Marzo de 2015  •  831 Palabras (4 Páginas)  •  370 Visitas

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La leyenda de la llorona

MUSICA

Cuenta la leyenda que A principios del siglo xvii existió en el pueblo de Santiago tulyehualco una hermosa mujer de nombre Susana de Leyva y Borja, cuya extraordinaria belleza tenía deslumbrados a todos los jóvenes del pueblo que la cortejaban incesantemente y deseaban correspondencia a su amor.

La dama que pisaba los veinte abriles, era consciente de su singular hermosura y con desdén poco usado descorazonaba a sus admiradores. PAUSA

MUSICA

Por esos años llegó a estos lugares, proveniente de la capital de la nueva España, Gilberto Hernández y rubio de Martín un joven apuesto y elegante, de rancio abolengo y noble linaje, quien cabalgando un corcel negro de pura sangre, se encontró con Susana precisamente en la plaza mayor frente al templo de Santiago apóstol lo que ahora es la plaza Quirino Mendoza, Al contemplar el caballero la belleza única de Susana, bajó de su caballo y extendió su capa sobre el piso para que pisara sobre ella la mujer del relato.

El hecho y los decires del noble origen de Gilberto, impresionaron a la dama que correspondió con femenil sonrisa a la gallarda acción del joven pretendiente. Gilberto hizo hasta lo imposible para encontrarse con Susana.

Solo basto una simple mirada para que la joven pareja se

enamorara y comenzaran un tórrido romance.

El noviazgo se formalizó, pero al advertirlo don pedro de Leyva y Quirino, padre de la muchacha, la reprendió severamente prohibiéndole de manera terminante toda pretensión de matrimonio.

Pero Susana se encontraba perdidamente enamorada de don Gilberto, razón por la que optó por huir en brazos de su amado una noche oscura y lluviosa. MUSICA

En las afueras de la ciudad el enamorado improvisó una casa de campo, situada más o menos en lo que ahora es el crucero de las calles herradura y tres nopales, donde estableció su nido de amor con la encantadora dama.

El tiempo pasó y pronto la pareja en amasiato procreó tres hijos que eran el encanto de la madre, quien frecuentemente le pedía al varón legalizar la unión marital para poder dar nombre sin afrenta a sus tres vástagos. Don Gilberto como única respuesta, solamente le daba un beso ala amada y le ponía en sus manos algunas monedas de oro.

Desde su llegada a las afueras del pueblo, Susana conto con la amistad incondicional de Catalina, una joven Mestiza, quien le había brindado su amistad incondicional, sin importarle las habladurías del pueblo.

MUSICA

Un domingo, cuando Catalina asistía a misa al templo mayor del pueblo, después del evangelio escuchó correr las amonestaciones, en

las

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