Las Princesas
j.sarchett19 de Noviembre de 2012
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Yo era hija única hasta que tenía trece años cuando mi mamá por fin me dio mi hermana pequeñita, Shelby-Lynn. Inmediatamente, ella era mi mejor amigo, mi confidente, mi princesita. Ella era todo lo que había deseado en una compañera de juegos porque creía todo lo que dije, haría cualquier cosa que yo quería. ¡Era increíble! Lo hacíamos todo juntas. La llevé a la escuela todas las mañanas y todas las noches a casa, ella pasaba tiempo conmigo y todos mis amigos. Escuchó a mi música, pretendimos, nos fuimos de aventuras, y nos metimos en problemas. Fue tan genial ver la convertirse en mujercita. Podía ver la influencia que tenía sobre ella. Ahora, sólo puedo verla unas tres veces al año y la extraño tanto. El mejor día de mi vida fue su quinto cumpleaños, nuestra aventura más grandiosa hasta la fecha.
Comenzó a las seis de la mañana el 21 de abril de 2010, el día perfecto. Hacía calor en el valle, pero no demasiado caliente. Todavía sentía fresco y había un poco de emoción en el aire esa mañana. Ella se cumplía los cinco años de edad, la edad perfecta para una exploración de todas cosas mágicas y prohibidas en el mundo real. Shelby tiene la imaginación más hermosa y me la encanta tanto.
Viajamos a las montañas donde podríamos encontrar los colores de la primavera. No teníamos ni idea de dónde íbamos pero yo sabía que íbamos a encontrar un lugar perfecto cuando estábamos listas. Fuimos en coche por casi tres horas, comíamos donas y Cheez-Its y escuchábamos a los Beatles. Nunca olvidaré cómo ella cantaba “Imagine” tan fuerte como su vocecita pudiera, yo estaba tan orgullosa que sabía todas las palabras. Estábamos cerca de un pequeño pueblo llamado Strawberry cuando decidimos explorar.
Recuerdo que le dije que si estábamos llevando nuestros vestidos bonitos las hadas pensarían que éramos princesas y que nos confían más. Nos llevamos una fiesta de té en una cesta de picnic con las manzanas, bocadillos, y té con un juego de té real. Porque esto es lo que comen las princesas, por supuesto. Hicimos una excursión por el bosque y pretendimos todo el tiempo. Encontramos las mariposas y recogimos las flores para nuestra madre. Trepamos a los árboles. Tomamos el té y el almuerzo en el árbol más gigantesco y hermoso que todos. Pretendimos que las hadas volaban alrededor de nosotras sino que desaparecerían si tratamos de mirar a ellos, eran tan tímidas.
Después de nuestro almuerzo, exploramos un poco más y encontramos una cabaña. Pensamos que debe ser abandonado porque estaba en el medio del bosque y estaba todo cubierto de arbustos y enredaderas. Estábamos un poco nerviosos, pero llevamos un vistazo al interior de todos modos. La encontramos vacía. Parecía que nadie había estado allí durante años. Así que nos pasamos el resto del día jugando nuestra propia versión de Blancanieves, que en su mayor parte implicaba, limpiar las telarañas. Hemos formado una escoba de hojas diversas y un palo. Trajimos flores y abrimos todas las ventanas para que la luz. Podríamos haber metido en un montón de problemas, estábamos invadiendo técnicamente, pero fue muy divertido y valía la pena. Hemos grabados nuestros nombres en el piso de esa casa cuando salimos y nos prometimos volver alguna vez, si podríamos volver a encontrarla.
Ahora que mudé y vivo en el mundo real, me extraña a mi pequeña princesa más que nada. Echo de menos la alegría y la magia que ella trajo a mi vida diaria. Es muy divertido para mí poder ir a casa y ver cómo ha cambiado y cómo eso cambia la forma en que ve el mundo, la forma en que ella cree en las cosas. Tengo tanto miedo de que ella se haga mayor porque es tan preciosa. Este día ella era todo mío y yo era todo lo suyo. Era lo más divertido que he tenido en un día.
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