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Leyenda del Zarati


Enviado por   •  17 de Octubre de 2015  •  Resúmenes  •  1.097 Palabras (5 Páginas)  •  6.425 Visitas

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Leyenda del Zarati

 Zara era la doncella más bella de largo cabello azabache que el viento agita como una bandera, el rostro, de senos pequeños; retuerce su elástico cuerpo, admira sus flancos y gráciles muslos y piernas, hija de Nomé, el más poderoso y rico de los alrededores, su corazón adolescente estaba prendado de Chigoré el bravo guerrero, cazador excepcional, se dice que una tarde ella bajo al rio con sus doncellas para encontrarse con su amado, al llegar a las Angosturas; se dicen palabras tiernas.

 El indio aprisiona con sus fuertes brazos el cuerpo flexible y dócil; besa, casi, muerde, la boca fresca y roja; desflora los senos con labios violentos; y los dos se abrazan y se apretaban con frenesí.

 De regreso recorrieron las mansas aguas en la balsa y se prometieron amor eterno con el rio como testigo.

Una tarde Chigore, le prometió que iría a casa de su padre para poder desposarla como merecía una princesa, Zara estaba feliz, recorrió el camino que la separaba de su villa como en un suspiro, encontró su aldea ardiendo y a los conquistadores asesinando a su gente, su pueblo, no hubo clemencia mujeres, niños, todos caían ante el embate feroz de los invasores, vió impotente como esos hombres, tomaban a sus doncellas y las ultrajaban, su amor hacia Chigoré se impuso, recordó su juramento ella solo pertenencia a un hombre, así que se escapó en un parpadeo al monte y corrió entre los matorrales huyo con la tristeza de su gente en el pecho y la promesa de su amor en los labios, así llego hasta el cañón del rio, ascendió por una vereda hasta los más alto del barranco, en donde había hecho aquella tarde un juramento solemne de amor; fue hasta la orilla misma del precipicio y miro hacia abajo.

La pared vertical de granito parecía más negra a la luz de la luna. Pero allí el lecho del rio estaba muy lejos de la base del paredón. De arrojarse desde allí, caería a la roca allá abajo, pero lejos del centro por donde el rio pasaba como una negra serpiente de escamas de plata. Camino un rato por el filo del barranco hasta encontrar un sitio donde la pared, cortaba un pico, caería casi directamente en el lecho del rio. Allí se detuvo a pedirle al Gan Espíritu  y su ultimo pensamiento fue a su amor para que supiera que nunca le fallaría, que era solo de él y se lanzó al vació, murió. Al día siguiente, ya por la tarde, el cuerpo desangrado de la princesa en un recodo del rio, un poco más abajo del sitio a donde ella se había arrojado la noche anterior.

Desde ese día ese río es conocido como Zaratí que significa el río de Zara. Su padre Nomé no encontró consuelo, y a la orilla del río  se fundó un caserío, llamado “Aquí Peno Nomé”, y es el nombre del pueblo hasta el día de hoy.

 En cuanto a Chigore dicen las historias que nunca habían visto un dolor tan profundo y un sufrimiento más grande que el del joven enamorado se adentró en las montañas y nunca se le volvió a ver.

La Tepesa

Ya tarde de la noche, después de un viaje en automóvil desde la capital. Sentados todos a la mesa, conversábamos con la familia, sobre cosas diversas. Estaban allí también acompañándonos dos viejos amigos, Eduardo y Juan Manuel. De pronto, en un momento de silencio de los que suelen presentarse en todas las conversaciones, dijo Don Pedro, el dueño de la casa. ¿No sabe, compadre, que ha vuelto a salir aquí La Tepesa? Le respondí: ¿La Tepesa en estos tiempos? riéndome de la ocurrencia del compadre y creyendo, desde luego, que estaba bromeando. Juan Manuel me conto una historia: Le he oído los pujíos y también la he oído llorando ni muchacho chiquito. Cuando yo tenía trece añoj; me llevaron a Tonosí a vender en una tienda de mi tío. Yo dormía en el rancho grande aonde estaban el alambique, el trapiche y la cocina, un rancho grande de treinta varaj, cercao con palma de escoba. Yo dormía en una jamaca y estaba cara pal cañal, como a las once da la noche, cuando oí un pujío y después otro y otro; y enseguida un sollozo como de muchacho chiquito: “pum, pum, pum, ñoé, ñoé”. Los perros latían y corrían de un lao pal otro adentro del rancho, pero ninguno salió. A mí me dió mucho miedo y me arropé de pie a cabeza. Al día siguiente todo el mundo hablaba de La Tepesa: que había estao por ahí, pujando y llorando. En el camino me encontré a Cuba y pregunto que era eso y le respondí: Es la Tepesa, asustado me dijo ¿Qué es la Tepesa?

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