Los Merengues
Darkoskure13 de Agosto de 2014
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LOS MERENGUES
Apenas su mamá cerró la puerta, Perico escuchó, los pasos que se iban alejando, fue hacia la cocina de kerosene y hurgó en una de las hornillas, extrajo una bolsita de cuero, contó las monedas, se echó veinte al bolsillo y guardó el resto en su lugar.
Ahora tenía lo suficiente para realizar su hermoso proyecto. En el camino el recuerdo de los merengues -blancos, puros, vaporosos- decidió gastar todo. Hacía ya varios meses que concurría a la pastelería de la esquina y sólo se contentaba con mirar. El dependiente ya lo conocía y le dijo: -“¡Quita de acá, muchacho, que molestas a los clientes!”
Un señor al darse cuenta de la ansiedad de su mirada le obsequió una rosquita. El solo miraba los merengues.
A pesar de no haberlos probado nunca, conservaba viva la imagen de varios chicos que se los llevaban a la boca, como si fueran copos de nieve.
Cuando llegó a la pastelería, había muchos clientes ocupando el mostrador.
Después de mucho esfuerzo su cabeza apareció en primer plano, ante el asombro deldependiente.
- "¿Ya estás aquí? ¡Vamos, saliendo de la tienda!"
Perico, lejos de obedecer, se irguió y exclamó:
"¡Veinte soles de merengues!" Su voz hizo un silencio curioso. Entonces repitió en tonoimperativo:
- "¿No has oído? - insistió Perico-. ¡Quiero veinte soles de merengues!"
El empleado se acercó esta vez y lo tiró de la oreja. -"¿Estas bromeando, palomilla?"
Perico se agazapo.
-"¡A ver, enséñame la plata!"
Sin poder disimular su orgullo, echo sobre el mostrador el puñado de monedas.
El dependiente contó el dinero.
- "¿y quieres que te dé esto en merengues?"
- "Si- contestó Perico con una seguridad que despertó la risa de algunos.-Buen empacho te vas a dar comento alguien".
"¿Vas a salir o no? - le increpó el dependiente. -despácheme antes". "¿Quién te ha encargado que compres esto?" - "Mi mamá".
"Debes haber oído mal. ¿Veinte soles? Anda a preguntarle de nuevo o que te escriba en un papelito".
Entonces el niño rogó con una voz que jumbrosa: “¡Déme pues, veinte Soles de merengues!”. Al ver que el dependiente se acercaba airado, pronto expulsarlo, repitió conmovedoramente
- "¡Aunque sea diez soles, nada más!"
El empleado le dijo: - "¡Quita de acá! ¿Estás loco?
¡Anda a hacer bromas a otro lugar!”
Perico salió furioso de la pastelería. Con el dinero apretado entre los dedos. Pronto llegó a los barrancos. Contempló la playa.
Le pareció en ese momento difícil restituir el dinero sin ser descubierto y maquinalmente fue arrojando las monedas una a una pensando que cuando grande daría una lección a esos hombres gordos de las pastelerías.
...