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María Luisa Bombal

analexaInforme1 de Abril de 2013

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Análisis de la Obra

La obra narrativa de María Luisa Bombal refleja la condición de la mujer hispana a través de la textualización del contexto social e histórico de una época en que la conducta y los rasgos psicológicos de cada sexo estaban claramente definidos.

Esta división de papeles ha dado lugar a un sistema de dicotomías que atribuyen al hombre las características innatas de vigor y habilidad intelectual, mientras que a la mujer le corresponden las de un individuo pasivo, dócil e intuitivo.

En toda la obra de Bombal existe una constante presencia de la naturaleza que le sirve como expresión simbólica de los estados más íntimos de sus protagonistas femeninos y de su situación marginal.

En "El árbol" (1939) la naturaleza se convierte en el refugio de una protagonista que experimenta la represión bajo las reglas del patriarcado, y este refugio lo encuentra en el cuarto de vestir y en el gomero. La docilidad y pasividad de Brígida, protagonista del cuento, transparentan las relaciones de género en una época histórica en la que la mujer se sentía marginada en todos los órdenes de su vida, tanto pública como privada. En el contexto histórico del Chile de los años 30, donde se desarrolla la trama del cuento, se puede observar que la conciencia de Brígida sufre las limitaciones que le impone el patriarcado desde fuera; y la autorrepresión que siente se convierte en una opresión internalizada. Es en el momento en que la alienación de los mundos exterior e interior coinciden cuando Brígida toma la firme decisión de abandonar a su esposo, y así se libera de su condición sofocante de mujer marginada

"El árbol" textualiza una representación paradigmática de la sociedad patriarcal en la que el matrimonio era para la mujer la meta prioritaria. La diégesis narrativa del cuento se estructura en base a un planteamiento dicotómico que coincide con las reglas definidas por el sistema patriarcal. El término patriarcado tiene una larga tradición histórica, y hoy día se utiliza en la crítica feminista para designar la opresión que sufre la mujer bajo el poder de la autoridad masculina.

En la narración de la historia del cuento, la voz narrativa rompe con el desarrollo cronológico lineal y viola las leyes de causalidad que dominan en la narración tradicional realista; y esta fragmentación en la estructura del relato refleja a nivel externo la división de géneros en la sociedad, la alienación familiar y social que sufre la protagonista, y su desequilibrio emocional. "El árbol" se presenta como una evocación memorística enmarcada en el espacio de la imaginación de Brígida, y en él se describe la soledad, dependencia y falta de comunicación que siente Brígida en su relación matrimonial con Luis, un hombre mucho mayor que ella y que no satisface los deseos de procreación de su esposa.

La frustración de Brígida se manifiesta por medio de un encadenamiento de fantasías que se suceden mientras asiste a un concierto de música clásica, y una vez asumida y comprendida su condición de mujer alienada se libera del yugo patriarcal. A nivel paradigmático, por tanto, el cuento narrativiza la opresión de la mujer bajo el sistema partriarcal y su liberación final. Al casarse con Luis, Brígida participa de las normas impuestas por el sistema patriarcal, y su aislamiento subsiguiente no supone una paradoja dialéctica, sino la única solución posible en un contexto social dominado por el hombre.

En el matrimonio de Brígida y Luis se delinean nítidamente los roles de cada sexo en el contexto de una sociedad patriarcal. Luis, por una parte, "cumple con su papel masculino a la perfección y como las leyes de la sociedad lo defienden y apoyan en todas sus acciones, no le pasa por la mente el deseo de cambiar" o de satisfacer a su esposa. Y Brígida, por otra, huérfana de madre y la más joven de seis hijas, es relegada desde niña a un segundo plano por un padre que cuando llegó "por fin a su sexta hija, llegaba tan perplejo y agotado... que prefería simplificarse el día declarándola retardada". Además, en lugar de preocuparse por la educación de su hija, el padre la ignora afirmando que "si le gustan las muñecas a los dieciséis años, que juegue". El ambiente familiar y el contexto social de la época han modelado de tal modo las expectativas de Brígida que su principal objetivo consistía en casarse y ser madre, único modo de poder llegar a ser aceptada y sentirse realizada en su ambiente social, de ahí su preocupación cuando veía que "una por una iban pidiendo en matrimonio a sus hermanas. A ella no la pedía nadie". A falta de otras opciones, Brígida termina por convertirse en la esposa de Luis, íntimo amigo de su padre. El matrimonio, eventualmente, llegará a ser el mundo del que tratará de evadirse, y éste es el punto de partida de una dicotomía fundamental y dominante en la vida de la protagonista: la influencia opresora del mundo exterior y los deseos de liberación que se van gestando en su conciencia.

Con la salida de Brígida del hogar familiar, y con su entrada en la institución del matrimonio, "El árbol" inscribe el mito de separación de y regreso a un sistema falocéntrico, y plantea, asimismo, la búsqueda de una subjetividad femenina al margen de este orden patriarcal. Lo mismo que el padre de Brígida, Luis tampoco le da a su esposa la atención necesaria, y antepone sus obligaciones profesionales a las de esposo: "soy un hombre muy ocupado. Se llega a mi edad hecho un esclavo de mil compromisos" (348). El sistema patriarcal, como es sabido, relega a la mujer a la esfera doméstica del hogar, marginándola de la vida pública e intelectual. El único trabajo de Brígida queda circunscrito al desempeño de las labores del hogar6. Privada de descendencia, no se siente internamente realizada como mujer, ni cumple, externamente, con la función reproductora que la sociedad patriarcal asigna a la esposa7. Atrapada en un mundo sin comunicación en el que no puede expresar sus deseos y sentimientos, Brígida escapa de esta realidad a través del ensueño de viajes imaginarios.

El planteamiento dicotómico del cuento sigue la división tradicional de mujer / hombre como representación de la dualidad desorden / orden, materia / espíritu, o sinrazón / razón.

La estructura dicotómica del cuento polariza las fuerzas narrativas en dos frentes antagónicos, jerarquizados y diferenciados, y la barra que delimita estos dos mundos constituye una frontera que separa dos mundos irreconciliables.

Los distintos planos narrativos de "El árbol" se estructuran en base a una coherente dualidad espacio-temporal en la que la narración se mueve del presente de la sala de conciertos al ámbito asfixiante del hogar y a la relación matrimonial de la protagonista. Realidad actual y pasado imaginado son, por tanto, los polos sobre los que gravita la narración de la historia, y a través de esta dualidad la voz narrativa articula dos aspectos antagónicos en la vida de Brígida: liberación de y entrada en la clausura represora del matrimonio. Aunque el relato está narrado en tercera persona, la voz narrativa lo focaliza internamente, primando la perspectiva de la protagonista. Por ello, que la voz narrativa es en tercera persona, Toda la narración se construye desde el presente de la sala de conciertos por medio de analepsis y prolepsis, técnicas que, en efecto, le complican al lector la trama de "armar" la tarea de una vida fragmentada. La evocación del pasado, producto de la fantasía creadora de su imaginación, es continuamente interrumpida por un presente que "la deja en una sala de conciertos, vestida de negro, aplaudiendo maquinalmente". Aunque su esposo no ha muerto, el luto de Brígida proyecta a nivel connotativo la muerte simbólica de la relación matrimonial. No faltan tampoco, dentro de la rememoración del pasado, ejemplos de prolepsis que anticipan y retrotraen el desarrollo de la acción a un tiempo presente más cercano: "Brígida, ayer encontré a tu marido, a tu ex-marido, quiero decir". La analepsis, o visión retrospectiva, sirve para la recreación de un pasado de Brígida que va de la infancia al momento presente, pasando por las distintas etapas de juventud y experiencia matrimonial. De este modo, se postula una inscripción epistemológica de las dicotomías occidentales centrada en la oposición entre cultura/naturaleza y espacio público/privado, que ha perpetuado la opresión de la mujer occidental. Y los protagonistas del cuento, Brígida y Luis, encarnan esta oposición metafísica y dialéctica .

La naturaleza es un componente temático clave en cada una de las tres partes en que se divide el cuento. Para dar unidad a la dislocación del orden cronológico, la autora se sirve de tres elementos claves: las estaciones del año, la música y la naturaleza.

La descripción, cobra una gran importancia en este relato, y a través de ella la voz narrativa expresa los sentimientos más íntimos de Brígida. La música tiene una función polivalente en la narración, y la narradora la emplea no solamente para marcar una división en las tres etapas de la vida de Brígida, sino también para darle un tono de lirismo que se revela con notas románticas y nostálgicas, dotando al cuento de una exquisita musicalidad. El calendario, por otro lado, cobra una función primordial al marcar el paso inexorable del tiempo en la vida de Brígida: "Llegó el verano, su primer verano de casada" y "vino el otoño". Al contextualizar el relato en el marco temporal de las estaciones, y de un tiempo cíclico, la narradora pone de relieve el carácter repetitivo al que se ve sujeto la

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