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Monólogo-El sí de las niñas-Rita


Enviado por   •  28 de Enero de 2016  •  Apuntes  •  845 Palabras (4 Páginas)  •  1.040 Visitas

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Mi nombre es Rita, yo nunca he sido acomodada, y la mayor parte de mi vida me he dedicado a servir a la señorita Francisca y a su madre, Doña Irene.

Doña Irene dispuso que la señorita Paquita se fuera para un convento, para que aprendiera con esas buenas señoras de Dios, todo lo que una buena señorita debe de saber, ser recatada, rogar a Dios, honrar a los padres y obedecer al marido. Yo me fui con ella y ahí pasamos mucho tiempo, yo sentía lastima por la criatura porque ella nunca había conocido al mundo hasta que un día salimos del convento y fuimos a una pequeña fiestesita, ahí había un muchacho desde que llegamos no le quito la vista de encima a la señorita Paquita, con él había un sirviente, no estaba del todo mal. Don Félix dijo llamarse y así empezó el amorío de la inocente Paquita.

Yo aconsejaba a la muchachita, a pesar de ser mi señora éramos como amigas y siempre me contaba todo. Un día Doña Irene vino con planes de bodorrio y nos sacó del convento conocimos a un tal Don Diego, él no era mala persona pero el corazón de Paquita jamás sería suyo.

Cuando llegamos a la casa nos llevamos sorpresa tras sorpresa, no más llegar me encontré con Calamocha, el acompañante de Don Félix, yo estaba llevando los regalitos de la señorita al cuarto. Pero al verlo ahí tuve que contarle todo, para que fuera y se lo dijera a Don Félix. Yo no estoy de acuerdo con esta boda, pero es que en esta vida lo que importa es el buen nombre y el tamaño del bolsillo. No digo que Doña Irene sea ese tipo de persona, tal vez un poco, pero es que ella ha vivido mucho. Yo quería ayudar a la pequeña Paquita, así que cuando Don Félix fue avisado y llegose a la casa yo entretuve a Doña Irene y a Don Diego, hablando de los muchos maridos e hijos de la buena señora, y es que cuando ella empieza nada la detiene. Siempre me trae de aquí para allá y me dice los mismos cuentos que siento que hasta ya los viví.

Es que había que verle los ojos a la muchachita brillando en felicidad, aquí es cuando yo digo que es mejor escuchar al corazón que a la mente.  Ya más tarde, y yo con tordo en mano porque a Doña Irene le molestan sus rezos y recién lo saque del cuarto, venía yo en aflicción porque viendo al buen mozo salir del pueblo sin decirle nada a la señorita, hombre desalmado tenía que ser para hacerle eso a su tierno corazón, tanta fue mi rabia que deje al animalito allí. Pero para sorpresa regresó y hasta con instrumento, pero esa vieja contraseña no engañaba, eran ellos. Los deje que hablarán y yo siempre vigilante para ayudar a Paquita, escuche un gran estruendo, era pobre el animalito que patitas arriba lo fui a encontrar  y yo en la precisión me choque con no sé qué cosa.

Ellos le arrojaron una carta a Paquita, fui a buscarla con el corazón en mano y luego me pusieron una luz en toda la cara, perdida soy, pensé a este punto hasta hubiera querido que Don Félix nunca hubiera llegado, ¿qué hacía ahora? Simón se sorprendió mucho al verme, pensé en todas las excusas del mundo pero al final dije lo primero que pensé, “escuche un gran ruido y vine a ver” vi al pobre animal revuelto en la jaula y no dude en usarlo a mi favor, discutimos sobre un gato, pero yo seguía muy asustada, me fui con Doña Paquita y le dije que no encontré el papel que tanto problema había causado. Ella como es muy lista no le tomo ni un minuto saber que Don Diego la tenía ya consigo, ella ya se daba por pérdida, pobrecita.

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