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El sí de las niñas


Enviado por   •  30 de Agosto de 2014  •  Tesis  •  2.965 Palabras (12 Páginas)  •  409 Visitas

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El sí de las niñas

Leandro Fernández de Moratín

Introducción a El sí de las niñas

Leandro Fernández de Moratín escribió la comedia dramática El sí de las niñas en la España de comienzos del siglo XIX. Tras la oleada cultural que supuso la Ilustración, el Enciclopedismo y la filosofía racionalista, el movimiento neoclásico (con raíces en el pensamiento grecolatino e influencia filosófica renacentista) está en pleno auge.

España está a punto de sufrir uno de los acontecimientos claves de su historia: el final del reinado de Carlos IV y la invasión de los franceses. Napoleón Bonaparte campea en esas fechas por Europa.

El sí de las niñas se representó por primera vez en el teatro de la Cruz el día 24 de enero de 1806 y supuso un éxito inmediato de público, de manera que sólo se suspendió su representación una vez que llegó el tiempo de Cuaresma durante el cuál, como era tradición se cerraban los espectáculos teatrales. Tal éxito llamó la atención de la Inquisición y el reestreno de la obra, en 1834 se produjo con algunas enmiendas de censura.

El sí de las niñas es la primera obra de la literatura española que afronta el tema de los matrimonios de conveniencia y de la sumisión de los hijos a la autoridad de sus padres en lo que a decisiones sobre uniones conyugales concernía. El género preferido de Moratín era la comedia, por representar mejor al género humano, con todos sus defectos y con todas sus virtudes. El autor pensaba igualmente que el teatro debía ser para divertir y también para instruir moralmente al público, por lo que en sus obras siempre puede encontrarse detalles de lo que se ha dado en llamar "función pedagógica".

Resumen del Argumento de El sí de las niñas

El sí de las niñas

El sí de las niñas transcurre en una sala con varias puertas de una posada en Alcalá de Henares. La acción empieza a las siete de la tarde y acaba a las cinco de la mañana siguiente.

La escena primera muestra a Don Diego y a su sirviente, Simón, solos y hablando con preocupación del retraso de Doña Irene y Doña Francisca. Don Diego le cuenta a Simón que desea casarse con Doña Francisca, por su belleza, virtudes y recogimiento, y que el matrimonio ya está concertado con Doña Irene, su madre. La hija estudiaba interna en un colegio de monjas de Guadalajara y Doña Irene' había ido a recogerla para llevarla a Alcalá, donde se hallaba Don Diego, con el fin de pasar un tiempo con él para que se conocieran antes de realizar dicho matrimonio. Simón le comenta a su amo el reparo de la diferencia de edad entre ambos y que creía que la boda se concertaría entre Doña Francisca y Don Carlos, el apuesto sobrino de Don Diego. Éste le saca de su error y confiesa a Simón que está enfadado con su sobrino, Don Carlos, por sus múltiples amoríos y por mentirle en la correspondencia.

En la escena segunda tiene lugar el encuentro de Don Diego, Doña Irene y Doña Francisca. Durante la tercera escena habla Doña Irene de múltiples familiares de alta alcurnia. Doña Francisca se retira y en la escena cuarta hablan Doña Irene y Don Diego sobre la muchacha. Don Diego quiere que Doña Francisquita le exprese personalmente lo que siente por él, sin la intermediación de su madre, pero ésta trata de disuadirle diciéndole que Doña Francisca no cesa de expresarle todo el cariño que siente por el anciano y de cómo prefiere un marido experimentado y de edad madura, pues los matrimonios jóvenes no tienen la experiencia ni la virtud necesaria para criar a los hijos, poniendo como ejemplo los tres matrimonios y veintidós hijos que había tenido ella, de los cuáles sólo sobrevivió Doña Francisca. De repente, Doña Irene llama a su criada, Rita y ésta acude.

Luego Rita se encuentra con Calamocha, el criado de Don Carlos. Ambos ya se conocen. Calamocha cuenta a Rita que nada más recibir la carta de Doña Francisca en la que ésta contaba a Don Félix (en realidad Don Carlos) que su madre la quería casar con un anciano en Madrid, su amo partió con él desde Zaragoza hacia Alcalá para impedir esa unión y declarar sus intenciones a Doña Francisca y Doña Irene. Luego, Doña Francisca está enamorada de Don Félix, el cuál es en realidad, Don Carlos, el sobrino de Don Diego. Calamocha informa a Rita de que su señor, Don Carlos, se encuentra también alojado en esa posada. Destaca la familiaridad de trato entre Rita y Calamocha. En la escena novena Rita habla con Doña Paquita y en ese diálogo sabemos cómo ésta se veía a hurtadillas con Don Carlos (ella cree que se llama Don Félix) mientras estaba en el convento en Zaragoza. Paquita está inquieta y deseosa por ver a Don Félix (Don Carlos).

Comienza el segundo acto con una declaración de Doña Paquita de que a pesar de su juventud y de que su madre la llame simple y niña, ella ya sabe lo que es el amor y las lágrimas que cuesta. Después Doña Irene trata de seguir convenciendo a su hija de la suerte que ha tenido en que un caballero con una fortuna como la de Don Diego se fije en ella. También le comenta que ya sabe por qué no acoge bien Francisquita la idea de casarse con Don Diego: Doña Irene cree que su hija se quiere quedar en el convento como religiosa porque las monjas, cosa que Doña Paquita niega, diciendo que se quedará siempre con su madre. En la siguiente escena hablan Don Diego y Doña Irene. Doña Francisca está presente pero apenas interviene o calla. El caballero empieza a sospechar que la niña no le tiene el cariño que él espera y se lo expone a su madre, pero ésta le asegura que sí. Don Diego le dice a Doña Francisca que su cariño es sincero y que desearía la misma sinceridad para con él. Doña Irene acaba impidiendo que la niña declare que no desea casarse con el caballero, chantajeándole con el cariño materno-filial.

En la escena séptima del acto segundo y tras una advertencia de Rita, el militar Don Carlos y Doña Francisca se encuentran, adquiriendo tintes la comedia de drama romántico. Los amantes se vuelven a declarar su mutuo amor y Don Carlos dice, ante el llanto de la muchacha, que la va a defender ante todo el mundo. Don Carlos se queda con Calamocha y Rita, y ve aparecer a Simón, extrañados de su presencia. Al salir Don Diego de su cuarto, Don Carlos se turba y se aparta. Don Diego le descubre y le pregunta qué hace en la posada. Don Carlos no le dice la verdad. Don Diego le dice que tiene que volver con su ejército a Zaragoza inmediatamente ya que no puede desatender sus obligaciones de mando militar y le echa

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