OTRA VERSIÓN DE LA CENICIENTA
Feria201529 de Mayo de 2015
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EJERCICIO DE RE-ESCRITURA
OTRA VERSIÓN DE:
LA CENICIENTA
Esta es la historia de una joven y muy bella dama quien vivía en una vereda muy lejos de la civilización, la cual habitaba en una parcela muy humilde criaba gallinas, cerdos, patos y cultivaba diferentes hortalizas, ella no tenía padres, ni hijos ni ningún pariente que la acompañara. Cierto día llegaron unos hombres malvados y la amenazaron para quitarle sus tierras y le ordenaron abandonar por lo que tanto había luchado y lo único que ella tenía. Las pocas personas que la conocían, la llamaban cenicienta.
Cenicienta no tuvo otra opción que recoger unas pocas cosas en una maleta e irse a buscar un sitio donde vivir. Recorrió muchos lugares y nadie le brindaba ayuda, dormía debajo de los puentes, comía de lo que muy pocas personas le daban en la calle y hasta llegó a pedir limosna en los semáforos, todos la llamaban desplazada. Hasta que un día en uno de sus recorridos por las ruidosas y complejas vías de esa gran ciudad que la había “acogido” observó un aviso “Se busca muchacha para oficios de la casa” y Cenicienta sintió una gran alegría por fin conseguiría trabajo y su vida empezaría a cambiar. Se presentó humildemente ante la persona interesada, pero la persona que encontró frente a ella y que iba a ser su jefe, era una mujer fastidiosa, tosca, miserable e inhumana, pero no había otro camino su necesidad era más grande que su orgullo y aceptó su trabajo. Tal señora vivía con sus dos hijas, quienes no se diferenciaban mucho de su madre, y aunque estudiaban en las mejores universidades de la ciudad eran personas groseras y crueles. Inició su trabajo bajo unas condiciones indignas pues era ella quien hacía los trabajos más duros de la casa.
Un día mientras se esforzaba haciendo los oficios, escuchó sin querer a las dos muchachas que iba a ver una gran fiesta en un club muy prestigioso a la que invitaban a todas las jóvenes que quisieran ir…
- Tú Cenicienta, indudablemente no irás a la fiesta -dijo la madre de las jóvenes-. Te quedarás en casa limpiando el suelo y preparando la comida para cuando volvamos.
Llegó el día del baile y Cenicienta amargada vio partir a las odiosas de sus patronas hacia el club y rompió en llanto al quedarse sola y reconsiderar lo que había sido su vida.
- ¿Por qué seré tan desgraciada?
- ¡No te preocupes!!!-. Escuchó de una voz misteriosa y no podía precisar de dónde salía esta voz... Era la escoba quien le hablaba y quien siguió diciéndole: ¡Tú también podrás ir al baile, pero con una condición, que cuando escuches un mensaje que te enviaré a tu celular a las doce de la noche tendrás que regresar sin falta. Y sacudiéndose la escoba, la tocó y la transformó en una joven muy bien emperifollada, con el cabello alisado, las uñas pintadas, bien maquillada y una pinta espectacular.
La llegada de Cenicienta al salón del club causó mucho asombro. Al entrar en la sala de baile, el hijo de un ministro quedó tan embelesado de su belleza que bailó con ella toda la noche. Las fastidiosas de sus jefes no la reconocieron y se preguntaban quién sería aquella joven.
En medio de tanta despreocupación y alegría, Cenicienta escuchó el sonar de su celular, el mensaje que no quería que llegara:- ¡Oh, Dios mío! ¡Tengo que irme! -exclamó-.
Salió espantada de aquel salón y en su afán por subirse al taxi perdió un arete de plata y murano, que el muchacho recogió.
A la semana siguiente el hijo del ministro junto con sus escoltas y otros investigadores, se dieron a la tarea de encontrar a esa muchacha. Se casaría con aquella a quien le faltara el otro arete.
Al fin llegaron a aquella casa en el norte de la ciudad, donde trabajaba Cenicienta, y claro las hijas de aquella mujer se desvivían por ser las elegidas, pero
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