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Plenilunio


Enviado por   •  11 de Noviembre de 2012  •  396 Palabras (2 Páginas)  •  1.180 Visitas

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Plenilunio es la novela galardonada con el Premio Ricardo Miró en 1943. Rogelio Sinán como auténtico innovador de los géneros literarios de Panamá, introduce, en un juego de irrealidades, un diálogo inusual, como lo sugiere Roland Barthes ‘una lectura es una relación donde se entrecruzan sentidos múltiples’. Al estilo de Unamuno, Pirandello, Andrei Bítov involucra al lector con el autor y lo protagonistas en un océano de sombras.

La trama de Plenilunio es una comedia del éxtasis entre Elena Cuhna, Céfaro, Crispín y Mack Arango. Son acertijos en una urdimbre de sensualidades, es la flor de la lujuria en esa sed de oro de las enormes aves de rapiña que nos acosan. Los personajes le reclaman al autor que los humanice, rechazan ser formas abstractas, nebulosas. Sinán además cuestiona a ‘la lectora’ la instancia de ser leído o soñado, él prefiere ser el conductor esencial del onírico drama. Y en ese agónico esfuerzo ahora son cinco los que claman ante la extraña lectora el derecho a existir, eternamente, sin el paroxismo neurótico en que ella los congela.

El autor de Semana Santa en la Niebla y de Incendio, con el dominio de la técnica teatral, desarrolla un lenguaje coloquial matizado de intriga, suspenso e ironías. Los relatos siguen el uso de los tiempos simultáneos de Jorge Luis Borges y se apoyan en una temática subyacente alusiva a la quimera del oro, es la Babel del Istmo, con su ruta interoceánica que derrama vicio a manos llenas. En el infierno de codicias y de odios, siempre somos el puente de todas las miserias y de los pecados más grotescos. Caminamos entre sordos y unidos a los eternos ególatras con sus afanes de lucro, solo nos puede salvar la fe en los cimientos de nuestra nación.

Plenilunio es la metáfora de nuestro desdoblamiento, es imperativo dejar de girar como una ruleta. El diseño narrativo es análogo al Cuarteto de Alejandría de Lawrence Durrell, cada imagen fantasmal tiene un reflejo diferente según el espejo que la proyecte. Y anticipándose a Andrei Bítov en la Casa de Puskin, Elena, Céfaro, Crispín y Mack le suplican al autor cambiar las escenas finales de la obra, pues hay un desacuerdo existencial entre la ficción y la realidad. Y el poeta de Saloma sin salomar en una alquimia con polvillo lunar, nos involucra en ese enredijo de complejas pasiones de su sutil fantasía.

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