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Sobre el amor líquido y los daños colaterales

sofiadsEnsayo16 de Junio de 2014

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Sobre el amor líquido y los daños colaterales

25 julio, 2012 por: Abril Saldaña 1 comentario

Zygmunt Bauman, sociólogo polaco, nos advierte sobre la fragilidad de los vínculos humanos. En su obra, amor líquido, Bauman argumenta que las relaciones interpersonales en la posmodernidad se caracterizan por la falta de solidez, por ser cada vez más fugaces y superficiales. Seguimos creyendo en el amor romántico pero al mismo tiempo no dejamos de pensar y buscar las posibilidades infinitas que representan las relaciones etéreas, esas que nacen y de desvanecen con las suficiente liquidez como para no dejar rastro alguno. Se trata de una tendencia al individualismo que percibe al amor eterno como una amenaza a la autonomía personal, así, el amor de hoy es una mercancía más en nuestra sociedad de consumo, una mercancía desechable: úsese y tírese. Las parejas de hoy no se casan, deciden ‘vivir juntos’ sin pasar por la promesa de amarse hasta que la muerte los separe. Las relaciones posmodernas son conexiones efímeras marcadas por intenciones modestas y plazos indefinidos, por lo general, cortos.

Como pasa con todas las teorías que postula la sociología, las críticas no se hacen esperar. Sin duda la sociedad posmoderna es también una occidental, es decir, ese mundo de posibilidades infinitas sólo se lo puede permitir aquellos que tienen el acceso a los recursos para buscarlas. Por otro lado, Bauman parece que se olvidó del género (sí ¡otra vez el género!). Como sugiere Alberto Matamoros, medir la crisis del amor por el número de parejas rotas es un error debido a que esto se puede confundir fácilmente con la dependencia. Es decir, para Matamoros, tradicionalmente, el matrimonio ha sido un método de ascensión social y patrimonial, es por eso que los hombres siempre han amado líquido mientras que las mujeres han tenido forzosamente que amar sólido. Entonces, la particularidad de las relaciones posmodernas, es que ahora las mujeres se han sumado a la sociedad de consumo, ahora ellas también aman líquido. Para Matamoros la dominación masculina les ha permitido a los hombres amar líquido durante mucho tiempo ´para las mujeres, ese derecho político es muy reciente. Ser independiente te da la oportunidad de poder renunciar incluso al amor… poniendo en tus propias manos la causa del intenso dolor de un desamor’ No es fácil, apunta Matamoros, y vaya que no lo es.

He pensado mucho sobre una pequeña nota publicada por Debate Feminista en su página de Facebook que dice: ‘las feministas advierten: protege a las niñas, no les hagas creer en el amor romántico’. El problema es que en todo este proceso las niñas pueden dejar de creer en el amor en cualquiera de sus modalidades (romántico, platónico, religioso, etc.) y me pregunto si eso es lo que realmente queremos para ellas. Por más efímera que sea la idea del amor nadie merece vivir sin la experiencia de amar y ser amado y de creer, aunque sea por un instante, que ese vínculo existencial que uno siente durará por siempre. Finalmente, los niños y las niñas son parte de los daños colaterales de nuestra sociedad, ellos son quienes ahora viven la experiencia de familias líquidas, esas estructuras familiares alternativas de las que los sociólogos tanto amamos hablar y escribir. Con esto no sugiero que era mejor opción esa dependencia de la que tradicionalmente emanaba la idea (quizás el espejismo) de un amor sólido, pero ciertamente espero que las niñas sigan amando en cualquiera de sus formas, sin el profundo dolor que implican nuestros desajustes, desequilibrios y desamores.

Con esto termino mi fallido intento por entender el amor desde una playa mexicana y con medio litro de ‘gelato’ de chocolate en la mano (lo escribo en italiano porque así me lo vendieron, es lo mismo sólo que diez veces más caro). La columna que sigue intentará explicar algo sobre

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